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Es muy fácil explicarle a Lucas, el hijo recién nacido de Almeida, para qué sirve un congreso. No sirve para nada. Como mucho, para provocar la vergüenza ajena de quienes lo siguen desde fuera al contemplar los besos y abrazos de los iscariotes.

Tu padre es muy listo, querido Lucas, y estamos seguros de que, llegado el momento, no querrá que aprendas el amor y la amistad en Nuevas Generaciones. Preferirá que lo hagas en cualquier otro sitio. Querrá, eso sí, que intentes ligar, como él, a ritmo de Georgie Dann.

No quiere decir esto, Lucas, que no haya que ver los congresos, que no haya que seguirlos. Es bueno estar, es bueno escribirlos, porque mirándolos de cerca se entiende la lógica del poder.

Es bueno estar, claro, si eres periodista. Aunque sospechamos que tu padre, Lucas, también querrá para ti casi cualquier oficio antes que el nuestro. Antiguamente, se decía eso de… "antes que periodista, pianista en un burdel".

Pero Koldo, Ábalos y Sánchez han hundido también la reputación de los pianistas de burdel. Una faena. 

Atravesaba el padre Feijóo, que también es tu padre, Lucas, el padre de todos… Atravesaba el padre Feijóo un mar de sillas blancas y lo iban interceptando todos los que quieren medrar. Medrarle. Que tus éxitos en la vida, Lucas, no dependan de otro. No sólo de otro. Que dependan primero de ti.

En esos gestos del congreso, en la longitud de la sonrisa, en el segundero del abrazo, los plumillas encontramos las pistas de la psique humana que caracterizará el posible gobierno del PP. Quiénes y cómo serán.

Tu padre, Lucas, tiene la esperanza de que, cuando tú aprendas a hablar, ya esté gobernando el PP, pero nosotros creemos que Sánchez, como un tipo muy malo que hubo en España, morirá en la cama.

No sirven de nada los congresos, pequeño Lucas, porque dentro no se debate nada que le importe a quien vota a este partido. Los asuntos complejos –los socios, el nacionalismo, la inmigración y los grandes temas sociales– han sido decididos previamente por el aparato. Aquí se plantean con sordina.

Cómprate una batería, Lucas, un piano, un violín, ¡ama la música!, y sólo ponles sordina cuando se hable de "temas orgánicos". Lo orgánico, como su nombre indica, o se descompone o va a la papelera.

Pero no malinterpretes esta carta, Lucas, interésate por la política. Por la alta política. Sé ciudadano, participa, opina, estudia, aprende. Con mirada crítica. Con mirada sólo tuya.

Es bueno, Lucas, que te cargues todos los aparatos que te encuentres por casa en cuanto empieces a moverte. Y si algún día tienes la mala idea de unirte a Nuevas Generaciones, cárgate también el aparato.

Tu padre, un día, en la última guerra civil del partido, no supo muy bien a quién abrazar y casi se mata. ¿Lo ves, Lucas? Es mejor estar en un sitio donde el abrazo no tenga que ver con el sueldo. Vale lo mismo esto para el PP que para Koldo y Ábalos.

Estás muy bien ahí en el hospital, Lucas, con tu madre, con tu padre. Y no sabes el favor que le has hecho a tu padre. Porque un congreso, cuando tu cuota de poder no está en juego, como es su caso, además de no servir, es un coñazo. 

Tu padre es, en este instante, el hombre más feliz del mundo porque has llegado, Lucas. Y también lo es un poco porque se ha perdido el congreso. 

Hay un instante que ha neutralizado el interés informativo del cónclave al poco de estrenarse. Llegaba el padre Feijóo y, entre todos los besos, ha habido dos que ha dado con esmero, con calma, casi como cuando se besa por primera vez. Feijóo besando a Ayuso y Ayuso besando a Feijóo. Para que se enteraran bien los cámaras.

Fíjate, Lucas, ahora que has llegado, cómo tu padre besa a tu madre. Y al revés. Cómo te dan besos a ti. ¿Lo ves? Esos besos son de verdad, no tienen nada que ver con estos que analizamos nosotros a cambio de dinero. 

Los periodistas somos peores que los del burdel, Lucas. Porque los pianistas en el burdel tocan melodías preciosas y el ruido de nuestro teclado, y la música de este congreso, no son más que ruido de ametralladora.

No hay mayor pegamento que el del poder. Y el poder está cerca… según las encuestas. Debe de estar muy cerca. Rajoy y Aznar en el mismo escenario, fingiendo ser los amigos que ya no son.

Decía Pedro Sánchez, nuestro Napoleonchu, hace apenas dos meses, que en el cónclave del PP Feijóo entraría Papa y quizá saldría cardenal. Cosas de la vida, Lucas. Sánchez va a entrar mañana en el suyo siendo Papa… camino de su propio funeral. Réquiem. 

Todos los que acompañan a Sánchez huelen a muerto. Es admirable la entrega de los nuevos miembros de la Ejecutiva. Una cosa era unirse al sanchismo cuando el reino empezaba y otra unirse a él cuando el reino se desmorona. ¡Esos son los valientes! ¡Nuestros quijotes!

Fíate, Lucas, de los antihéroes, de los que abrazan una causa cuando no hay Dios que la abrace. Pero revisa antes su cuenta corriente.

Decía José Bergamín, un poeta que tienes que leer: "Yo, comunista hasta la muerte. Pero ni un paso más". Los espectros que investirá Sánchez mañana serán sanchistas hasta la muerte, en la resurrección y en la vida eterna. Qué miedo, Lucas.

El primer miedo de tu vida quizá sea cuando te salude ese señor con bigote, pero no te preocupes, ya no manda.

De Dios no vamos a decir aquí nada, Lucas, que tienes a tu padre, mucho más capillita que nosotros, a los profesores de Retamar y al padre Feijóo. Pide ayuda cuando estés hasta ese gorro que llevarás puesto ahora, el gorro que a todos nos ponen en el hospital al nacer, aunque haga cincuenta grados.

El padre Feijóo es más penitente que vengativo, pero se la ha devuelto a Sánchez. Al poco de empezar, se ha proyectado un vídeo con la pantalla en negro, con los rostros de los malignos proyectados –Sánchez, Cerdán, Ábalos– y con las campanas tocando a muerto.

Ha sido la manera de recitarle a Sánchez el poema de John Donne. Aunque Sánchez tiene mejor comprensión lectora que moral y ya sabe que las campanas suenan también por él.

Por quién doblan las campanas, Lucas. Qué poema. Le gustó tanto a Hemingway que escribió una novela con ese título que también tienes que leer. ¡Hay tantas cosas que hacer en la vida antes que ir a un congreso, Lucas! 

–Hemos fichado a Nadal.

–¡No jodas! ¿A Rafa?

–No.

–¿A Toni?

–Bueno, a Toni a medias. Pero hemos fichado a Alberto Nadal, un economista de Rajoy.

Tu padre, Lucas, que no es un fanático, te enseñará el primero al Nadal que menos habla del PP. A Rafael. Con un poco de suerte, no te dará envidia porque llegarás a ver los triunfos de Alcaraz si no se nos despista en los barcos de Ibiza.

Rafael Nadal, Lucas, fue como Sánchez. No había manera de echarlo. Llegaba a todas las bolas, salvaba todos los puntos de partido, desesperaba a los adversarios, levantaba del asiento a todo un país.

Con una diferencia: cuando Sánchez ganaba, sólo ganaba él mismo. Con Nadal, ganábamos todos. 

Toni Nadal ha apoyado al PP tangencialmente. Estar ahí ya es un gran paso, pero no se ha puesto la camiseta del todo. Es listo. Ha dejado puertas abiertas por las que salir si el padre Feijóo decepciona.

Cuando la diputada del PP que dialogaba con él le ha dado las gracias "por emocionar a España", Toni le ha dicho: "Yo no he emocionado ni a mi madre". Por eso estaba ahí Toni, pequeño Lucas, para enseñarle al padre Feijóo a ganar de una vez sin emocionar. 

Tú no te preocupes por eso. Ya eres todo emoción. Estamos seguros. Por tu bien, si tiene que caerte un carné, que sea el del Atleti. Y si algún día quieren colgarte del cuello una acreditación que ponga "congreso", huye. Corre hacia los bosques como en el Walden de Thoureau. Para que un día, cuando mires atrás, jamás tengas la sensación de no haber vivido.