El presidente del juicio al 'procés', Manuel Marchena, ha aprovechado este lunes la presencia como testigo de un eurodiputado esloveno para subrayar que el campo del tribunal es el jurídico y que el ámbito de las "soluciones políticas" es ajeno a la Sala. Un recordatorio que se produce tras el 28-A, para que no se olvide qué puede y qué no puede esperarse del Supremo.

Las elecciones generales del domingo han situado en estrados a siete nuevos parlamentarios. El banco de la acusación ha aparecido en la 37 jornada de la vista con dos abogados de la acción popular convertidos en diputados del grupo parlamentario de Vox en el Congreso: Javier Ortega, por Madrid, y Pedro Fernández, por Zaragoza.

Enfrente, sentados detrás de sus defensores, estaban Oriol Junqueras, Raül Romeva y Jordi Sànchez. En el banquillo, Jordi Turull y Josep Rull. Los cinco han conseguido sus actas de parlamentarios en las nuevas Cortes Generales por ERC y Junts per Catalunya. Es seguro que la Sala permitirá que tomen posesión de sus escaños, aunque es improbable que, en este momento de su situación procesal, puedan ejercer como diputados y senador (este último, Romeva).

La casualidad quiso que el día después de los comicios tocara la comparecencia del eurodiputado esloveno Ivo Vajgl, que coincidió con Romeva en el Parlamento de Estrasburgo desde 2009. El defensor del exconsejero de Exteriores, Andreu van den Eynde, le propuso como testigo para que explique al tribunal el compromiso del hoy acusado "con los derechos humanos y la solución pacífica de los conflictos".  

"El tema del referéndum de autodeterminación siempre ha estado presente en las discusiones y conversaciones sobre Cataluña en el Parlamento europeo", iba diciendo Vajgl. "Se hablaba sobre cómo conseguir un consenso con el Gobierno español...".

"Mire", ha cortado Marchena dirigiéndose a la intérprete, "hágale saber al testigo que el valor de su declaración deriva de que ha sido propuesto por la defensa del señor Romeva para demostrar su compromiso con los valores de la paz, etc, e incluso para hablar de lo que fue su actividad parlamentaria. Le hemos escuchado con atención. Pero el testigo no ha sido llamado para ofrecer soluciones a un problema político que no están al alcance del tribunal".

"Indíquele que prescinda de valoraciones políticas acerca de cómo deben arreglarse determinados problemas políticos. El tribunal no es receptivo a esas valoraciones. Estamos ante un problema jurídico", ha zanjado el presidente de la Sala Penal.

Vox interroga Lluis Llach

Marchena también ha tenido que intervenir en el interrogatorio al carismático cantautor y exdiputado de Junts pel Sí en el Parlamento catalán Lluis Llach, propuesto como testigo por la acusación popular que ejerce Vox.

El presidente ha cortado a Javier Ortega cuando preguntaba a Llach por su ideología, pero también ha tenido que poner en su sitio al testigo cuando ha expresado sus reticencias a tener que contestar al letrado de Vox. 

Adornado con un lacito amarillo en el jersey, gafas y pulsera del reloj del mismo color, Llach ha manifestado que "soy independentista y como ciudadano homosexual y aspirante a ciudadano del mundo estoy en desacuerdo en que me hagan preguntas...".

"Usted viene aquí como testigo", le ha recordado Marchena. "Estas afirmaciones que hace, respetables, desbordan el sentido de su presencia aquí, que es para hablar sobre los hechos que vio. La Sala le respeta en su ideología y en su modelo de vida y lo único que quiere es que el acto se desarrolle conforme establece la ley. La acción popular está admitida en nuestro sistema, con independencia de lo que a cada uno le parezca. Usted tiene la obligación legal de responder a sus preguntas".

Llach ha dado la contraversión de lo que declararon los guardias civiles que intervinieron en el registro de la sede de la Consejería de Economia el 20-S. "No se insultó a los guardias civiles, que fueron siempre respetados y su comportamiento [de los agentes] fue ejemplar", ha dicho.

Tratando de alejar el fantasma de la sedición, Llach ha relatado que estuvo dentro de la Consejería en una reunión de Jordi Sànchez con el teniente de la Guardia Civil que dirigía el operativo del registro judicial. "Eran dos personas que tenían bajo su responsabilidad, desde posiciones distintas, el mismo objetivo de que aquello acabase bien. Sànchez dijo 'nosotros a las doce desconvocamos' y el teniente dijo 'estamos dispuestos a esperar toda la noche si hace falta pero hemos de salir de aquí como los coches'. Ninguna tensión, al revés, eran dos personas dispuestas a arreglar aquello cada una desde su punto de vista". 

También ha asegurado que la idea de que Sànchez y Jordi Cuixart desconvocaran la concentración subidos a los coches destrazados de la Guardia Civil fue suya. "A Jordi Sànchez le silbaron cuando subió al escenario a desconvocar. Al segundo intento subió Cuixart y yo para rematar. Cuando acabamos el parlamento de allí les dije 'oye, delante de la puerta, que es donde hay más gente y más motivada, por decirlo de alguna manera, la desconvocatoria no ha llegado", ha relatado. "Fuimos para allá [delante de la puerta de la Consejería] y, por deformación profesional, dije 'el único sitio es encima de los coches porque es desde donde os verá todo el mundo'. Buscamos unos megáfonos y se tardó unos minutos terribles en que llegasen". Lo que no ha explicado es por qué, en ausencia de tensión y de problemas, esos minutos fueron "terribles".