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La última batalla comenzó el sábado en el Comité Federal del PSOE y continuó ayer, pero probablemente no será la última. La definitiva, queda para cuando Pedro Sánchez sea un recuerdo y toque recomponer el partido.

Óscar Puente contra Emiliano García-Page. Probablemente el mayor escudero del presidente, contra su némesis en el PSOE.

Dos estilos contrapuestos desde las dos Castillas, que ya han expresado su aversión mutua y que tendrán que volver a medirse en duelo en el futuro.

El último de esos enfrentamientos ha sido uno de los más agrios que se recuerdan en la historia reciente de los socialistas.

En el fondo, ambos están midiendo proyectos, que no fuerzas, muy superiores hoy para los sanchistas tras construir el secretario general un partido a su imagen y semejanza.

Por eso Puente puede acusar a Page de actuar desde una "posición minoritaria". Y por eso Page presume de mantener una llama viva en el partido que alimentan también otros referentes territoriales como Javier Lambán, Luis Tudanca o Juan Lobato, amén de los históricos, de Felipe González a Virgilio Zapatero.

Otros mandatarios como Eduardo Madina personifican esa oposición desde un pasado más reciente. Aunque está por ver quién sigue en el mismo barco y quién no, cuando Sánchez, el autodefinido "capitán", ya no esté. Ahí tocará hacer cuentas de nuevo.

Después de pedirle a Sánchez en el Comité Federal que considerase la posibilidad de una moción de confianza o de convocar elecciones anticipadas, Page afirmó que "la clave está en si seguir aguantando, por muy valeroso que sea, no deja de ser cavar más un agujero y agrandar la hipoteca de los que tienen que venir detrás de nosotros".

"Hay que pensar también en el PSOE del futuro. Es un momento para tener esa generosidad", añadió. Y ahí estaba ya el anticipo de esa disputa del postsanchismo.

Pero el ministro de Transportes quiso zanjar rápidamente debates futuros. "A mí la hipocresía me sale a devolver siempre. Ni la practico ni la soporto".

Y después de afearle a Page que felicitara a sus compañeros a los que había criticado, calificó su actitud de "hipocresía insoportable". "Y te lo digo aquí, mirándote a los ojos", sostuvo, retador.

Pero es que este lunes, ya en frío, el ministro de Transportes volvió a la carga con una entrevista en el programa Mañaneros, de TVE, donde dijo que la actitud de Page era una "enmienda a la totalidad a la línea que sigue el partido desde una posición minoritaria".

El barón castellanomanchego se resistió a dar por zanjado el asunto, al afirmar que él no tiene "puto amo" y que los lugartenientes de Sánchez "tienen más miedo a la crítica que a los chorizos".

El temperamento de Puente

Las carreras de Óscar Puente y de Emiliano García-Page discurren tan en paralelo que ambos se llevan sólo unos meses de diferencia. Ambos nacieron en 1968 -Page acaba de cumplir 57 años y Puente lo hará en noviembre- y se hicieron con el poder en sus respectivos territorios en 2015.

Óscar Puente, como alcalde de Valladolid, en unas elecciones en las que necesitó el apoyo de la marca local de Podemos. Y Emiliano García-Page en las autonómicas que se celebraron ese mismo 24 de mayo de hace 10 años, y en las que también tuvo que sumar los votos de Podemos.

Después, las carreras de ambos se bifurcaron. Y mientras Puente decidió mudarse a Madrid para escoltar a Sánchez, Page decidió seguir manteniendo el castillo en su comunidad.

Al exalcalde de Valladolid, que nunca fue el orador más refinado, siempre le ha podido su temperamento.

En las primarias de 2017, mientras ejercía como portavoz de la candidatura de Pedro Sánchez frente a Susana Díaz, dijo que su partido estaba "con el culo en pompa hacia la derecha", tras la abstención que facilitó la investidura de Mariano Rajoy el año anterior.

Después, se dio a conocer al gran público durante la fallida sesión de investidura de Alberto Núñez Feijóo, en septiembre de 2023.

Allí tiró de sorna, sarcasmo y un estilo muy rudo. "De ganador a ganador", comenzó ironizando, después de ser el candidato más votado en las últimas elecciones municipales en Valladolid, pero sin poder gobernar.

A partir de ahí utilizó sus redes sociales para alimentar al personaje, se mostró más sanchista que el propio Sánchez y se convirtió en un ídolo para los partidarios de no bajar el nivel de revoluciones de la polarización.

La crítica interna de Page

Al contrario, el presidente de Castilla-La Mancha ha mostrado una actitud más pactista hacia el PP, facilitada por sus mayorías absolutas en su comunidad y a que no tiene que rivalizar con más partidos a su izquierda en este territorio tras la salida de Podemos del Parlamento regional ya en las elecciones de 2019.

Desde entonces, su crítica ha sido más interna que externa y en estos momentos porta el estandarte de líder antisanchista.

Ha condenado los acuerdos con los independentistas, la amnistía o la financiación singular para Cataluña, entre otras cuestiones. Y ahora busca saldar cuentas con la corrupción.

Es consciente de que, por el momento, está en minoría, pero juega la baza del posible triunfo moral cuando Sánchez descarrile, ya sea de forma inminente o en un plazo más largo.