Entre "hay agua para todos, pero está mal repartida" y "hay pocas regiones donde sobre el agua" se dibuja una eterna frontera. La que existe entre Castilla-La Mancha y la Comunidad de Murcia en su disputa por los escasos recursos hídricos que siempre ha sufrido la Península Ibérica.

Ese abismo se pudo ver en Wake Up, Spain! donde el presidente murciano, Fernando López Miras, recordaba que en unas zonas se abren las presas y en otras se cierran piscinas. Poco después, su homólogo manchego, Emiliano García-Page, le respondía que la solución pasa por cambiar el sistema de producción agraria

"Cuando la gente piensa en el agua, piensa en el agua para beber, pero para eso no hay problema, ni para el consumo industrial. El problema es que el 90% del gasto es por el tipo de producción agraria que tenemos, el regadío", explicaba García-Page.

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El manchego continuaba asegurando que "parece razonable que en Castilla-La Mancha tuviéramos las mismas hectáreas de regadío que Murcia, si tanto agua nos sobra del Tajo, pero tenemos la mitad. Yo no soy ningún fanático, pero si yo fuera presidente de una comunidad con salida al mar, yo apostaría por el agua desalada, y no por hipotecar el futuro y el desarrollo de una zona entera de España".

Y terminaba diciendo que "salta a la vista que hay otras soluciones más asequibles y sostenibles. Además, Europa tiene condenados ya los trasvases, y el Levante sabe que ese no es el camino". 

Trasvase Tajo-Segura

La solución para el presidente murciano, por el contrario, es contar con un Plan Nacional del Agua. "Todos los países serios tienen una política nacional de agua, pero en España hay 17, y esto contraviene la Constitución. El agua es de todos, y hay para todos, pero no está bien gestionada", decía López Miras.

Se preguntaba "por qué, mientras que en Cataluña y Andalucía hay restricciones, en Castilla y León se han tenido que abrir las compuertas de las presas para evitar un perjuicio, algo totalmente irracional y que va en contra del sentido común. Hay que saber distribuir el agua para todos".

Y en el caso del trasvase Tajo-Segura, lo considera "fundamental para la viabilidad del sureste". De hecho, "ahora la cuenca del Segura está al 18% y la del Tajo al 90%", aseguraba López Miras. De ahí, explicaba, la importancia de los trasvases en general, "no solo del Tajo-Segura, sino cualquiera de los 50 que hay en España".

Desaladoras

Pero no solo en los trasvases puede estar la solución al problema hídrico de España. El líder popular murciano también cree que en ese Plan Nacional del Agua se deberían incluir otras soluciones complementarias como la desalación, la depuración y la reutilización de aguas y la gestión del agua del subsuelo.

Precisamente para el socialista García-Page, las desaladoras son el objetivo al que se debe dirigir Murcia. 

"Hay pocas regiones donde sobre el agua. Y aunque López Miras diga que en España hay más trasvases, los que hay son de poca monta en comparación con el del Tajo-Segura, que se construyó durante la época de Franco, cuando no hubo libertad para poder defender ni proteger la cuenca del Tajo", respondía el mandatario manchego.

"El río Tajo se empieza a recuperar a partir de Gredos y en tierras extremeñas y portuguesas, pero el Tajo medio está en una fase de degradación y de contaminación por falta de capacidad acuífera", sentenciaba.

Y eso sin contar con que "el trasvase Tajo-Segura ha estado parado más de dos años por roturas y averías, y se ha seguido regando en Murcia, ¿cómo lo han hecho?", dejaba caer el político. 

García-Page consideraba que se dejen de usar "argumentos del pasado". A su juicio, "se puede coger agua del mar con una tecnología mejor que la que había hace una década". Recordó, además, que nuestro país ha gastado más de 600 millones de euros pagados para que se pueda desalar el agua

Frente a las acusaciones de frentismo, Page aseguraba que en Castilla-La Mancha "somos gente pacífica", y recordaba que en la época de Franco se construyeron 300 kilómetros de trasvase sobre "la base de un engaño para lograr un crédito de un banco alemán". ¿De qué manera? Asegurando que se trasvasarían 1.000 hectómetros al año cuando "la realidad es que no ha habido más de 600". 

Por último, explicaba que como el trasvase se hizo a cielo abierto, es una infraestructura que "pierde más de un 25% por evaporación en el camino". Es, a su juicio, "un absurdo de sostenibilidad. Y digo que somos muy pacíficos porque si estuviéramos en otra zona de España, a alguno ya se le habría ocurrido petardear el trasvase, o simplemente contaminarlo".

Son, en definitiva, las dos Españas del agua.