Kai-Fu Lee es una de las voces más reconocidas a la hora de hablar de inteligencia artificial. Literalmente, además, porque suyo es el primer sistema independiente de reconocimiento del habla (Sphinx), gestado como parte de su tesis doctoral en la Universidad Carnegie Mellon. Fue el comienzo de una dilatada carrera que le llevó a compañías como Apple, Microsoft o Google y, finalmente, a crear su propio fondo de capital riesgo especializado en compañías chinas.

Él, norteamericano de origen taiwanés, está ahora de gira internacional presentando su séptimo libro ('Superpotencias de la Inteligencia Artificial') en el que expone precisamente los argumentos que convierten al Gigante Asiático en un actor sobresaliente en la carrera por la IA y la innovación del mañana. Una obra en la que aprovecha, asimismo, para desmitificar algunas de las premisas que en Occidente hemos asumido para explicar el tamaño despegue chino en esta arena.

"Hay mucha confusión sobre las políticas de datos en China. Se cree que allí no se respeta la privacidad, pero lo cierto es que la regulación sobre el uso de datos es muy estricta, aunque de una manera distinta a cómo la entendemos en Europa o EEUU", ha explicado Kai-Fu Lee en su ponencia en Madrid, en la Fundación BBVA. "El foco allí está puesto en la transferencia no autorizada de datos y, por ejemplo, el CEO de Cambridge Analytica estaría en la cárcel si lo hubiera hecho en China, no con otro trabajo como directivo como ha ocurrido en realidad. La clave radica en que los chinos usan mucho más los servicios móviles que los occidentales, confían mucho más en ellos para cosas como los pagos móviles, y por ende generan muchos más datos que permiten a las empresas conocer mucho mejor a sus clientes". En esa línea, comenta el experto, "si le preguntan a un chino si prefiere la privacidad o que esa empresa le ofrezca un mejor servicio, escogerá esta última. Entre privacidad y conveniencia, eligen conveniencia. No significa que no valoren la privacidad, sino que hay muchos niveles en los que poderse mover y que no pasan necesariamente por una concepción de la propiedad individual tan crítica como es en Europa".

Que nadie se lleve a error: Kai-Fu Lee no critica el modelo de privacidad que estamos impulsando en Occidente, pero pidió respetar las diferencias culturales que permitan a cada región desarrollarse hasta su máximo potencial. Una premisa que también se extiende a la forma de gestar ecosistemas de innovación, que en su opinión no deben basarse en la copia de otros casos exitosos, sino en la configuración de nuevas fórmulas que se contrapongan claramente. "Cada país debería construir un ecosistema que funcione bien en ese país. El éxito de China es que no copió el modelo de ningún otro lugar. Mientras que en Silicon Valley se premia el riesgo y el liderazgo de unos pocos visionarios, en China se usa Internet para entender mejor a los usuarios, obtener datos y poder innovar vigorosamente. Un Steve Jobs en China hubiera fracasado sin ninguna duda", detalla.

Kai Fu-Lee sí que admitió un extremo que ha permitido al coloso asiático desarrollarse rápidamente en las lides digitales: la flexibilidad legislativa al tratar temas relacionados con la innovación tecnológica: "En China se prefiere desplegar la tecnología, construir las infraestructuras necesarias para nuevos modelos de negocio, probar las distintas propuestas y , finalmente, regular".

El futuro de la IA

Dejando a un lado los factores geopolíticos, el libro de Kai-Fu Lee también aborda muchos de los impactos que la inteligencia artificial tendrá en la economía y sociedad de un futuro no demasiado lejano. "En tanto que una empresa maneje datos, tiene la oportunidad de hacer IA, empezando por sectores como las finanzas, el retail o la salud", explicó el autor. "También veremos otros casos de uso donde los datos están detrás, soportando tendencias como la computación visual que nos permitirá ver y oír en más de un lugar. Y el último escenario, el que más tiempo llevará para su despliegue, será cuando la IA pueda moverse y manipular objetos, desde los coches autónomos hasta robots asistenciales para el hogar".

Un nuevo terreno de juego que trae aparejada una obligada revisión de los puestos de trabajo tal y como los conocemos. Al respecto de este sempiterno debate, Kai-Fu Lee cree que "la IA va a reemplazar empleos y al mismo tiempo empoderar otros, tenemos que verlo en ambas direcciones. Las tareas repetitivas serán sustituidas plenamente por la inteligencia artificial, pero al mismo tiempo ofreceremos más visibilidad sobre procesos de negocio y más información para la toma de decisiones en medicina o para acelerar los ensayos clínicos de nuevos fármacos". Como recomendación final, el autor propone que consideremos la IA "como el Photoshop es a la fotografía: una herramienta que nos permite ser más productivo".