Pedro J. Ramírez junto al presidente del Tribunal Constitucional, Cándido Conde-Pumpido, en la gala de los X premios Los Leones de EL ESPAÑOL.

Pedro J. Ramírez junto al presidente del Tribunal Constitucional, Cándido Conde-Pumpido, en la gala de los X premios Los Leones de EL ESPAÑOL. Cristina Villarino

Premios Los Leones de EL ESPAÑOL

Diez años rugiendo con libertad: la fiesta a la que vinieron hasta Goya y El Greco

En la Real Academia de las Artes de San Fernando hay tanta belleza que es fácil creer en Dios. Y hasta en el Estado de Derecho. Y hasta en la separación de poderes. Nuestro periódico sigue aquí para procurarlo.

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Decía Henry James que en los museos y palacios somos radicales y conservadores alternativamente.

Pienso en qué apropiado es esto esta noche, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en los Premios de Los Leones de El Español, y se me ocurre que quizá nosotros podamos ser las dos cosas a la vez como periódico, como artefacto intelectual: se me ocurre que a eso tenemos que aspirar. A la tradición y a la imaginación en su justa medida.

Mi amigo Luis Alberto de Cuenca dice que él es conservador porque tiene cosas que conservar. Siempre le sonrío esa idea. Nosotros también tenemos de eso (una hemeroteca honorable de una década de vida), y, al mismo tiempo, una mirada cargada de futuro y de crítica luminosa frente al poder de los paniaguados y los corruptos.

Premios Los Leones 2025

“Quieren ponernos una venda en los ojos / y no saben que es la cinta que vamos a cortar / en la inauguración de una nueva mirada”, escribió el poeta José Alcaraz.

Entre tanto, en un segundo de descanso en la batalla, la belleza sigue siendo importante. Más: crucial. La belleza aún nos abraza.

Les escribo esta crónica en un sofá (para mi casa lo quisiera) en la entrada de la Biblioteca, junto a la escultura de Ganímedes, que data de 1827, de José Álvarez Cubero. Es un efebo guapo. Un héroe troyano muy jovencito que fue secuestrado por Zeus para convertirlo en su amante y en copero de los dioses.

Le miro tan blanquísimo, marmóreo, desnudo sosteniendo una copa junto a su secuestrador, ahora transformado en un águila. Pienso que yo también quiero una copa de vino y que iré a por ella después de escribirles a ustedes, allá en el cóctel que se celebra en la sala de esculturas de esta casa y que recuerda al salón de las musas que abre las puertas de la gloria de El Prado.

En estos sitios es tan, tan fácil creer en Dios. Y hasta en el Estado de Derecho. Y hasta en la separación de poderes.

Pienso en que celebramos nuestros años y nuestros éxitos en la segunda pinacoteca de España después, precisamente, de la del Prado, y en que nos rodean esta noche más de 1.400 pinturas y más de 1.300 esculturas. Estampas, muebles, arcos, lámparas de araña, alfombras. Nuestros invitados son de lujo, los vivos (lo más granado, como siempre, del mundo de la empresa, de la política, la sociedad y la cultura) y los muertos. Ésta es, sobre todo, mi gente.

Por aquí ronda Goya, y a él le rezamos para ser más de dos Españas toscas, para ser muchas Españas amigas que no se maten nunca más a garrotazos.

Le siguen Tintoretto, El Greco, Rubens, Ribera, Zurbarán, Sorolla o Tàpies. Va, malhumorado, Picasso: “Dadme un museo, yo os lo lleno”, decía. Qué tío.

Llueve mucho en Madrid y la ciudad nos ha hecho chiribitas con los ojos mientras llegábamos en taxi. Nos acoge el Salón de Actos, a rebosar, hermoso con sus sillones de terciopelo rojo, sus balcones ribeteados, su cúpula que parece casi de iglesia.

Hay gente que se agolpa de pie en las entradas. El cuadro que corona la estancia se titula ‘Fernando VI como protector de las Artes y las Ciencias' y lo pintó Antonio González Ruiz en 1754.

Es una velada llena de símbolos. También El Español protege las artes y las ciencias. Protege la memoria y la dignidad ciudadana. Dice Cruz Sánchez de Lara, vicepresidenta ejecutiva de EL ESPAÑOL y editora de Magas y Enclave ODS, que vivimos una “época compleja” en la que “a muchos les gustaría que no contásemos lo que contamos”. Pero aquí estamos, al cabo.

Agradece a los de antes y a los de siempre. También a la “nueva generación de El Español”, al “relevo generacional” que encarnan Cósima y Tristán (los hijos menores de Pedro J. Ramírez) y Álvaro, el suyo.

Pedro J., por su parte, saluda al alcalde de Madrid, “subdirector de esta maravillosa casa que hoy nos acoge”. Y al presidente el Constitucional, y a la presidenta del Supremo, “garantes de nuestras libertades”.

Recuerda nuestro compromiso de “independencia frente a los poderosos”. Recuerda que en la vida existen “luces efímeras que soplamos y se extinguen”, pero que siempre son “menos importantes de lo que somos capaces de ofrecer y repartir con los demás en cada momento”.

No quiere caer en la autocomplacencia, dice, aunque hoy sienta que su último hijo intelectual es tan “independiente, innovador, inteligente, plural y combativo” como una vez soñó: “Sólo eso explicaría que hayamos alcanzado un hito tan difícil como el haber sido durante 25 meses consecutivos líderes absolutos de la prensa española”. Bueno, realmente tiene un lapsus y se le escapa “años” en vez de “meses”. Pero eso es porque este hombre es muy ambicioso y ya proyecta al infinito.

La obsesión ahora es alcanzar “la máxima calidad en los contenidos”. Queremos convertirnos “en el mejor periódico en español del planeta”. Para eso, claro, uno tiene que inspirarse en los mejores. Como en Carlos Sainz, premiado esta noche con un León por su trayectoria deportiva, porque, según el director, “hizo de cada curva un ejercicio de autocontrol y de cada carrera, una exhibición de riesgo calculado”.

El Premio a la Solidaridad es para la Organización de Estados Iberoamericanos. “A todos los que estamos aquí nos ha abierto la puerta la educación”, dice Sánchez de Lara, “me sentí identificada cuando Mario Vargas Llosa dijo que lo mejor que le había pasado en la vida era aprender a leer”.

El Premio al éxito deportivo, para Iris Tió. Y el premio a la trayectoria empresarial, para Ana Botín. Pedro J. se deshace aquí: “Considero a Ana Botín la personalidad española más inspiradora del primer cuarto de este siglo”. Casi nada. La llama “puro carisma”. Y dice que ha descubierto su secreto para aplicárnoslo, para seguir aplicándonoslo: es la disciplina lo que convierte la creatividad y el conocimiento en prosperidad.

En EL ESPAÑOL estamos buscando ese destello en nuestros premiados: el destello del propósito. Eso es lo que nos mantiene en pie. Cita Pedro J. A Nietzsche: “Todo ser humano es capaz de afrontar cualquier cómo si tiene un por qué. Esa es la imaginación con disciplina”.

Cada año somos más listos. Y también más jóvenes. Ya casi tenemos 15.