Los equipos de Esquerra Republicana de Catalunya y de Junts aún no han cerrado los aspectos formales de la delegación que llevará el Govern, en apenas cinco días, a "la reunión con el Gobierno del Estado". Sólo está claro que la cita se celebrará en Barcelona este jueves 16 o el viernes 17 de septiembre. La división entre ambas formaciones -visibilizada en la suspensión de la ampliación de El Prat-, y la poca fuerza mostrada por el independentismo en la Diada de este sábado tampoco ayudan.

Fuentes del Govern aclaran que, en estas horas previas, republicanos y exconvergentes sólo están de acuerdo en dos puntos: que habrá el mismo número de integrantes de ERC que de JxCat (tres o cuatro cada uno) y que deben ser consellers... pero eso todavía se negocia con Madrid, a la espera de que Moncloa confirme otra cosa: que Pedro Sánchez presidirá la delegación de seis ministros confirmada este domingo por Félix Bolaños

Lo que sí está claro, según ha podido saber este periódico en conversación con portavoces de ambos partidos independentistas, es el punto número uno de las reivindicaciones que enumerará Aragonès: el referéndum, como condición sine qua non para pasar la página y abordar algún punto más.

Dos argumentos

También está ya definida la argumentación en la que se apoyará el president, que estará basada en dos aspectos, uno "propositivo" y otro "democrático". El primero, según una persona del entorno de Aragonès, será que "votar el futuro político de Cataluña incluye a todos, a quienes creemos que la independencia es la vía de la solución, y a quienes optan por permanecer en España, en sus diversas formas..."

El segundo motivo es pura política comparada: que "el Gobierno británico de Boris Johnson acaba de anunciar que aceptará otra consulta si hay en Escocia un 60% de ciudadanos que la piden, y aquí en Cataluña somos el 80%", explica otra fuente independentista.  

En realidad, lo dicho por el ministro para Escocia, Alister Jack, hace dos semanas en una entrevista con la revista Político no era exactamente así: "Si viéramos que, sistemáticamente, el 60% de la población desea un referéndum -no la independencia, sino que desea un referéndum-, y ese respaldo se mantiene durante un período razonablemente largo, entonces reconoceríamos que existe ese deseo". 

A esto, dos salvedades: la primera -que recuerda Moncloa- es que Reino Unido no tiene una Constitución por escrito, como sí tiene España, que fija la soberanía "en el pueblo español" e impide este tipo de consultas. Y la segunda que, a pesar de que el independentismo catalán gusta de compararse con el escocés, ni la propia líder soberanista, Nicola Sturgeon, acogió con alegría la concesión de Jack: "El ministro va inventándose reglas constitucionales sobre la marcha".

De dónde sale el 80%

Además, esa cifra del "80% de catalanes" es, quizás, el único dato que pocos refutan al independentismo, pero cuyo origen es menos conocido... y demostrable. Se viene repitiendo ese mantra desde los albores de la conversión de Artur Mas al separatismo, en 2012; y fue argumento de campaña para Ernest Maragall, cuando el exsocialista dio el salto definitivo a ERC, en 2018, y quiso ser alcalde de Barcelona, en 2019: "Somos el 80%".

El origen de ese dato no es oficial, sino una encuesta, el Racòmetro, de RAC 1, que data de octubre de 2012. Desde entonces, otros sondeos realizados por medios del mismo grupo Godó, como La Vanguardia, han dado resultados muy distintos, como el reciente 23% de catalanes que veían el referéndum como la mejor "solución al conflicto", que detectó un estudio realizado por GAD 3 para el diario en el mes de julio de este año.

Moncloa, por su parte, ya ha anunciado su nula intención de tratar este asunto. Al menos de partida y en la primera reunión de la mesa 19 meses después de constituirse. "Ése no es el camino, por ahí no habrá reencuentro", afirmó la ministra portavoz hace dos martes.

Otras fuentes del Gobierno tratan de centrar el foco, en conversación con este diario, en los temas "sociales y económicos, para trabajar juntos e ir creando un clima de entendimiento", precisamente, aprovechando "lo de El Prat"... y, a mayor abundamiento, razón por la que Aragonès se niega a desviar el tiro.

"Sí toca hablar de esto", responde un portavoz del entorno del president. "Ellos tendrán sus cálculos de lo que les interesa decir ahora, pero superar el conflicto no pasa por inversiones, sino por la autodeterminación y la amnistía. Y si no, que traigan su propuesta de una vez".

Pedro Sánchez conversa con Quim Torra, durante la primera reunión de la mesa de diálogo en Moncloa. Efe

Probablemente, el único miembro de la delegación indepe que repita en la mesa sea el propio Aragonès -entonces, como número dos de Quim Torra y ahora, al frente-. Y es que, en este tiempo, han pasado tantas cosas que los integrantes de la cita serán muy distintos. Cataluña ha cambiado de Gobierno y Pedro Sánchez ha revolucionado el suyo: allí estaban Ábalos, Calvo, Iglesias... 

Y es que el nuevo equipo de Moncloa, producto de la escabechina en el Ejecutivo del pasado mes de julio, quiere cambiar las prioridades. Más economía y menos pandemia; promocionar la "agenda social" y no priorizar la "del reencuentro"; más territorios y menos nacionalismos.

El plan trazado por Óscar López, nuevo jefe de gabinete, es poner al presidente en el suelo, bajándolo del olimpo al que -dicen- lo tenía subido Iván Redondo. ¿Que hay un incendio? Allí nos vamos. ¿Que no hemos visitado una sola residencia? Celebremos el éxito de la vacuna en un hogar de mayores. ¿Que llegan los fondos europeos? Hablemos de la modernización del campo entre olivareros...

Cambio de prioridades

Para empezar, el presidente está visitando cada semana entre una y dos poblaciones de "la otra España", ésa que pocas veces está en el debate político -Ávila, Cáceres, Guadalajara, Jaén y Gijón, por ahora-. Y como consecuencia, a los grandes debates, ésos que llegan más a los titulares pero menos al bolsillo y a las cosas de comer, llegaremos con los zapatos manchados del polvo del camino... y algo cansados.

Porque eso es lo que parece que le provoca al presidente Sánchez la vuelta a la mesa de diálogo, negociación y pacto con el Govern de la Generalitat. Ha pasado más de año y medio de su primera reunión, y ahora se postergan compromisos como la reforma del delito de sedición. "Se le prometió a Esquerra en la investidura y ya van dos años de demora...", se mofa una fuente de Junts. "Parece que sólo nos hicimos una foto aquel día de febrero de 2020".

Porque la agenda del reencuentro que elaboró el gabinete saliente fue impugnada en su totalidad por Pere Aragonès el pasado 29 de junio.

Sánchez se sentó con el president durante un par de horas en Moncloa, y quiso presumir de tener ya cumplidos o en marcha 20 de los 44 puntos de ese documento que aún luce en la web de Presidencia del Gobierno. Pero Aragonès le dijo que ni hablar, que todo eso de las transferencias, las inversiones y la financiación ya tenía otro foro donde tratarse: la comisión bilateral. Y que a la mesa sólo se debían llevar las "propuestas de solución al conflicto político de Cataluña con el Estado"... es decir, el referéndum, la amnistía "o su propuesta concreta, que aún no conocemos".

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