Mientras otros amagan con derribar al Gobierno, exigen nuevas contrapartidas en cualquier votación y le escatiman el apoyo a los Presupuestos, Arnaldo Otegi se ha convertido en el más sólido contrafuerte de la alianza de partidos que sostiene al presidente Pedro Sánchez.
Durante los últimos meses, el líder de Bildu ha multiplicado sus contactos con Carles Puigdemont (Junts), Oriol Junqueras (ERC), Ione Belarra e Irene Montero (Podemos) y la dirección de Más Madrid para unificar su estrategia, recoser las heridas del Gobierno Frankenstein e insuflarle nueva vida.
Frente a la estrategia de Junts y Podemos de poner contra las cuerdas al Ejecutivo, Bildu ha dejado claro que quiere que la legislatura dure lo más posible, porque así estará más cerca de alcanzar sus objetivos.
Otegi lo ratificó este viernes, cuando anunció que, a diferencia de casi todos los demás socios del "bloque de investidura", Bildu se va a sentar a negociar con el Gobierno con "toda la voluntad del mundo", para sacar adelante los Presupuestos de 2026.
Ahora o nunca. "Hay un gobierno en el Estado que puede dar la oportunidad de hablar del estatus político [de Euskadi] y, tanto el PNV como nosotros, tenemos muy claro que este es el momento", expuso el coordinador de Bildu el pasado 1 de agosto en una entrevista en ETB1.
Otegi explicó que el objetivo de Bildu para esta legislatura es abordar una ambiciosa reforma del Estatuto de Guernica que permita cambiar el "estatus" del País Vasco, es decir, su relación con el resto de España.
El PNV comparte esta meta, pero Bildu quiere ir más allá y pretende incluir a Navarra en la ecuación, como parte esencial de "Euskal Herria".
Aunque el procedimiento no es sencillo, la Disposición Transitoria Cuarta de la Constitución es la llave que permitiría unificar ambas regiones.
"Empecemos por respetar que somos una nación, siete territorios formados, y que nuestro modelo de relación debe ser desde una nación con un Estado", abundó Arnaldo Otegi en la entrevista, "empecemos diciendo qué poderes y qué garantías necesitamos para afrontar los retos de la época. Esos son los ingredientes para un nuevo estatus político".
Como el entrenador que no permite que el púgil caiga desplomado a la lona, cansado de recibir golpes, Otegi ha tomado la iniciativa este verano, cuando el Gobierno aún intentaba reponerse de la conmoción que supuso el ingreso en la cárcel del exsecretario de Organización del PSOE Santos Cerdán.
Antes de emprender las vacaciones, Gabriel Rufián lanzó la idea de impulsar una candidatura de la "izquierda plurinacional", que una a los partidos independentistas (al menos ERC, Bildu, BNG y Compromís) en las elecciones generales: "Si no, nos matarán por separado", advirtió.
Podemos aspiraba a jugar ese papel, ser la argamasa que una el voto de los partidos independentistas en el Congreso de los Diputados, pero su relación con ERC se ha enturbiado en medio de reproches mutuos.
Y la idea Rufián ha sido desautorizada por el propio Oriol Junqueras, quien sólo concibe esa candidatura unitaria para garantizar la representación de los partidos nacionalistas en unas elecciones europeas.
Si hasta ahora Santos Cerdán (hoy en prisión) era el encargado de cohesionar a los socios del PSOE ante cada votación en el Congreso, Otegi ha decidido asumir personalmente ese papel, para evitar el riesgo de que naufrague la legislatura.
Ya el pasado mes de marzo, el coordinador de Bildu peregrinó hasta Waterloo (Bélgica) para reunirse con el líder de Junts, Carles Puigdemont. Ambos escenificaron así que el apoyo de sus partidos es esencial para que el Gobierno de Sánchez siga adelante.
En su encuentro, Otegi y Puigdemont se comprometieron a "trabajar sin descanso para que los derechos políticos, culturales y lingüísticos del pueblo vasco y del pueblo catalán sean reconocidos y garantizados".
Antes de que concluyera el curso político, Otegi mantuvo otro encuentro en Vitoria, el pasado 11 de julio, con la secretaria general de Podemos, Ione Belarra, y la candidata del partido morado a la Presidencia del Gobierno, Irene Montero.
Allí analizaron la actual coyuntura "marcada por la inestabilidad, la incertidumbre y el auge de la extrema derecha". Y coincidieron en la necesidad de "superar el régimen del 78".
Dos delegaciones de Bildu y ERC, encabezadas por Arnaldo Otegi y Oriol Junqueras, se reunieron el lunes en San Sebastián para poner en común su estrategia ante la segunda mitad de la legislatura.
Se conjuraron para avanzar en el proceso de "construcción nacional" del País Vasco y Cataluña, y para hacer frente a la "ola reaccionaria que se levanta en el Estado español".
Y el pasado jueves, miembros de la dirección de Más Madrid, el partido de la ministra Mónica García, viajaron a Bilbao. Esta vez no les esperaba Otegi, sino que fueron recibidos por el secretario de Relaciones Políticas de Bildu, Gorka Elejabarrieta; y su responsable de Relaciones Internacionales, Igor Zulaika.
También en este caso, acordaron unificar estrategias frente a "la reacción autoritaria y de ultraderecha que amenaza la democracia".
De este modo, Bildu ha trabajado para recomponer la cohesión de los socios del "bloque de investidura" y facilitar las cosas al Gobierno de Pedro Sánchez, cuyo principal reto este otoño será sacar adelante los Presupuestos de 2026.
Bildu es hoy el socio más entusiasta del Gobierno... pero también el más opaco (nadie sabe con precisión lo que han pactado) y su invitado más incómodo en la Moncloa, donde Sánchez recibió el pasado 13 de marzo a su portavoz, Mertxe Aizpurua, dentro de la ronda de contactos con todos los grupos políticos (salvo Vox) para hablar del aumento del gasto militar.
Junts y ERC han alardeado de las concesiones que han arrancado al presidente Pedro Sánchez y han hecho públicos sus acuerdos de investidura. El de Junts, firmado en Bruselas por Santos Cerdán en representación del PSOE el 9 de noviembre de 2023, bajo una gigantesca foto de las urnas del referéndum ilegal del 1-O.
Bildu nunca ha sentido la necesidad de alardear de estos acuerdos. Aunque Arnaldo Otegi lo dejó entrever en un acto de su partido, celebrado en Eibar en octubre de 2021.
"Tenemos a 200 presos en la cárcel", explicó, "y si para sacarlos hay que votar a favor de los Presupuestos, pues los votaremos. Así de alto y de claro os lo digo".
Ya en la pasada legislatura, el Ministerio del Interior que dirige Fernando Grande-Marlaska completó el traslado de todos los presos de ETA a cárceles del País Vasco y Navarra: cinco reclusos cada viernes.
Una vez allí, de los 133 presos de ETA que siguen en prisión, el Gobierno vasco ya ha otorgado el tercer grado a 83, según el último informe de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT).
Arnaldo Otegi nunca ha renegado de este pasado. Durante el último Aberri Eguna celebrado en Pamplona (cuya Alcaldía entregó el PSOE a Bildu), Otegi rindió homenaje a dos terroristas de ETA que fueron fusilados por el régimen de Franco en septiembre de 1975, poco antes de que falleciera el dictador.
Otegi presentó a Juan Paredes Manot (Txiki) y Ángel Otaegui como dos "militantes antifascistas, abertzales y socialistas", que "sacrificaron sus vidas por este país".
Aunque el líder de Bildu presentó a ambos terroristas como héroes de la lucha por la libertad, de los 856 asesinatos que cometió ETA en toda su trayectoria, 813 fueron en plena democracia, tras la muerte del dictador.
Bildu concurrió a las elecciones municipales de mayo de 2023 con 44 condenados por pertenencia y colaboración con ETA (siete por delitos de sangre) en sus candidaturas. Hoy este partido mantiene su condición de socio preferente del Gobierno de Sánchez.
