El pasado martes, durante la primera sesión del debate de investidura de Alberto Núñez Feijóo, Yolanda Díaz llegó al Congreso de los Diputados con un discurso bajo el brazo, un bloc de notas para las réplicas y el traje blanco que usa en las grandes ocasiones, pero no subió a la tribuna.
La ausencia de Pedro Sánchez, que a última hora delegó en Óscar Puente como portavoz, obligó a la vicepresidenta a hacer lo propio con su protegida, Marta Lois, sin experiencia en citas de este tipo y con medio grupo parlamentario esperando su harakiri.
"Es obvio que no estaba preparada. Esto es la Champions y hay que saber a qué se juega", metaforizan desde Podemos, que reclamaron un turno de palabra durante el debate.
La crítica, compartida por el resto de partidos de la coalición, se extiende también a Yolanda Díaz, que "no debería haber permitido" a la debutante enfrentarse a una situación así.
Lois utilizó buena parte de sus 30 minutos de intervención en reprobar al PP por usar la fotografía de los firmantes de los Pactos de la Moncloa en 1977 para presentar un documento del partido. "Puede ver nacionalistas, socialdemócratas, democristianos, comunistas... ese conjunto de fuerzas son con las que usted no puede hablar [...] y ni una sola mujer", resaltó la diputada, para luego explicar que "es una foto en contra del país".
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En realidad, la portavoz quería utilizar la foto como símil de que el bloque de la derecha, con su rechazo a los grupos independentistas, no comprende España ni la representa, pero su largo enredo acabó difuminando el fondo del mensaje y provocando bostezos incluso entre su propia bancada.
Fuentes de distintos partidos de la coalición coinciden en "el error" de elegir a Lois para la ocasión, sobre todo porque "atacarla a ella es más fácil que atacar a Yolanda [Díaz]", en referencia a Podemos.
"Fue una oportunidad perdida, aunque es verdad que la culpa no es totalmente suya", justifican. "Feijóo se pasó tres pueblos y Yolanda tenía que haber intervenido; no le debe nada a Sánchez como para tener que ir a una con él", interpretan, en contra de la estrategia oficial de que presidente y vicepresidenta actuaran coordinadamente como hicieron durante la moción de censura de Ramón Tamames.
A pesar del deslucido papel de la portavoz, en Sumar sí valoran su valentía a la hora de defender la legalidad de la amnistía a los encausados del procés a diferencia del PSOE, que esquivó el tema durante todo el debate. Lo que rehuyó Pedro Sánchez, lo hicieron Lois, primero, y Enrique Santiago (PCE) y Aina Vidal (comunes), después.
"Es para cientos de personas anónimas que se vieron envueltas en el conflicto político, una oportunidad de pasar página frente a los que quieren sacar rédito del conflicto", concluyó la que fue concejala en el Ayuntamiento de Santiago con Compostela Aberta. Ni Podemos, ni Más País ni Compromís tuvieron oportunidad de tomar la palabra, como alguno de sus portavoces había reclamado.
De hecho, el debate de quién es la voz de Sumar en el Congreso es algo que trasciende a la propia sesión de investidura. Hace apenas tres semanas, al inicio del curso político, Díaz maniobró para dejar a Podemos, Izquierda Unida y Más Madrid fuera de las portavocías del grupo parlamentario en la Cámara Baja, un puesto clave para obtener visibilidad y poder registrar iniciativas.
Desde entonces, cada oportunidad de salir a la tribuna se ha convertido en un dolor de muelas para la vicepresidenta, quien delegó la responsabilidad en Lois (una de sus más estrechas colaboradoras), los Comunes, Compromís y Chunta, pero no en las grandes formaciones. Podemos, de hecho, todavía no ha tomado la palabra por Sumar en ningún momento desde que empezó la legislatura.