Aquel noviembre de 2016, Rosalía atravesaba una etapa de profundo estrés, fruto de un síndrome maniaco-depresivo que arrastraba desde hacía años. Sus dolencias, que provocaron su jubilación anticipada como profesora meses atrás, unidas a su mala situación emocional y ciertos problemas familiares y económicos, la sumieron a sus 57 años en un pozo de angustia

Una noche de ese mes, pasadas las once, Rosalía vio en su televisión cómo varios espectadores agradecían a la tarotista Pepita Villalonga que hubiera mejorado sus vidas. Y no lo pensó dos veces: en las manos de esta vidente, que también ofrecía servicios de consulta privada, podía estar la solución a sus problemas monetarios. Descolgó su teléfono y llamó a aquel 806.

El gabinete esotérico de Pepita le citó personalmente a las 12.30 del martes 22 de noviembre. Lo que Rosalía no sabía era que, lejos de concederle la sanación de sus males, la vidente la arrastraría a un tormento personal —y financiero— que ha acabado en la Audiencia Provincial de Barcelona.

Una baraja del tarot. Pixabay

Al entrar aquella mañana en la consulta de Villalonga, ésta accedió a echarle las cartas. Y el pronóstico que arrojaron los arcanos fue desolador para Rosalía: su inminente muerte y la de sus mascotas. Quizá no llegase viva al fin de semana. La tarotista contó a Rosalía que arrastraba un mal de ojo que la ponía en grave peligro. Incluso, era probable que sus perros no se salvaran.

Pero aún había una oportunidad para doblegar su destino, le contó Pepita. Otros dos miembros del gabinete esotérico —Francisco B. y David L.; este último, hijo de Villalonga—, ubicado en la Ciudad Condal, también constataron su oscuro porvenir. Un caso similar al de Rosalía, le dijeron, acabó con la muerte de la hija de una familia de Lérida.

Había que evitar una desgracia. Para ello, rociaron con agua bendita la estancia y encendieron varias velas. Los tres instaron a la clienta que acudiese a un cajero cercano y les pagara 4.400 euros para poder protegerla. Y no fueron los únicos. Las peticiones crecieron hasta llegar a un total de 31.400. Además, si los abonaba en efectivo le dijeron aquella primera vez los tres tarotistas—, sus problemas se solucionarían más rápido. Y así lo hizo Rosalía.

'Padre Giorgio', el falso capellán

Todo este relato consta en una reciente sentencia de la Audiencia Provincial barcelonesa, a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL. En ella, los magistrados condenan a Pepita Villalonga y a sus socios a dos años y medio de cárcel por la estafa continuada a Rosalía, aprovechando una "vulnerabilidad" en la clienta que los acusados "constataron desde el primer momento" en que la ven. Se aliaron "con el ánimo de beneficiarse económicamente a su costa" mediante "varias artimañas". Un enriquecimiento que "en circunstancias normales no se hubiera producido", añade la resolución. La víctima, no obstante, renunció a solicitar una indemnización por los hechos. 

Según indica la sentencia, los tres acusados también le dijeron a Rosalía que su caso era tan grave que necesitarían la ayuda de terceros. Le sugirieron contactar con un tal Padre Giorgio, un supuesto capellán del Vaticano, "y cuyo auxilio, le aseguraron, se hacía imprescindible para que pudiera seguir viva". En el juicio, Rosalía declaró que conoció a este hombre, que iba "vestido de sacerdote" y hablaba una mezcla de español e italiano.

Esa vez, le pidieron otros 10.000 euros en billetes. Rosalía, profundamente atemorizada, accedió. Aquel 26 de noviembre, el presunto cura partió a Jerusalén para salvar la vida de la clienta. Allí, el capellán debía enterrar unas prendas de ropa de la mujer —en el juicio, la víctima declaró que entregó unos calcetines— y unos collares de sus perros. El cura iba a traerle también un puñado de tierra que la protegería.

Vistas de Jesuralén. Wikimedia Commons

Dos días más tarde, Villalonga y sus socios citan de nuevo a su víctima en el gabinete esotérico. Tienen una noticia que darle: el Padre Giorgio había sufrido un accidente al bajar del avión. Le enseñan una fotografía de su cara. Tiene un ojo morado. Rosalía cree que la culpa es suya, que el párroco ha evitado así que dicha lesión le ocurriera a ella. Pero esta protección no le saldría gratis: los miembros del gabinete volvieron a pedirle 17.000 euros para financiar los servicios de Giorgio. A cambio, le entregan un crucifijo que el capellán había enviado para la mujer.

El 7 de diciembre, tras otra petición de 10.000 euros, Rosalía ofrece a los acusados la posibilidad de pagarles sólo 3.000. Estaba empezando a sospechar, no tiene tanto efectivo como le piden y una de sus cuentas bancarias está embargada por impagos a su exmarido.

Casi todo el dinero que hasta entonces les había entregado lo tenía en su casa, en billetes, fruto de una amortización de un plan de pensiones por su jubilación anticipada y que pretendía destinar a una reforma de su terraza. No obstante, Rosalía intentó hacer creer a los acusados que el banco estaba poniéndole pegas a tanta retirada de fondos, para conseguir así alguna factura que constatase sus pagos al gabinete, cuyos miembros se negaban a dárselas.

La grabadora

El 15 de enero del 2017, las sospechas de Rosalía se convierten en convencimiento. La mujer se da cuenta de que había sido estafada cuando leyó que otra cliente interpuso una denuncia a la misma vidente por estafa (un caso que, posteriormente, acabaría archivado).

No obstante, Rosalía llamó insistentemente al gabinete para tratar de obtener las facturas y fue citada el día 31. Allí se presentó, con una grabadora dentro de su bolso. Según declaró ante el tribunal, la vidente forcejeó con ella al darse cuenta de que ocultaba el aparato, que finalmente le requisó.

La vidente Pepita Villalonga, en uno de sus programas.

Tras la bronca, y "bajo amenazas", los tres acusados consiguieron que firmara un documento en el que constaba que Rosalía les había solicitado un ritual abrecaminos. Además, le pidieron que llamara por teléfono al gabinete para que quedara registro de su petición y que indicara que necesitaba este servicio para recuperar un dinero que había entregado a un abogado.

Los tres acusados, ante los jueces, negaron haber estafado a Rosalía. David declaró que la clienta les pidió este ritual abrecaminos, que costaba algo más de 4.000 euros. Francisco, por su parte, negó conocer al Padre Giorgio. Pepita Villalonga dijo no haber visto nunca a la denunciante.

Aunque les absuelve del delito de pertenencia a grupo criminal, la Audiencia de Barcelona, en su sentencia, sí les atribuye una "perspicacia" que "les hizo captar rápidamente la vulnerabilidad" de la clienta y su "fragilidad emocional".

Durante los dos años y medio de su condena por estafa continuada, ninguno de los penados podrá ejercer ninguna actividad económica vinculada al esoterismo. Contra la sentencia aún cabe recurso ante la Sala de Apelaciones del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña.

Testigos 

En el juicio oral, dos amigos de Rosalía declararon como testigos. Ambos negaron que fuese creyente en el tarot o demás rituales esotéricos. La primera narró cómo la encontró en esas fechas "sumida en el miedo" y en una absoluta sinrazón una vez se dejó guiar por la vidente. Esta amiga, en una ocasión, trató de arrebatarle el dinero en efectivo que iba a llevar al gabinete. "Me dijo que había 10.000 euros", recordó ante la Sección Octava de la Audiencia Provincial. En todo caso, le dijo que debía, al menos, efectuar los pagos por transferencia para tener un justificante.

El segundo testigo, quien conocía a Rosalía desde 2009, contó cómo ésta le pidió dinero hasta en tres ocasiones. En una de ellas, como excusa, la víctima le dijo que debía comprar una inyección que costaba 1.500 euros. Otra vez, le pidió el préstamo "porque era cuestión de vida o muerte", sin darle más detalles. En un primer momento, este testigo pensó que su amiga era adicta al bingo.

"Ya está mejor"

Tras la sentencia, Rosalía está mucho más tranquila. Su estado psicológico es bastante mejor que el de 2016 y, durante estos últimos años, "se ha ido recuperando poco a poco", cuenta a este diario su abogada, Judit Cunill. La letrada también reconoce que su clienta sintió vergüenza a la hora de narrar la estafa que sufrió.

Cunill comenta también que Rosalía nunca tuvo intención de recuperar este dinero. Al haberlo pagado en efectivo, "lo daba por perdido". "Además, lo que buscaba era que se hiciera justicia, porque sospechaba que estaban haciendo a otras personas lo mismo que a ella y quería evitarles pasar el pánico que ella pasó", añade la abogada.

Imagen de archivo de varias cartas del tarot junto a una vela. Pixabay

Hasta los propios magistrados reconocen en su sentencia lo inaudito de esta historia. "Desde un punto de vista estrictamente objetivo, y para un espectador medio, el relato de Rosalía puede parecer insólito, pero la prueba sustanciada lleva al pleno conocimiento de este tribunal de que la denunciante, diagnosticada de síndrome ansioso-depresivo, fue víctima de un engaño", establecen los jueces de la Audiencia.

Todo ello, remata la Sala su sentencia, se ejecutó bajo un "especial grado de inhumanidad y crudeza en el comportamiento de los acusados" que consiguió "desquiciar" a una víctima que, "convencida de su muerte segura", accedió a pagar "una elevada cantidad de dinero" para evitarla.

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