El comisario jubilado José Manuel Villarejo ha reaparecido este miércoles a través de una videoconferencia desde la prisión de Estremera, donde se encuentra desde noviembre de 2017, para declarar como testigo en el juicio que se sigue contra su antiguo jefe Eugenio Pino, que fue director adjunto operativo de la Policía entre 2012 y 2016.

Pino está acusado de un delito de revelación de secretos por Jordi Pujol Ferrusola, que también ha testificado esta mañana ante la Sección 23 de la Audiencia Provincial de Madrid y ha asegurado que su sistema informático fue hackeado por personas desconocidas que obtuvieron información personal y empresarial suya perteneciente al período 1997-2002.

Esa información acabó en manos de Pino en 2015, cuando -asegura el exDAO- el entonces jefe de Asuntos Internos, Marcelino Martín-Blas, se la entregó en un pendrive que Pino envió a la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal. La Udef investiga a los Pujol bajo el control del juez de la Audiencia Nacional José de la Mata.

El contenido del pendrive fue utilizado por la Udef para elaborar un informe que se entregó a De la Mata y que éste acabó expulsando del procedimiento al comprobar que no era cierta la afirmación policial de que los archivos informáticos procedían de un registro autorizado por un juez de Barcelona en la sede de la agencia de detectives Método 3. 

Más por atacar a su archienemigo Martín-Blas que por ayudar a Pino, que está siendo muy tibio con Villarejo en el caso Tándem, el comisario encarcelado afirmó que fue el exjefe de Asuntos Internos el que entregó el pendrive a Pino estando él delante (dato que, sin embargo, Pino no ha mencionado en el juicio).

Villarejo vino a confirmar, en todo caso, el origen ilícito del pendrive al asegurar que quien le dio el pendrive a Martin-Blas fue un exempleado de Método 3, Juan Carlos Ruiloba, "a cambio de no ser detenido" en una investigación que Asuntos Internos estaba llevando a cabo sobre la agencia. Al contener información personal almacenada en un ordenador, su obtención hubiera requerido autorización judicial.

Audio "manipulado"

El defensor de Jordi Pujol Ferrusola, Cristóbal Martell, hizo ver a Villarejo que su testimonio es contradictorio con lo que le dijo al comisario García Castaño en una conversación que ambos mantuvieron en febrero de 2017 y cuya grabación fue incautada en casa de Villarejo cuando fue detenido.

En la grabación se escucha decir a Villarejo que el "puto pendrive" procede de "los cecilios", nombre con el que se referían a los agenes del CNI, y que "el inútil de Pino se lo da al inútil del Chati [al comisario general de Policía Judicial] y lo meten abiertamente" en la Audiencia Nacional "en vez de utilizarlo como inteligencia".

"Ese audio, como los demás [que constan en el sumario del caso Tándem] está manipulado y alterado por el CNI, que además era el que lo grababa", se despachó Villarejo, sin explicar cómo fue encontrado en su vivienda.

El comisario, ya jubilado, Martín-Blas negó haber entregado el pendrive a Pino, tal como manifestó en su día a De la Mata y al juez que instruyó las diligencias contra el exDAO.

Álvaro Ibáñez, que en su día fue investigado al haber sido el autor del informe entregado a De la Mata, expresó su "convicción" de que la información volcada en el pendrive provenía de un registro judicial en Método 3, pero no dio una explicación convincente de por qué los archivos informáticos carecían del código hash que hubiera garantizado su autenticidad.

Ibáñez dijo que esa carencia "no tiene relevancia porque ese código debía estar en el procedimiento del Juzgado de Barcelona", pero admitió que hizo el informe sin comprobar ese extremo.

El funcionario de la Udef sí echó un auténtico capote a Pino al señalar que nunca recibió ninguna indicación sobre lo que debía hacer con el pendrive y que su "independencia" a la hora de tomar decisiones profesionales (entre ellas judicializar el contenido de la memoria informática) es "total y absoluta".

El director de Método 3, Francisco Marco, manifestó, por su parte, que la información contra los Pujol no provenía de su agencia y desmintió que la hubiera sustraído Ruiloba, cuya probidad subrayó.

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