Francisco Nicolás Gómez Iglesias se sienta en la silla de los acusados luciendo el mismo aspecto juvenil e inocente que cuando fue detenido hace siete años tras aquel fastuoso viaje a Ribadeo en el que presuntamente se hizo pasar por un enlace con la Casa Real. Con la misma cara de siempre, la de niño como de la beautiful de Ponzano, jugó una vez más la carta de que él es tan solo un damnificado más de su propia megalomanía, de un joven con delirios de grandeza que lo único que quería era, sin apenas haber cumplido los 20 años, hacerse pasar por alguien importante.

- Lo que yo quería era tirarme el pisto con el empresario y hacer un viaje pomposo. Con la edad que yo tenía, con esa inmadurez, quería asemejarme a los mayores y creerme poderoso. Que pareciera que era yo una persona importante. 

-¿Una persona importante o una autoridad importante?

-Una persona importante, nunca una autoridad.

Y así, Francisco Nicolás Gómez Iglesias, más conocido como 'El Pequeño Nicolás', iba respondiendo este martes en el banquillo de los acusados por el viaje que hizo en 2014 a Ribadeo, cuando presuntamente se hizo pasar por un enlace de la Vicepresidencia del Gobierno y Casa Real, y quedó a comer en un restaurante de esa localidad a la que llegó arropado por una nutrida comitiva, con el presidente de Alsa, por lo que se enfrenta a una pena de siete años de cárcel y una multa de unos 81.000 euros. 

El 'pequeño Nicolás' se sienta en el banquillo

Cuando al joven se le preguntó por ese cargo de enlace entre la Casa Real y el Gobierno que en principio habría ostentado durante el viaje, no dudó en señalar que "estaba al corriente de la política". Que sabía que ese cargo en realidad "no existía", y que por tanto nunca podía haberlo utilizado. "Como lo conocía perfectamente nunca habría podido atribuirme tal cargo". 

El día de la comida

Tal y como contó La Voz de Galicia, el día de la comida el gran revuelo de que alguien de la Casa Real iba a comer al restaurante San Miguel planeó por todo el pueblo. Se llegó a pensar que se acercaba el mismísimo monarca.

No habían llegado todavía las dos de la tarde, cuando la Policía Local tuvo que acercarse a una de las rotondas de acceso al casco urbano a acompañar a un vehículo oficial y a varios de los escoltas cuando se acercaban al puerto deportivo, donde se ubicaba el restaurante. 

-¿Recibió el dato del número de coches que irían? 

-Imagino que yo por aquel entonces quería darme aires de grandeza -contestó Francisco Nicolás-, así que cuantos más coches mejor. 

La fanfarria de escoltas y vehículos dio pie a toda clase de teorías en la localidad gallega: se pensó en Felipe VI, en su padre, Juan Carlos I, en Froilán, incluso en Jaime de Marichalar.

Pero en esa comitiva no viajaba nadie de tal calibre. De uno de los Audis se bajó tan solo un joven de 19 años vestido con náuticos, bermudas y polo de marca, al que las autoridades dieron un paseo por el puerto. 

Una vez más, el Pequeño Nicolás echaba balones fuera aludiendo a que todo era un juego para él y que nunca se había hecho pasar por nadie importante. Y que sigue en tratamiento psiquiátrico desde entonces para tratarse de sus delirios megalómanos.

Desmontando la estrategia

Pero esa imagen de joven víctima de sí mismo que solo quería aparentar fue desmontada poco después de su relato en parte por el primero y sobre todo por el segundo de los acusados. Ambos también están acusados de presuntos delitos de usurpación de funciones públicas y cohecho pasivo. El Ministerio Público solicitaba para ellos cinco años y medio de cárcel.

Fue al primero de los otros dos acusados, Jorge González, al que Francisco Nicolás le pidió que le proporcionara los medios policiales para "aparentar el carácter oficial". Este agente a su vez contactó a un policía municipal de Torrijos (Toledo), Carlos Pérez. Jorge dijo ante el juez que no era la primera vez que veía al pequeño Nicolás compartiendo mesa con gente tan importante. "No me hace falta saber qué cargo tiene, cuando está reunido con secretarios de Estado. Los conductores iban absolutamente condicionados. Estaban metidos en el papel de que hacían algo sumamente importante." 

Jorge recibió del 'Pequeño Nicolás' un pago de 2.000 euros y dio a su compañero, Carlos, 400. Ha sido este segundo el que ha desmontado la estrategia del joven, contando cómo todo el operativo se comportó como un operativo normal de escoltas. Habían reservado días atrás mesas y plazas de aparcamiento en el Club Náutico, indicando igualmente que iría "una alta personalidad de la Casa Real".

Ya en el restaurante, Gómez Iglesias fue recibido por el alcalde de Ribadeo, al que se presentó como dicho enlace. "Departió brevemente" con él. Luego comieron juntos. El agente González, en un momento dado, interrumpió la comida para avisar al 'Pequeño Nicolás' de que tenía una llamada. Al otro lado, decía, estaba la entonces vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. Ese dato evidentemente era falso.

Tras la comida, regresaron con la misma "comitiva" a Madrid. Al día siguiente la noticia estaba en todos los medios de comunicación, y ya se sabía que había un joven que se hacía pasar por un cargo de la Casa Real era el que se había encargado de orquestar todo aquel jaleo. Cuando Carlos, el segundo de los acusados, encendió la televisión y se encontró con la noticia, se quedó de piedra:

-Sentí que me habían engañado. Llamé a Jorge y le dije que había salido en las noticias. Le pregunté si sabía algo. Me contestó que no sabía nada. Evidentemente no le creí. 

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