Estos días, todos los ministerios deben terminar de entregar a Hacienda lo que se llama "las fichas", que vienen a ser los documentos con las previsiones y cálculos de cada uno para la elaboración del proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2026.
Con esos datos recopilados, el departamento de María Jesús Montero tendrá que empezar a elaborar las cuentas.
Luego tendrá que negociar primero con Sumar, la parte minoritaria del Gobierno de coalición, y, posteriormente, con cada uno de los socios de investidura, cuyo voto es imprescindible.
Antes tendrá que aprobar la llamada senda de déficit o techo de gasto en el Consejo de Ministros para presentarlo en el Congreso, como paso previo a los Presupuestos.
Esa actividad interna de los ministerios estos días indica que esta vez es cierto que se trabaja para elaborar unos Presupuestos, a diferencia de lo que ha ocurrido en años anteriores cuando se dijo desde el Gobierno que se haría, pero luego no se movió ni un papel.
También muestra que el procedimiento está aún en una fase muy inicial y que, aunque Moncloa asegura que llegarán a tiempo para que estén en vigor el 1 de enero de 2026 porque los presentarán a mediados de octubre, parece no tener prisa para abordar formalmente las conversaciones. O, lo que es peor para el Gobierno, más bien algunos de esos socios rehúyen sentarse para abordar esa negociación.
Esto hace crecer entre los socios la opinión de que el Gobierno efectivamente quiere presentar el proyecto de Presupuestos, porque ya no tiene más remedio que hacerlo, pero sin prisa y sin la presión de tener que forzar la máquina para aprobarlos.
Es como si la derrota sobre la reducción de jornada fuera una especie de ensayo de cómo se puede dar la vuelta a una votación contraria culpando al resto de no aceptar unos Presupuestos muy expansivos y cargas de gasto social.
De hecho, Sánchez hablará este lunes a los diputados y senadores del PSOE y su mensaje será algo así como que hay que desdramatizar las derrotas parlamentarias y que unas veces se gana y otras se pierde.
Además, obviamente, les insuflará ánimo con la idea de vender gestión y mantener vivos debates como el de Gaza que le son favorables.
Las conversaciones con los socios no han pasado de la comprobación de que los puentes de diálogo y relación funcionan, pero sin entrar en detalle alguno, según explican fuentes de varios del Gobierno y de esos partidos.
ERC y Montero
Por ejemplo, el Gobierno ha sondeado en los últimos días y por distintas vías a ERC, para iniciar las conversaciones sobre los Presupuestos.
La respuesta que han recibido del partido de Oriol Junqueras es que antes de sentarse a buscar nuevos acuerdos, es necesario cerrar y cumplir pactos anteriores.
En concreto, ERC se refiere a lo que llama la "financiación singular y justa" de Cataluña, que estaba contenida en el acuerdo de investidura de Salvador Illa como presidente de la Generalitat en 2024.
Ese acuerdo incluía la cesión de todos los impuestos a la Agencia Tributaria de Cataluña y el establecimiento de un "fondo de solidaridad", es decir, algo parecido a un "concierto fiscal" con parecidos con el vasco y el navarro.
Ese acuerdo luego se trasladó a un pacto entre la Generalitat y Hacienda que rebajaba notablemente el de investidura de Illa. Hasta un punto que resulta inaceptable para ERC.
El Gobierno explica que el "concierto fiscal" fue un pacto entre el PSC y ERC, no de Hacienda.
Sin embargo, los independentistas subrayan que el Comité Federal del PSOE avaló ese acuerdo y hay declaraciones expresas muy claras de esos días de Pedro Sánchez avalando sin matices el acuerdo en Cataluña.
"Es un magnífico preacuerdo que yo defiendo y además lo hago con pasión, porque creo que es bueno para Cataluña y es bueno para España. Porque estamos sentando las bases para no solamente la normalización, sino también la resolución de uno de los principales problemas territoriales que ha vivido España", dijo Sánchez en julio de 2024 en rueda de prensa en la Moncloa.
Para ERC, lo que vino después es una especie de movimiento de "trileros" para sustituir el acuerdo entre PSC-ERC por un pacto posterior de la Generalitat y el Gobierno para rebajarlo.
Ahora, los de Junqueras presionan con una proposición de ley que recoge los términos del acuerdo inicial y quieren que el Gobierno lo cumpla, incluso como condición previa a iniciar las conversaciones sobre los Presupuestos. Así se lo han trasladado estos días a los interlocutores de la Moncloa que intentan comprobar "si hay agua en la piscina".
Pero además, en ERC dicen abiertamente que este asunto hay un escollo difícil de salvar que se llama María Jesús Montero.
Explican que la vicepresidenta primera y responsable de Hacienda no puede permitirse firmar un acuerdo para la financiación singular de Cataluña siendo candidata en las elecciones andaluzas previstas para junio de 2026.
Y dado que Sánchez no parece que vaya a sacar a Montero del Gobierno hasta la convocatoria de las andaluzas sobre el mes de abril, ERC entiende que no es posible antes un pacto que incluya la financiación singular para Cataluña.
Ahora, por tanto, el reto es cómo cuadrar esos elementos contradictorios o incompatibles entre sí. O seguir adelante con la presentación de las cuentas en el Congreso, aunque sean finalmente rechazadas en las Cámaras.
Podemos y Moncloa
Con Podemos no hay ningún tipo de conversación sobre Presupuestos. Ni siquiera emplazamiento a sentarse a hablar, según fuentes del partido de Ione Belarra y del propio Gobierno. Han hablado sobre otros asuntos estos días, pero sin mención alguna a los Presupuestos.
Hace un año, Félix Bolaños y José Luis Rodríguez Zapatero sondearon a Podemos para saber si habría posibilidad de negociar Presupuestos para 2025, pero la respuesta hizo que no volviera a hablarse del tema.
Moncloa ya sabe que Podemos exige una reducción del 40% de los alquileres, la ruptura total con Israel y la reversión de la subida del gasto militar. Y lo ve tan inasumibe como que quiere sacar de la negociación los temas ajenos a los Presupuestos.
Las relaciones con Junts
Con Junts es visible que Moncloa anda estos días poniendo tiritas a la relación, tras el duro enfrentamiento con Yolanda Díaz por la fallida reducción de jornada laboral. Y en ese ambiente, el Gobierno ha querido esperar antes de negociar algo concreto de los Presupuestos.
No ha dejado nunca de haber contactos y reuniones entre los de Carles Puigdemont y el Gobierno, en distintos ámbitos y ministerios, pero sin entrar en detalles.
Por ejemplo, el ministro de Presidencia y Justicia, Félix Bolaños, y la portavoz de Junts, Miriam Nogueras, se reunieron en el Congreso el miércoles, minutos antes del enfrentamiento con Yolanda Díaz.
Junts también pone sobre la mesa asuntos pendientes antes de negociar los Presupuestos. De hecho, la propia vicepresidenta segunda explicó a Carlos Alsina en Onda Cero que Junts le exigió avanzar en otros temas antes de hablar de la jornada laboral.
Este fin de semana, el secretario general del partido, Jordi Turull, amenazó con romper con el Gobierno en una entrevista en TVE. "Si los socialistas adoptan una deriva de ir ganando tiempo y comprando posiciones, de ir a lo suyo, haciendo un discurso diferente en Suiza y Barcelona, nosotros diremos que damos por acabada aquí la relación. Esta es la decisión que debemos tomar si no hay una reacción del gobierno del Estado", aseguró Turull.
Negociación con el PNV
Con el PNV tampoco hay conversaciones concretas, aunque entre este partido y los distintos ministerios no deja de haber contactos nunca.
Hace meses los nacionalistas vascos y el Gobierno ya abordaron algunos asuntos vinculados con los Presupuestos, pero esa conversación quedó interrumpida hace tiempo.
Con Bildu el Gobierno cree que no habrá problemas, porque para los de Arnaldo Otegi es rentable en el País Vasco alcanzar acuerdos en el Congreso para aparecer como relevo del PNV en los pactos para favorecer a Euskadi.
Gaza en la agenda política
En todo caso, Moncloa entiende que la presentación del proyecto de Presupuestos y sus pasos previos le permiten cambiar la agenda política y la conversación pública de los escándalos a la gestión. Es posible que esta vez el Gobierno apruebe a la vez la senda de gasto y el proyecto de Presupuestos, como adelantó EL ESPAÑOL, pero eso aún no está decidido, según la Moncloa.
Esa estrategia fue visible ya el miércoles en la primera sesión de control al Gobierno en la que Sánchez cambió de estrategia y eludió responder a los ataques de Alberto Núñez Feijóo, para hablar sólo de gestión.
De hecho, fuentes de Moncloa creen que han logrado cambiar el paso y llevar la iniciativa y la agenda. Antes del verano se hablaba de corrupción y ahora se habla de Gaza, de las discrepancias con Donald Trump, el cambio climático o la condonación de la deuda a las comunidades autónomas, debates que para el Gobierno son "ganadores", frente a la indefinición del PP.
También le sirve para marcar perfil de izquierdas, intentar restar discurso a Podemos y aglutinar a sus socios.
Como escribía The Economist esta semana, Sánchez ha preferido el resultado en la política interna antes que el resultado en el escenario internacional, asumiendo el distanciamiento con Trump o el "castigo" por haber rechazado el 5% de gasto militar.
