La invasión de Ucrania ha entrado en una fase de impasse en los ataques por tierra desde hace unos días. Las fuerzas ucranianas han recuperado Irpin, al noroeste de Kiev y los contraataques del ejército de Volodímir Zelenski en las afueras de la capital probablemente interrumpirán los esfuerzos de Vladímir Putin por reagrupar sus tropas y reanudar las operaciones ofensivas para sitiar la ciudad.

En ese escenario, se reunieron las delegaciones de Moscú y Kiev en la oficina presidencial del Palacio de Dolmabahçe de Estambul, en Turquía. Con las fuerzas rusas en el noreste de Ucrania estancadas, sin realizar operaciones ofensivas contra Chernigov, Sumy o Járkov en las últimas 24 horas, y sin poder asegurar terreno ni en el Donbás ni en su ofensiva Mykoláivel ejército ruso sí logra avances en Mariúpol.

Es decir, la guerra sigue. Y según los informes de inteligencia que maneja Moncloa, remitidos por los servicios de información militar de Estados Unidos y Reino Unido, principalmente, "no se espera que acabe en breve". Al contrario, según las fuentes consultadas, "las negociaciones parecen formar parte del espectáculo" y Putin sólo está ganando tiempo "para reagrupar fuerzas y rearmarse".

Un soldado de la resistencia ucraniana, apostado en un parque infantil de Kiev. Reuters

Según lo que trascendió este martes de esas negociaciones, Rusia abandonará su objetivo de "desnazificación" de Ucrania y está dispuesta a permitir que Kiev continúe con su candidatura para ingresar en la Unión Europea. El objetivo que bastaría a Putin es que Ucrania se mantenga neutral militarmente y renuncie a entrar en la OTAN, algo a lo que Zelenski ya renunció públicamente hace dos semanas.

En el campo de batalla, Rusia anunciaba que reducirá la actividad militar en torno a Kiev y la asediada ciudad septentrional de Chernígov, tras la jornada de negociación de este martes en Estambul con la delegación ucraniana.

En la reunión, Kiev y Moscú analizaron un acuerdo de paz que prevé incluiría para Ucrania obtener "garantías de seguridad" por parte de varios países. Ese grupo de garantes estaría formado por los miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas -Reino Unido, China, Rusia, Estados Unidos y Francia-, así como Turquía, Alemania, Canadá, Polonia e Israel.

Desconfianza

La desconfianza de los informes de inteligencia se basan en los continuos engaños de Putin desde que en diciembre recreció la presencia de tropas en la frontera este de Ucrania. A finales de 2021, ya eran 100.000 los soldados apostados, y mientras el mandatario ruso aparentaba negociar "una salida diplomática", continuó con su escalada.

El mismo secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, corroboró este martes, de palabra y en público, estas sospechas: "Una cosa es lo que Rusia dice y otra cosa es lo que Rusia hace", dijo en una rueda de prensa conjunta con el ministro marroquí de Exteriores, Nasser Burita. "Nos centramos en lo segundo, en lo que hace Rusia. Y lo que hace es bombardear brutalmente en ciudades ucranianas, y a su gente. Eso es lo que hace".

El día 24 de febrero, cuando dio la orden de iniciar la invasión, las fuentes militares aliadas calculaban en 190.000 las tropas desplegadas. Según los últimos informes del Institute for the Study of War estadounidense señalan que "los esfuerzos de movilización rusos se vuelvan urgentes dadas las pérdidas en la guerra". Y, por su parte, el Wall Street Journal citaba una fuente anónima de la OTAN que afirma que Rusia habría perdido hasta 40.000 soldados -entre muertos, heridos o desaparecidos- en el primer mes de guerra.

Esa evaluación y la pausa prolongada de las operaciones ofensivas por tierra en Ucrania, explican los temores de las fuentes de este periódico: "Putin prevé atacar un país de la OTAN. No sólo ha entrado en una fase destructiva, es que a la vez se siente atacado y traicionado".

Sáhara, Marruecos y Argelia

Blinken está en plena gira por Oriente Próximo y el norte de África, desplegando la diplomacia norteamericana para fortalecer las conversaciones, derivadas en parte del reciente arreglo entre el Gobierno español y el marroquí, a cuenta del cambio de posición del Ejecutivo de Pedro Sánchez respecto al Sáhara Occidental.

El secretario de Estado, Antony Blinken, a su llegada a Jerusalén, este domingo. Reuters

Desde el pasado sábado hasta este miércoles 30 de marzo, el secretario de Estado habrá visitado Israel, Cisjordania y Marruecos, acabando su periplo en Argelia del 26 al 30 de marzo.

El viaje se organizó en la intención de lograr compromisos con estos países sobre una variedad de prioridades regionales y globales. Así, las actividades desestabilizadoras de Irán, los Acuerdos de Abraham -que reabrieron las relaciones diplomáticas entre Israel y determinados países árabes, como Marruecos, en diciembre de 2021- y los eventuales avances en la posibilidad de una solución de dos Estados en el conflicto israelo-palestino.

Y por supuesto, también la guerra del Kremlin contra Ucrania.

Durante su estancia en Rabat, el secretario también se reunió con el príncipe heredero de Abu Dabi, el jeque Mohamed bin Zayed Al Nahyan, para hablar sobre seguridad regional y desarrollos internacionales.

Este miércoles, Blinken se reunirá con el presidente argelino, Abdelmadjid Tebboune, y el ministro de Exteriores, Ramtane Lamamra. Con ellos prevé tratar sobre la tensión entre este país y Marruecos, la seguridad y estabilidad regional y la cooperación comercial, ahora que Argel aspira a convertirse en el mayor proveedor de gas para Europa, como alternativa al suministro ruso.

"Continuaremos trabajando en estrecha colaboración con nuestros aliados y socios para imponer costes adicionales a Putin y sus apoyos, si no cambia de rumbo", declaró en una nota del Departamento de Estado.

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