No lo creo. Y las fuerzas o actores que han llevado a GameStop a tener una capitalización bursátil de 33 mil millones de dólares (en la primera hora de cotización del jueves) puede que tampoco lo crean.

Quizás ni se lo pregunten. Porque seguramente no va de eso.

Una cadena de tiendas de videojuegos físicas y online estadounidense ha sido el tema más importante en los mercados durante toda la semana. Y algún que otro tema había para elegir: vacunas que llegan pero no llegan, récord de contagios, recaída del crecimiento económico en Europa, primera reunión de la Reserva Federal en EE.UU., confirmación del FMI sobre la muy diferente velocidad de las economías estadounidense y europea… 

Los hechos:

Las acciones de GameStop cerraban su cotización el 31 de diciembre de 2020 en 18.84 dólares por acción, el viernes pasado cerraba en 65 dólares, ha llegado a tocar 468 dólares el jueves y, a cierre del viernes, rebotó entre 300 y 320 dólares por acción.

Compradores minoristas (o “amateurs”) se han organizado en Wall Street Bets, un foro de inversiones dentro de la red Reddit para comprar acciones de esta empresa, una de las que más apuestas bajistas (ventas en corto) concentraba por parte de hedge funds. La volatilidad del mercado, llevada por este movimiento y todo el ruido creado en torno a él, ha sufrido un rebote tan importante como el que sufrió a finales de octubre, a las puertas de las elecciones estadounidenses. 

Es, la primera vez que un movimiento en bolsa junta a tantos actores y tan distintos.

Desde el punto de vista más técnico de este movimiento, es decir, cómo se produce y cómo se va retroalimentando de manera exponencial (un flujo de compras en masa que aprieta cada vez más a los que tienen posiciones cortas, a través de contado - las propias acciones - y derivados - opciones, provocando que estos tengan que deshacer sus posiciones antes o después - short squeeze y gamma squeeze, en sus términos en inglés), no es algo inédito.

Sí es, en cambio, la primera vez que un movimiento en bolsa junta a tantos actores y tan distintos. Por un lado, inversores minoristas que, en masa, deciden “apostar” y lo hacen en contra de otro actor: inversores institucionales, más clásicos o habituales del centro de la actualidad bursátil. Esas inversiones individuales se canalizan en masa a través de plataformas de inversión digitales que han tenido un éxito comercial espectacular en lo últimos años, haciendo bueno el gancho de democratizar las inversiones.

Por otro lado, la intervención o prohibición a la libre actuación de esos inversores también ha sido un actor importante después de que esas plataformas no permitieran seguir invirtiendo en GameStop a sus clientes (censura, en opinión de unos, proteger a sus clientes de sí mismos, en opinión de otros). 

Hablando de democracia, no podía faltar el poder político como un actor involucrado: popes del partido demócrata insisten en investigar ese movimiento “prohibicionista” por parte de las plataformas. Piensen en la dimensión de este evento que hasta el propio Jerome Powell fue preguntado por el fenómeno GameStop durante la rueda de prensa posterior a la reunión de la Reserva Federal de esta semana.

La clave está en que primero se ha dado un trasvase de poder desde los grandes hedge funds a los ciudadanos de a pie, que han tenido el coraje y la osadía de ir contra aquello que parece intocable.

Y, por último, un actor principal y preocupante ha sido el clima social en EE.UU. Si analizamos comentarios y arengas lanzadas en Reddit para empujar y explicar este movimiento, vemos dos cuestiones que me parecen especialmente importantes: por un lado, un claro sentimiento de venganza hacia los agentes financieros (los hedge funds que estaban cortos de GameStop) por la crisis de 2008 (habría que valorar cuántos de estos hedge funds existían en 2008 y si propiciaron aquella crisis).

Por otra parte, un conflicto intergeneracional estimulado por una generación que se siente maltratada y afectada por los privilegios disfrutados por los anteriores y que no creen que ellos los vayan a disfrutar, debido a unos salarios bajos, un coste de vida alto y unas expectativas de jubilación en entredicho. Una auténtica bomba de relojería.

Pero, volviendo al contexto propio de los mercados financieros, la clave está en que primero se ha dado un trasvase de poder desde los grandes hedge funds a los ciudadanos de a pie, que han tenido el coraje y la osadía de ir contra aquello que parece intocable. Hasta aquí, un guión candidato al Óscar con los siempre admirados David y Goliat. Pero no olvidemos que todo esto puede darse la vuelta, propiciando que los fondos materialicen su pérdida, sí, pero dejando a los inversores minoristas como propietarios de una cadena de tiendas de videojuegos demasiado cara. 

Los primeros, normalmente, podrán asumir esa pérdida. Los segundos, ya veremos.

*** Gonzalo Pradas es director de Openbank Wealth