Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, justo antes de su intervención en el Wake Up.

Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, justo antes de su intervención en el Wake Up. Esteban Palazuelos

Wake Up Spain (2024) LA BARRA DEL WAKE UP (2)

PSOE, tenemos que hablar: Page ofrece una fórmula para la "socialdemocracia sin fanatismos"

17 abril, 2024 02:53

Llegaba la socialdemocracia recién salida de la peluquería. Fue una alegría porque hacía mucho que no la veíamos así. Tan arreglada, tan verdadera. La socialdemocracia suele esconderse en La Mancha y como resulta inverosímil nunca se sabe si es ella o son molinos.

Page le dijo a Esther Esteban, su entrevistadora en el escenario del Wake Up, que lo de su peinado es "sota, caballo y rey". Pero había algo distinto. Llevaba los extremos degradados. Está de moda lo de degradar con la maquinilla. Nos imaginamos a Page sentado en el sillón y al peluquero diciéndole: "¿Le degrado los extremos?".

Y Page: "Degrade los extremos al máximo".

Podríamos seguir elucubrando qué pasó en la peluquería. Podríamos adivinar por qué el peluquero de Page parecía de pronto el peluquero de Neymar. Pero dijo tantas cosas políticas de interés que debemos centrarnos en esa fórmula para una "socialdemocracia sin fanatismos".

Hubo una frase demoledora, un paso más en esa huida romántica de Page: "En el PSOE tendremos que hablar". Suele decir Page mucho sobre Sánchez y sus aliados. Cada vez con más fuerza. Pero nunca había llegado a ese punto. El "tendremos que hablar" instaura el marco post-Sánchez. Lo dijo como si creyera que, por primera vez, hay una posibilidad real no de que Sánchez vaya a caer, sino de que Sánchez contemple marcharse.

Wake Up, Spain! Martes, 16 de abril de 2024

"Emiliano está hoy a gusto", nos decía uno de sus asesores antes de la ponencia. Eso significa que baja la guardia, que crece la ironía y disminuye el cabreo. Page había inaugurado por la mañana en Espejo Público un juego de palabras: el PSOE ha cambiado el patriotismo de país por el patriotismo de partido.

Cuando comenzó a desmigar su fórmula socialdemócrata, puso en el centro la "restauración del Estado del Bienestar" tras la crisis económica. Ese lleva siendo durante años su empeño principal. Puede desenvolverse bien porque ya no tiene en el gobierno a Podemos ni socios disgregadores a los que contentar.

El discurso de Page no tenía nada que ver, por ejemplo, con el de Ayuso de veinticuatro horas antes. Porque Ayuso colocaba bajada de impuestos donde Page colocaba Estado de Bienestar. Esa era la vieja distinción izquierda-derecha... hasta que llegó Sánchez. Hoy, se encuentran a un lado del muro los que están a favor de la amnistía y al otro los que están en contra. Page es el último izquierdista en el lado de la derecha.

Mientras le microfonaban, aprovechamos los de la Barra para charlar con él un rato. Nos describió esa "socialdemocracia sin fanatismos" como algo aparentemente viejo que, precisamente, no envejece porque es lo mismo que le lleva pidiendo la gente por la calle desde hace años.

–Está de moda lo retro, Emiliano. Los vinilos, las camisetas de fútbol, El Rastro.

–Pues debe de ser.

Castilla-La Mancha ha batido récords en captación de inversión extranjera y en exportaciones. Fue enumerando Page un porrón de datos de ese estilo con un "ehhh" entre medias. Recordaba a la voz de Garci, que tampoco pasa de moda.

En la "socialdemocracia sin fanatismos", por ejemplo, no puede haber presunción de culpabilidad sobre los propietarios cuando se habla del mercado de la vivienda. En la ley estatal de Moncloa sí la hay, dejó caer Page. "Y eso viene de la bromita de Pudimos", apostilló.

El Page retro recordó aquellos tiempos en que el nacionalismo catalán era civilizado. Puso de ejemplo a Tarradellas, que lejos de ser supremacista apoyó la vocación autonomista de La Mancha.

Cuando habló del trasvase Tajo-Segura, reconoció la sintonía con el Gobierno central, pero no pudo contenerse con otro dardo: las obras fueron iniciadas por el franquismo. Con la Ley de Memoria, habría que dejarlo de lado. Eso dijo Page. En la "socialdemocracia sin fanatismos" no operaría una política de memoria como la de Sánchez.

¡Con lo que fueron! ¡Si hasta se hizo Sánchez una foto con los mellizos García-Page! Hoy, uno es el último crítico y el otro, el abogado, se dio de baja del partido. Cuántas cosas en tan poco tiempo.

Page concluyó su exposición de motivos con una reflexión sobre las alianzas de Sánchez con los nacionalistas que él jamás firmaría. Esas alianzas que le empujaron a decir al principio... "en el PSOE tenemos que hablar".

"La situación que estamos viviendo es bastante indeseable. Esto de estar en manos de un ideal [el independentismo] con el que se discrepa tanto... Si alguien debería estar indignado con el nacionalismo es la izquierda, que es quien debe defender la solidaridad y la igualdad. Confundimos estar en el gobierno con gobernar".

Para los aliados de Bildu, tuvo una frase: "Parecía que el nuevo candidato quería marcar distancias, pero siguen prisioneros de la cultura de ETA".

En la última socialdemocracia clásica de España, la manchega, el nacionalismo se sigue entendiendo como un sistema ideológico antónimo a la izquierda por su continuo remar en favor de la desigualdad. Page, como Loquillo, cantó "el último clásico".

Escuela de Idiomas

Tuvo gracia que Emiliano García-Page fuera el político elegido para la jornada de la energía y los carburantes. Empezó Arturo González Aizpiri, de Enagás. Estuvo Alfonso Mingarro, de Hafesa... Maarten Wetselaar de Cepsa; y Giulia Chierchia, de BP, nos demostraron que el Wake Up es, en realidad, una escuela de idiomas.

Chierchia, que es italiana y creció en Londres. Wetselaar, que es holandés y llegó a España en 2022. Ambos hablan el castellano como si fueran mellizos de Page. Hizo bien el equipo de eventos en colocar a Wetselaar para a la hora del desayuno. Porque fue oficial de la Marina Real de los Países Bajos. Nos inculcó el hambre por las renovables a golpe de corneta.

La teórica antítesis de Page pasó por el escenario varias horas antes que él: Manuel de la Rocha, secretario de Estado y director de la Oficina de Asuntos Económicos de la Presidencia del Gobierno. Decimos teórica antítesis porque lo que dijo De la Rocha se parecía a lo de Page. Intuimos, entonces, que a De la Rocha le gustaría una aritmética a la manchega. La aritmética manchega está como un queso.

De la Rocha forma parte de esa esfera del Gobierno que no necesita venderse. Apareció con su mochila y ni siquiera la metió en el guardarropa. La dejó en el estrado, tras su butacón. Nos contó –en eso fue previsible– que la economía española va de maravilla, que están llegando un montón de fondos. Y lo más importante: que esos fondos "son palpables".

Por un momento, pareció a punto de interpretar aquel sketch de José Mota imitando a Rubalcaba, proponiendo solucionar las inversiones con las monedas encontradas en los sillones. De la Rocha parecía un niño de San Ildefonso. Los de la Barra poníamos las manos boca arriba por si nos caía algo.

El último de la mañana –tiene estas cosas el destino– se llamaba José Francisco Fernández, secretario general de Pymar (los astilleros). Nos contó que España es la segunda potencia de la UE en construcción naval privada. Es un experto en esa descabronización de la que hablábamos ayer. En su consejo de administración tiene administraciones de casi todos los partidos. Y conviven.¡

Soñamos con que Arturo Criado, el presentador, le gritara al de Pymar con la vista puesta en el segundero, en homenaje a Pepe Domingo Castaño: "¡Cuánto queda, José Francisco!".

Quedan algunas cosas por contar.

El otro político del día fue Fernando López Miras, el presidente autonómico más joven de España. El único soltero entre los del PP, apuntamos en la barra. Vino a tomarse con nosotros una botella de agua antes de empezar. Le felicitamos por su actuación de Ben-Hur en Semana Santa a bordo de la cuadriga.

Nos explicó con mucha paciencia que no, que no era Ben-Hur sino Teodosio I el grande. El forjador del Imperio Romano. El emperador que acabó con el paganismo. Joder, nos cuadramos inmediatamente. López Miras, como Page, es un clásico. Forma parte de la cofradía del paso blanco y queda con sus amigos en fiestas para contarnos las escenas del Antiguo Testamento.

A López Miras le encanta el indie. Es un viejoven, como los de la Barra. Un gestor que, aunque no lo pide en la peluquería, como Page, se degrada los extremos. Incluso nos invitó a visitar Caravaca de la Cruz, ciudad santa. "Hagan el camino del amor, yo lo empiezo este fin de semana".

López Miras describió la gestión de las Comunidades como la némesis de la gestión de Moncloa. Y añadió un guiño a Page, sabiendo que le seguiría en el escenario: "Y lo digo independientemente de su color". Page y los barones del PP que gobiernan sin Vox se guiñan continuamente. Page llegó a Madrid desde la Feria de Abril, donde cantó el himno de Andalucía con Juanma Moreno.

Fue un martes de Champions. Vino lo más "Granados", como Alberto, el presidente de Microsoft, por cuyo pelo de estrella de rock pagaríamos los de la Barra. Dijo Granados mucho sobre la inteligencia artificial.

Aunque la frase del día, quizá la de la semana, la rubricó Nacho Moreno, el Ceo de Coxabengoa. Él no hablaba de política, pero le va muy bien a la política: "No hay transición sin transmisión". Y aquí estamos, retransmitiendo. En la Barra somos muy de la UCD.