Alfonso Fernández Mañueco no es el líder regional del PP con más apoyos y simpatías en la dirección del partido. No lo fue cuando pactó con Vox tras las autonómicas de hace casi un año y no lo es ahora por la forma en la que ha gestionado la polémica sobre el aborto en Castilla y León.

"Es una gestión inoportuna, absurda y, sobre todo, innecesaria", explican fuentes la sede central de Génova. De hecho, desde la sede nacional del PP se le presionó desde el viernes para que rectificara el anuncio de su vicepresidente, Juan-García Gallardo.

Mañueco salió ayer a matizar la propuesta del vicepresidente de Vox, pero en realidad no ha logrado doblegar a este partido en su pretensión de presionar a las mujeres que quieren abortar. Realizó una declaración institucional acompañado por su consejero de Sanidad el día en el que teóricamente se estrenaba el nuevo protocolo de atención a mujeres embarazadas.

El presidente de Castilla y León afirma que el protocolo no obliga a que los médicos ofrezcan escuchar el latido del feto o ver radiografías en 4D, pero Vox insiste en que es necesario cumplir lo aprobado. Si se da la posibilidad a los médicos, se está permitiendo que se presione a las mujeres que quieren abortar.

Sin embargo, el vicepresidente ha insistido este lunes en que los médicos están obligados a informar a las embarazadas del protocolo "provida", y ha asegurado que no se siente desautorizado por sus socios del PP.

Mientras, el Gobierno está a la espera de ver el texto concreto de protocolo, que aún no se conoce, para decidir si intenta paralizarlo en la vía contencioso administrativa.

En su momento ya hubo malestar en la dirección del PP por su pacto con Vox en el que entregó al partido de extrema derecha una vicepresidencia sin contenidos y, por tanto, sin tener que rendir cuentas o asumir desgaste por gestión.

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Por eso, en los últimos meses ha habido voces del PP que han mantenido en privado que sería conveniente sacar a Vox del Gobierno de Castilla y León antes de las elecciones de 2023.

El pacto de Mañueco con Vox fue cerrado antes de la llegada formal de Feijóo a Génova, aunque él nunca lo ha cuestionado en público.

El primer efecto de la polémica de estos días es que ha roto la agenda justo en el momento en el que era más favorable para el PP y más incómoda para él Gobierno, con la reforma de los delitos de malversación y sedición.

Balón de oxígeno a Sánchez

Para el PP la polémica del aborto es un enorme balón de oxígeno para el Gobierno de Pedro Sánchez. De hecho, este asunto ha sido incómodo siempre para el PP que, por ejemplo, recurrió la ley al Tribunal Constitucional pero no la cambió cuando tuvo mayoría absoluta y le costó el cargo de ministro de Justicia a Alberto Ruiz-Gallardón en tiempos de Mariano Rajoy. Es decir, no es un tema ganador nunca para el PP.

En la dirección del partido tampoco se entiende por qué razón Mañueco sacó ahora este asunto y permitió que fuera el vicepresidente de la Junta quien informara. Ni las posteriores dudas y amagos del Gobierno de Mañueco, con diferentes versiones desde el viernes.

Todo ello ocurre, además, en el momento en el que Feijóo quiere poner distancia de Vox, pensando en las elecciones generales diciembre.

Para esa estrategia ha ayudado que Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez Almeida hayan roto sus negociaciones con Vox sobre los presupuestos autonómicos y municipales de Madrid.

Fuentes del PP explican que la estrategia es agrupar voto útil procedente de Vox, con el argumento de que sólo los populares garantizan un "Gobierno serio". Ese argumento ya le sirvió en Andalucía para lograr una inesperada mayoría absoluta.

No obstante, a la dirección del PP le preocupa que esta sea la tónica de Vox en los próximos meses para hacerse notar y, de paso, dar oxígeno a Sánchez, sobre todo, después de las elecciones municipales y autonómicas de mayo tras las cuales el PP puede depender del partido de Abascal en lugares clave.