La lista de integrantes de la nueva gestora del PSM-PSOE, el equipo de elegidos por Pedro Sánchez para pilotar la salida de la profunda crisis en la que se ha hundido la formación, esconde varias pistas de lo que quiere el líder para el futuro. Todos sus integrantes son fieles al presidente y secretario general del partido. Y en ella, curiosamente, faltan tres nombres importantísimos del socialismo madrileño: Juan Lobato, Mónica Carazo y Hana Jalloul.

Lobato era alcalde de Soto del Real hasta que Ferraz lo mandó a las listas de Gabilondo y dejó la vara de mando tras seis años. No necesitaba hacerlo -de hecho, ya compatibilizó la alcaldía con un escaño en la legislatura 2015-2019-, lo que indica que había planes mayores para él.

Carazo es uno de los cerebros internos de la formación en Madrid y todas las voces que hablan sobre ella dicen que "es ella la que sabe todo lo que ocurre y el porqué". Según las fuentes consultadas, tiene puntos a favor que le faltan a Lobato. Para empezar, que es mujer y del sur de la región. Carazo es joven y tiene muy buena imagen dentro y fuera del partido.

Mónica Carazo, dirigente del PSM-PSOE. E.E.

Y Hanna Jalloul fue la elegida por Sánchez para ir como número dos en la lista para el 4-M. No sólo se guardó su anuncio como un acontecimiento, sino que protagonizó carteles electorales a modo de ticket, sugiriendo que era la ungida para rodarse los próximos dos años... y tomar las riendas en 2023.

La apuesta era de tal magnitud que fue sacada del Ministerio de Inclusión y Seguridad Social, adonde había llegado fichada por José Luis Escrivá para la Secretaría de Estado de Migraciones. Cuentas fuentes de Moncloa que Jalloul empezó a labrar su futuro en el entorno de Sánchez en un avión de vuelta de Bruselas, en el que dio un discurso que dejó atónitos al presidente y a su entonces ministro de Exteriores, Josep Borrell. Sin embargo, su figura se ha ido apagando durante la campaña.

Hana Jalloul, la dos de Gabilondo, incumple el protocolo de seguridad al ir a votar con su hija

Sánchez quiere darse tiempo, manejando de cerca la situación en la gestora, para tomar la decisión definitiva de quién debe hacerse cargo del partido en Madrid. No hay prisa en Ferraz, porque se abre ahora una etapa larga sin elecciones a la vista, pero al PSOE le hace falta rearmarse y tiene la oportunidad de resarcirse contra el PP de Ayuso en dos años, ya que estos comicios no cambian la fecha de caducidad de la legislatura madrileña.

La sucesión de hechos

El martes fueron las elecciones y el PSOE se despeñó en su pero resultado de siempre en la Comunidad de Madrid. El miércoles hubo Ejecutiva del PSM, la pata madrileña del partido de Pedro Sánchez, y la decisión fue ninguna: ni Ángel Gabilondo renunciaba al acta ni José Manuel Franco, secretario general regional, presentaba su dimisión.

Pero el jueves se reunió la Ejecutiva nacional, Franco cesó en su cargo y Gabilondo acabó ingresado por una arritmia. Mientras convalecía, se filtró que no sería diputado y que se formaría una gestora. Finalmente, este viernes Ferraz comunicó quiénes la integrarán... y empezó a atisbarse el plan de Sánchez para lamerse las heridas.

Y es que el presidente, en Oporto para una cumbre europea, no ha dado una sola explicación -ni siquiera, valoración- del desastre. Lo que demuestra que, a pesar de las señales políticas enviadas, se siente responsable y no quiere que su figura se vea afectada.

Sirva como dato que Sánchez es el primer jefe de Gobierno español que elude a la prensa después de un Consejo Europeo desde que España entró en la CEE, en 1986. Hasta ahí llega el nivel de la hecatombe que ha supuesto para el PSOE el tsunami Ayuso del pasado 4-M.

Doble mensaje

La revolución montada en el PSM, con dos cabezas cortadas, se lee en el interior del PSOE como un movimiento con doble mensaje. El primero y más inmediato, tomar las riendas del desastre y darse un tiempo de reflexión -el congreso regional que debe convocar la gestora no tiene fecha ni esbozada-. Y el segundo y menos evidente, mandar un aviso a Susana Díaz, la última muralla que le queda a Sánchez por derribar del viejo socialismo que no se le somete.

Susana Díaz y Pedro Sánchez, de mitin en Sevilla. Efe

Si en Madrid se toman decisiones drásticas tras una derrota, qué no debería haber hecho la lideresa andaluza tras llevar al PSOE a perder el poder en la región por primera vez en democracia.

Y todo a pesar de que esas dos cabezas, las de Franco y Gabilondo, son simples chivos expiatorios. Todo el mundo en la calle y, claro, dentro del PSOE sabe que la campaña no fue cosa del candidato ni, mucho menos, del secretario general.

El desconocido Franco, de hecho, ha sido más conocido por su papel errático como delegado del Gobierno en Madrid durante la pandemia y, hace pocas fechas, por su nombramiento como Secretario de Estado para el Deporte. Precisamente, para cubrir el hueco dejado por Irene Lozano, otra sanchista movida como pieza de ajedrez a las listas de Gabilondo... sin consultarle al cabeza de lista.

Sánchez ha elaborado una gestora equilibrada, según fuentes internas del partido. La preside Isaura Leal que, como su apellido indica, es una fiel sanchista, junto a Lorena Morales y Fran Martín. Hay un guiño a los alcaldes, con la inclusión de Santiago Llorente. Porque el municipal es el mayor poder que le queda al PSOE de Madrid, todavía firme tras las elecciones locales de 2019.

Juan Lobato, candidato a liderar el PSOE-M, en Soto del Real, donde es alcalde. Jorge Barreno

La apuesta femenina parece la más plausible para acabar liderando el PSOE madrileño. Las fuentes internas creen que Jalloul es la más probable, se espera que sea designada portavoz en la Asamblea y, así, se vaya rodando como futura candidata a la presidencia de la Comunidad. Carazo apuntaría a la Secretaria de Organización y, en ese caso, Lobato podría ser el hombre al frente del partido regional. Lo que está claro es que quien decide es Sánchez.