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Pedro Sánchez es reconocido por su capacidad para adaptarse antes que nadie a la realidad. Para detectar a qué ola subirse para surfear más rápido que sus rivales.

Él mismo lo dijo cuando justificó ante el Comité Federal del PSOE la aprobación de la ley de amnistía con lo de "hacer de la necesidad virtud".

Y encima tiene enfrente a un líder de la oposición con dificultad para hacerlo. Lo que en el fútbol se llama "un defensa con la cadera de madera", que va siempre un paso detrás del delantero rápido y regateador, según explica un destacado socialista.

Ahora Sánchez ha pasado pantalla dentro de su propia confesión de hace un año de gobernar al margen del Parlamento.

Ante la constatación de que Junts y Podemos "se han ido" y son imprevisibles en cada votación, Moncloa ha pasado, con cierta resignación, a desdramatizar las derrotas parlamentarias, mostrarse mucho más firme en las negociaciones y centrarse en que el coste político de esas votaciones sea para quien rechaza las iniciativas.

Fuentes de Moncloa admiten que ha habido un cambio en su estrategia después del verano, tras haber constatado que algunos de sus socios están "en modo preelectoral", aunque no haya motivo porque no hay previsión de elecciones anticipadas. Se refieren especialmente a Podemos y a Junts.

"Ya no piden debatir sobre los textos concretos, sino usar esa votación como propaganda electoral y nosotros no podemos ser seres inmaculados. Si Podemos y Junts quieren lanzar mensajes a sus electorados hay que asumirlo", explican.

Por eso, la intención del equipo de Sánchez es llevar a votación iniciativas con contenido progresista y "ver cuál es el desgaste de cada uno". Se incluyen los Presupuestos, cada vez más inciertos, en esa nueva visión.

Se trata de ceder menos, desdramatizar las derrotas, cargar a los demás el coste de lo que no se apruebe e incidir en una forma de hacer política paralela que llene la agenda, pero no requiera votaciones. Por ejemplo, sobre Gaza.

Es la "nueva normalidad", según el sintagma utilizado en la pandemia, en la que, por ejemplo, este mes de septiembre no ha habido Pleno del Congreso ningún jueves.

No había ocurrido nunca eso, teniendo en cuenta que los jueves son los días en los que se debaten y votan los proyectos de ley procedentes del Gobierno.

Porque Moncloa se jacta de las leyes aprobadas, pero oculta ese hecho y la gran cantidad de proyectos de ley atascados en el Congreso por falta de apoyo.

Esa desdramatización de la derrota ya la ensayaron con motivo del proyecto de ley de reducción de jornada y se encaminan a ejecutarlo en la votación de los Presupuestos. Entre medias, puede ocurrir también con la incierta votación de convalidación del decreto de embargo comercial a Israel.

Quitar presión

Sánchez se siente fuerte en la posición y el debate sobre Gaza y en su equipo se considera que no se entiende el discurso de Podemos que intenta desvirtuar la dureza frente a Israel.

Es decir, que ya está establecida la posición dura de Sánchez frente a Benjamín Netanyahu y no es fácil presentar al presidente del Gobierno como condescendiente con el primer ministro israelí.

Le ayudan mucho en esa posición las dudas y discrepancias en el PP, especialmente, la posición de José María Aznar e Isabel Ayuso alineada con Israel, en contra de la opinión de la mayoría de los ciudadanos, según las encuestas.

"Si Podemos quiere votar en contra del decreto de embargo, tendrá que explicar por qué impide que se aprueben medidas de sanción, votando con PP y Vox, complacientes con el Gobierno de Israel", explican los socialistas.

En el caso de los Presupuestos, Sánchez empezó por quitar presión, asegurando en TVE que aunque se rechace el proyecto de ley en el Congreso él seguirá adelante con la legislatura.

Por el momento, el martes se incumplirá de nuevo el precepto constitucional que obliga al Gobierno a presentar el proyecto de ley antes de finales de septiembre. Y en el Gobierno no hay quien apueste en privado por una aprobación de las cuentas para 2026.

La diferencia es que eso ya no se ve con pesimismo, sino como un trámite por el que hay que pasar, pero que no es decisivo.

Entienden que a base de repetir cada semana que el Gobierno carece de apoyo parlamentario se ha agotado ese argumento contra el Ejecutivo, según explican.

Primeros contactos

María Jesús Montero tiene previsto presentar en las próximas semanas la senda de déficit, previo paso a la presentación de los Presupuestos. De hecho, ya habla de ello con todos los socios parlamentarios, sin que haya en este momento garantía alguna de acuerdo con Junts y Podemos.

Montero ya contempla que el Congreso lo rechace y que haya que mantener la senda de déficit aprobada en 2022 con los Presupuestos prorrogados.

Moncloa sigue firmemente decidida a presentar los Presupuestos en el Congreso, con un contenido muy expansivo, con aumento notable de medidas sociales e inversiones, para que sean otros los que asuman el coste de echarlo abajo.

El Gobierno ya ha contactado con Podemos para hablar de Presupuestos, pero aún no ha pasado de los preliminares y con muy mala impresión. No ven a los de Ione Belarra dispuestos a implicarse para aprobar unos Presupuestos y tampoco ven asumibles sus condiciones previas ajenas a las cuentas.

Y a Junts le ven muy lejos y enredados en su preocupación por su futuro en Cataluña. Explican que han lidiado en estos años con la pugna entre Bildu y PNV en el País Vasco y entre Junts y ERC en Cataluña y ahora se han encontrado con un quinto actor político no previsto que descuadre todo: Alianza Catalana.

Ven a los de Puigdemont preocupados con la ultraderecha catalana y necesitados de poder hacer oposición dura a Salvador Illa en Cataluña para ganar sitio político. Es decir, "en modo electoral".

Esta semana ese dominó se ha visto en el suelo más que nunca en el debate sobre la delegación de competencias de inmigración a Cataluña en el que todos los socios terminaron por debatir entre sí, como nunca lo habían hecho.

Una de las contraindicaciones de esa estrategia sobre los Presupuestos es el papel de la vicepresidenta Montero, candidata en las inminentes elecciones andaluzas, lo que dificulta que pacte con ERC la condición previa de la financiación singular para Cataluña y, además, no puede sufrir el desgaste de un fracaso de las cuentas que ella dirige y presentará.