Cuando Isabel Díaz Ayuso convocó elecciones, Ignacio Aguado ni siquiera contempló que podía ser relevado como candidato. Aquel día, se enteró por la prensa de que dejaba de ser vicepresidente de la Comunidad de Madrid. Su relación con la líder del PP estaba tan quebrada que no hablaron por teléfono ni para poner fin al Ejecutivo.

"Ayuso ha dejado Madrid en parada cardiorrespiratoria", contó Aguado por teléfono ese mismo día. Estaba nervioso. Inquieto. El exvicepresidente también conoció la moción de Murcia a través de los medios y, cuando se reunió el Consejo de Gobierno, se topó con la convocatoria electoral.

Poco tardó en comunicar a los suyos que seguía delante, que sería candidato. Arrimadas, en una entrevista con Onda Cero, mostró su apoyo a la gestión de Aguado, pero rechazó hasta en dos ocasiones confirmarlo como candidato.

Las palabras de la presidenta liberal sembraron la inquietud en el grupo parlamentario de los naranjas en la Comunidad. Pero la crisis interna, a tenor de las fuentes consultadas por este diario, dio un balón de oxígeno a Aguado.

Consciente de la operación de Fran Hervías para destruir al partido desde dentro y de la posible marcha de Toni Cantó -uno de los rostros más conocidos de la formación-, Arrimadas trabajó en un "comité permanente de concentración". Es decir, una remodelación que consiguiera una tregua con los críticos.

Incluyó en ese núcleo duro a todos los barones territoriales, incluido Aguado. Cantó rechazó la propuesta y abandonó la reunión. Ese día, el exvicepresidente recibía el respaldo de Arrimadas incluso en términos orgánicos.

Podría interpretarse el gesto como un ofrecimiento a cambio de renunciar a la candidatura, pero no fue así. Arrimadas, según distintos dirigentes en charla con EL ESPAÑOL, había decidido mantener Aguado para evitar otra crisis: "Estaba muy afectada. Había sido muy duro. Pensaba que pedirle a Ignacio que se marchara podía sublevar a parte de la militancia y de las agrupaciones madrileñas".

De ahí que a lo largo de este miércoles, Arrimadas confirmara a los suyos que Aguado tenía su apoyo. Incluso se lo transmitió de manera indirecta al propio dirigente madrileño. Ese mismo día, un estrecho colaborador del exvicepresidente contaba a este periódico: "Ignacio está muy convencido. Nos estamos preparando para la campaña. Sabe que tiene el respaldo de Inés".

Presión a Arrimadas

Cuando ese "respaldo" trascendió, varios altos cargos de Ciudadanos pidieron a Arrimadas que cambiara de parecer. Le transmitieron que no podían jugarse la última bala con Aguado como candidato. "Su imagen estaba muy dañada. La voladura de puentes con Ayuso le ha desgastado mucho. Su nombre era peor percibido que la propia marca", asegura un mandatario.

¿Con quién iba a pactar Cs en caso de conseguir representación? ¿Sólo con la izquierda? Esa era una de las principales preguntas que utilizaban los detractores de Aguado.

A Arrimadas le costó dar el paso pero, una vez lo decidió, coordinó una operación a contrarreloj. Begoña Villacís, Ángel Garrido, Malena Contestí y Edmundo Bal eran los nombres que estaban sobre la mesa.

La primera, a la que se lo habían pedido los militantes, ya había dicho incluso en público que ella iba a acabar la legislatura en el Ayuntamiento madrileño en calidad de vicealcaldesa. Contestí, exdiputada balear de Vox, fue propuesta a la presidenta liberal por algunos altos cargos, pero a Arrimadas no le convencía como candidata. La descartó.

Edmundo Bal, especifica otro notable dirigente de Ciudadanos, tenía una pega: "Su labor en el Congreso es muy importante. Tanto por sus intervenciones como por su conocimiento de lo jurídico y del funcionamiento de la Cámara".

Él ya sabía que Arrimadas había trasladado su apoyo a Ignacio Aguado. Por eso, cada vez que se le preguntaba, se descartaba. No tuvo reparos en hacerlo. No mentía, no jugaba a dos bandas. Creía que la dirección nacional había dado carpetazo al asunto.

Hasta que recibió la propuesta de Arrimadas. "Edmundo es disciplinado, muy disciplinado", le describen sus compañeros. Cuando se lo pidió su jefa, dijo "sí". Se interesó por el parecer de Aguado, con quien también mantiene una buena relación. Entonces, fue el propio Aguado quien le llamó para transmitirle su aprobación.

Arrimadas sabía que Bal jamás se habría negado a una petición suya. Es uno de los compañeros en quienes más confía. De hecho, le colocó al frente de la dirección del partido mientras duró su baja maternal.

Atados los cabos, previa coordinación del mensaje, Arrimadas decidió una comparecencia conjunta. Primero Aguado para explicar su adiós; y después Bal para anunciar su llegada.

Noticias relacionadas

Contenido exclusivo para suscriptores
Descubre nuestra mejor oferta
Suscríbete a la explicación Cancela cuando quieras

O gestiona tu suscripción con Google

¿Qué incluye tu suscripción?

  • +Acceso limitado a todo el contenido
  • +Navega sin publicidad intrusiva
  • +La Primera del Domingo
  • +Newsletters informativas
  • +Revistas Spain media
  • +Zona Ñ
  • +La Edición
  • +Eventos
Más información