La Fiscalía de la Audiencia Nacional rechaza solicitar la reapertura de la investigación sobre el atentado del 11 de marzo de 2004 en Madrid donde murieron 191 personas después de escuchar al excomisario José Manuel Villarejo en sede judicial. 

Su comparecencia se ha valorado como una suma de "conjeturas" y opiniones sin datos objetivos por lo que, salvo que aporte documentos oficiales además de los redactados de su puño y letra, fuentes fiscales no ven que el asunto tenga recorrido judicial.

Villarejo presentó las pasadas semanas varios escritos en la Audiencia Nacional cuyo contenido adelantó EL ESPAÑOL. En estos sostenía que el atentado fue una venganza de Marruecos tras el incidente del islote de Perejil y que el CNI activó un plan para prevenir dicha venganza los días previos al 11-M. También que el servicio secreto marroquí instruyó a los terroristas de los trenes y que el servicio secreto francés estaba al tanto de los hechos. De hecho, aseguró que el atentado se montó en un castillo del rey Mohamed VI cerca de París.

No habrá citaciones

A pesar de que en estos documentos Villarejo daba nombres y apellidos concretos de agentes del CNI y de la Guardia Civil a los que, según defiende, informó sobre el resultado de sus investigaciones para que actuaran en consecuencia, los investigadores no lo ven suficiente, pues la mayor parte de la documentación aportada por Villarejo ya llegó a los juzgados o se publicó en prensa. No se espera tampoco que su declaración desemboque en citaciones para confirmar o desmentir sus teorías.

Precisamente el Juzgado Central de Instrucción número 6 donde se juzga a Villarejo sobre el caso Tándem es el mismo donde continúa abierta la única investigación sobre los restos de ADN encontrados en el piso de Leganés en el que se inmolaron los terroristas.

Por eso, en caso de reabrirse una investigación, se tendría que haber hecho en esa pieza. Al recibir los documentos de Villarejo, el juez García-Castellón se veía prácticamente obligado a escucharle. Si no lo hubiera hecho se le podría haber acusado de guardar sus revelaciones en un cajón.

Desde el principio tanto el instructor como la Fiscalía fueron cautos, no quisieron alzar las campanas al vuelo por la falta de credibilidad de Villarejo. Finalmente, salvo que el exagente secreto sorprenda con documentos oficiales repletos de contundentes pruebas que sostengan sus teorías, parece que el asunto morirá tras su declaración.