José María Aznar felicita a Pedro J. por el título que eligió para su relato de 1996, pero… también le dice que es falso: “Eso de ‘Amarga victoria’ no refleja la verdad. Las victorias no son amargas”. Ahora que tanto se zambulle en los manuales de Historia clásica, el expresidente del Gobierno reviste una peculiar afición por las metáforas bélicas: “Se pueden hacer grandes discursos sobre las derrotas, pero el derrotado… derrotado está”.

El razonamiento de Aznar -que acaba de tomar asiento en la sala de reuniones de Faes- topa con un obstáculo: el periodista que logró saltar ese muro cimentado en la timidez y el ensimismamiento. Pedro J. vio aquella noche el rostro del entonces candidato del Partido Popular: “Hombre, usted no era la expresión de la felicidad”. Aznar, competitivo hasta el extremo, rebate: “Quizá no de la máxima felicidad, pero sí de la felicidad”.

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Es media mañana en Ruiz de Alarcón. A muy pocos metros de la última casa de Baroja. Manuel Aznar, abuelo del entrevistado, fue quien convenció a don Pío para que escribiera sus memorias. Se cuela el sol por la ventana. Cruje el suelo al paso de los fotógrafos, como sólo crujen los suelos de las casonas antiguas.

Han pasado veinticinco años de la primera victoria de la derecha en democracia. Sentados, frente a frente, un presidente del Gobierno y un director de periódicos que alcanzaron algo parecido a una amistad… hasta que se cruzaron por medio la negativa del primero a desclasificar los papeles del Cesid y lo sucedido en la guerra de Irak. Es momento de abrir el baúl de los recuerdos más peliagudos. También la caja fuerte de los secretos no contados.

¿Amarga victoria?

José María Aznar: "La de 1996 no fue una amarga victoria"

Hoy, la relación entre ambos parece reconstruida. Por lo menos lo suficiente para que Aznar levante la guardia y abandone su brevedad castellana. Hasta el punto de confesar el pensamiento que le rondaba la cabeza cuando estaba a punto de abandonar Moncloa: “Me habían intentado asesinar antes de llegar a la presidencia. ¿Me iban a dejar salir? Tachaba los días en el calendario”.

-¿Y esa obsesión con ETA pudo influirle en la gestión informativa del 11-M?

-Si usted tiene delante a los jefes de seguridad del país y le dicen que poseen pruebas concluyentes de que ha sido ETA, ¿qué hace? ¿No les cree?

Este es uno de los momentos más tensos de una conversación que discurre de forma marítima. La tensión, como la marea, sube y baja. Y, en este instante, sube. Porque Aznar, visiblemente dolido, se desquita: “Todo valió para derrocar al Gobierno. Fue el peor comportamiento de la izquierda en democracia. Lamentable. Se inventaron que iba a suspender las elecciones, llamaron asesinos a los diputados del PP e incluso hablaron de golpes de Estado”.

El 11-M

Aznar no admite errores en la gestión del 11-M

En definitiva: Aznar no admite errores en la gestión informativa del atentado. Incluso se reafirma: “El sábado 13 de marzo me dicen -los servicios de inteligencia- que cincuenta-cincuenta”. Dicho de otro modo: el entonces presidente reitera que un día antes de las elecciones había los mismos indicios para pensar tanto en la autoría de ETA como en la de Al Qaida.

Es el propio Aznar quien se lanza a desmigar otro de los asuntos más polémicos de su segundo mandato: la foto de las Azores. No se arrepiente. Insiste en que “marcó la posición internacional de España más importante de las últimas décadas”.

Las Azores e Irak

Las confidencias de Aznar sobre la guerra de Irak y la foto de las Azores

-Si hubiera sabido que Sadam Husein no tenía armas de destrucción masiva, ¿también habría estado en esa foto? Usted justifica la guerra en el derrocamiento del tirano.

-Eso entra dentro del terreno de la historia alternativa, pero le diré algo: si se consideraba bueno derrocar a Milosevic, ¿por qué no a Sadam? ¿Por qué se justifica la liquidación de Gadafi y no otras?

-¿Y Fidel Castro o Kim Jong Il?

-Existía un mandato internacional. La coalición que se formó era más amplia que la de la Segunda Guerra Mundial. Hubo una resolución de cambio de régimen (en Irak) aprobada por mayoría absoluta en el Congreso de Estados Unidos. Un gobernante tiene dos obligaciones: mejorar la condición de sus compatriotas y hacer a su país lo más influyente que pueda. Nuestro admirado Churchill dijo una vez que sería capaz de hacer un elogio al diablo en la Cámara de los Comunes por el interés general de su país. Yo también lo haría en el Congreso de los Diputados o donde fuera.

-¿Y quién define ese interés general? ¿Usted mismo?

-Claro.

Aznar, por cierto, se refiere al conflicto de Irak como a “la guerra en la que no participamos”. Y contrapone lo sucedido con la de los Balcanes, “donde sí estuvo España”.

Pero vayamos al principio, antes de que la conversación vuelva a coger temperatura cuando se coloquen sobre la mesa asuntos tales como el Rey emérito, la corrupción del PP o la refundación del centro derecha.

Con su llegada al poder, Aznar anunció que, pasase lo que pasase, él se iría, como tarde, transcurridos ocho años. Una circunstancia que descolocó a millones de españoles, teniendo en cuenta que su antecesor, Felipe González, acababa de gobernar durante casi tres lustros.

“Al recalar en Moncloa, para mí ya empezaba el tiempo de descuento. La política es un juego de ambiciones y limitaciones. Siempre fui muy ambicioso”. Una oración que da buena cuenta del carácter de Aznar y de su obstinación por la percepción de España en el extranjero. “Una cosa es ser una gran nación y otra ser un gran poder. Se puede ser lo primero sin lo segundo, como sucede actualmente. Concentré la esperanza en aumentar la capacidad de influencia”, apostilla.

¿Regresará Aznar?

¿Regresará Aznar?: "No voy a intentarlo otra vez porque no estoy seguro de que vaya a ser positivo"

Pedro J. le recuerda a Aznar que dejó el poder -y la política- a los 51 años. El expresidente suele presumir -y presume hoy- de que no ha pasado “ningún día desde entonces” sin que alguien le haya pedido que vuelva.

-¿No se convierte así uno en un muerto viviente?

-No. Me he convertido en un hombre más pendiente de la reflexión, de la Historia, de los balances… Y menos pendiente de la primera línea y del combate cotidiano. Una pregunta clave: ¿hay vida después del poder? Es la más difícil de responder para alguien que ha gobernado. Puedo decir que sí: hay vida, pero se produce un corte radical con lo anterior. Y eso uno no puede olvidarlo. Recrearse y reinventarse es la solución para desarrollar nuevas esperanzas y seguir vivo.

-¿Por qué no regresó para reivindicarse tras aquel traumático segundo mandato?

-Marco todas las distancias, no me estoy comparando con… Pero, ¿qué sentido tuvo la segunda vez que Churchill fue Primer Ministro en los años cincuenta? Ninguno. Había hecho todo lo que tenía que hacer. Después de ganar la Segunda Guerra Mundial, que ya es ganar, pierde las elecciones, que ya es perder –se ríe-. Volvió y nadie se acuerda de ello. Yo no voy a intentarlo otra vez porque no estoy nada seguro de que vaya a ser positivo. Creo que puedo presentar un balance razonablemente bueno de mis ocho años de gobierno. Otros tienen que hacer la tarea.

Pedro J. le dice a Aznar que escuchaba mejor en la primera legislatura que en la segunda. Aznar le responde a Pedro J. que no es lo mismo escuchar que hacer caso. Aunque luego concede: “Es verdad que, en el ejercicio del gobierno, se va perdiendo la paciencia”.

Aznar reitera que, en 1996, de no haber ganado el PP las elecciones, el país “habría quedado sumido en una profunda crisis”: “Tuvimos muy claro que habíamos llegado para cambiar las cosas. Elegí un liderazgo proactivo. Aceleramos. Se produjo una revolución social. En 1976, trabajaban en España 12.400.000 personas. En 1996, trabajaban los mismos. Ocho años después, esa cifra aumentó a los 17.400.000. Casi el 50% de toda la fuerza de trabajo se concentra ahí. España era una máquina de prosperidad y el PP una referencia en Europa y América”.

Pablo Casado

José María Aznar: "Casado necesita estrategias claras y no variables"

¿Y hoy? ¿Qué pasa hoy? 156 diputados obtuvo el PP la noche de la “amarga victoria”. Quién los pillara, pensará Pablo Casado. El Congreso de los Diputados nada tiene que ver con el de entonces. Aznar pactó con el PNV y Convergència. Ahora, todo el nacionalismo en conjunto está integrado en la mayoría que encabezan PSOE y Podemos.

“¿Mi receta? Un ejercicio de pacto político y generacional entre la derecha y la izquierda que pase por apartar durante décadas cualquier veleidad separatista o nacionalista radical. No hablo de una reforma constitucional (…) Si eso se produjera, se estaría recuperando el sentido constitucional y reinventando el espíritu de la Transición. También se estaría evitando el crecimiento de los extremos”, asevera Aznar.

Solo así -insiste- se podrá “fortalecer la nación, que está débil; fortalecer un Estado deshilachado; estabilizar la economía y recolocar a España internacionalmente”. ¿Tenemos los líderes adecuados para lograrlo? “Casado lo podría hacer. Espero que tenga la oportunidad. Necesita tiempo, la vida es el ejercicio de la paciencia. Necesita estrategias claras, y no variables (…) Los toros no están de moda, pero… Cuando sales a la plaza y los subalternos se quitan de en medio, puedes lidiar bien o mal”.

Parafraseando un texto de Mommsen sobre Pompeyo, Aznar detalla así las virtudes del liderazgo en relación a Casado: “Se necesita certidumbre en los fines, decisión en los medios y amplitud de miras. Eso hace falta en la política española. Hay demasiada poca cosa y faltan las decisiones importantes. Las condiciones existen, pero la materialización depende de él”.

Pedro Sánchez

Si Sánchez gira al centro, para Aznar sería "un milagro"

-¿Y qué pasa con Sánchez? ¿Puede ser el socio de Casado para ese pacto generacional que usted plantea?

-No creo demasiado en los milagros. Y si eso sucediera, me parecería más propio de un milagro. Toda política necesita un mínimo de convicción. Un mínimo de claridad. La política no es puro oportunismo o tacticismo. Eso es muy desesperante en la política española actual: el cortoplacismo tacticista sobre las cuestiones más elementales. Tengo mis serias dudas de que eso se pueda producir. Si no ocurre, España entrará en una situación de extraordinaria debilidad.

PP-VOX

José María Aznar, sobre PP-Vox: "Si uno quiere aglutinar el espacio, debe hacerlo desde el centro"

Acerca de la postura que debe mantener Casado en relación a Abascal, Aznar sigue apremiando al giro al centro: “Si uno quiere aglutinar lo que va del centro a la derecha, no puede hacerlo desde el extremo. Se hace, esencialmente, desde la centralidad”. La misión pendiente del PP -deja entrever- consiste en “construir un proyecto atractivo con tal fuerza que arrastre a la gente”: “Eso es muy importante. No sólo es decir ‘queremos llegar al Gobierno’. La cuestión es ¿para hacer qué? Hace veinticinco años sabíamos para qué”.

Durante toda la conversación, Aznar tiene un ojo puesto en Cataluña. Sostiene que el origen de Vox no está en la corrupción del PP, sino en el “golpe de Estado”. Cuando Ciudadanos adelantó al PP por primera vez en el Parlament, pidió “una reflexión”: “Algunos pretorianos me llamaron desleal”. Después, Arrimadas amplió esa ventaja hasta un 36 frente a 4: “Pedí otra reflexión y los pretorianos me llamaron traidor. Hoy tenemos tres diputados y sigo pidiendo esa reflexión”.

-¿Se equivocó al elegir a Rajoy como sucesor?

-En aquel momento, era la mejor elección posible, pero la vida no es perfecta. No crea que no pensé en ampliar el espectro de candidatos, pero respeté la jerarquía de entonces porque me pareció lo más prudente y coherente.

¿Conocía Aznar las irregularidades de Juan Carlos I?

Otro de los cambios que se produjo en 1996 tuvo que ver con la relación inaugurada entre Moncloa y Zarzuela. José María Aznar, como si imaginara lo que iba a suceder, marcó distancias con Juan Carlos I. No existió la calidez y el compadreo que mostraron el monarca y Felipe González.

“Nunca quise sacar esa relación de un marco institucional. Actué con lealtad y sentido de la responsabilidad”, reconoce. Sin embargo, echa balones fuera cuando se le pregunta por la presunta corrupción del ex jefe del Estado. Asegura que desconocía las noticias que se han publicado en los últimos años.

En clave más actual, expresa: “No sé qué significa ser monárquico o republicano. Sé qué significa España. Si la Corona garantiza la continuidad de España mucho mejor que la zarabanda republicana… A mí me importa la institución”.

Para describir su relación con don Juan Carlos, Aznar desvela una conversación con Tony Blair. Su homólogo británico le preguntó a ver si en Zarzuela le ponían agua, ya que a él, cuando visitaba a Isabel II, no se la ponían. Aznar aceptaba el agua, pero nunca pidió más. Esa fue la “institucionalidad” de la que habla.

Sobre la corrupción

Aznar dice que jamás conoció la corrupción del PP

El Partido Popular atraviesa un momento delicado por las corrupciones ya conocidas y por las que quedan pendientes de juzgar. Muchas de ellas acaecidas durante el liderazgo de José María Aznar.

El expresidente del Gobierno niega, como ha hecho siempre, cualquier conocimiento al respecto, pero también se exime de una responsabilidad in eligendo. “¿Cómo voy a pedir explicaciones acerca de algo que no sabía que estaba ocurriendo?”. Repreguntado en varias ocasiones, insiste: “No, no sabía nada de eso”.

Aznar afirma que la fragmentación del centro derecha -o lo que es lo mismo, la debacle del PP- no tiene que ver con la corrupción, sino con Cataluña: “Allí nació Ciudadanos. Y Vox nació a consecuencia del golpe de Estado y la cuestionada reacción del gobierno de entonces -Rajoy-“.

“Los que vinieron para fraccionar ese espacio -Vox y Ciudadanos- decían que su objetivo era frenar al separatismo. Pues no veo las ventajas por ningún sitio (…) El PP habrá cometido errores, pero es vital para la democracia”, resume Aznar.

CPGJ

Pedro J.: "¿Pesa sobre Aznar no haber cambiado el sistema de elección del CGPJ?

En su segunda legislatura, Aznar no aprovechó su mayoría absoluta para enmendar a Felipe González y devolver el sistema de elección del CGPJ a su estado original: la decisión entre jueces marcada por la Constitución. ¿Pesa sobre su conciencia? “O se hace por consenso o no se puede hacer”, relata.

-Sí, usted sí que podía haberlo hecho. Tenía mayoría absoluta.

-Creo que hay que mantener los consensos básicos. Comprendo que es opinable (…) Uno no nombra a los jueces para lograr lo suyo. Uno busca un perfil lo suficientemente independiente y un sistema razonable para convivir. ¿Me gustaba más el sistema anterior? Sí. ¿Pude cambiarlo? No.

-En la segunda legislatura sí que pudo.

-No lo pude hacer o no lo hice por las circunstancias que fueran. Ojalá se llegue a un consenso para volver a ese primer sistema, pero las cosas que se hacen sin consenso… se retoman sin consenso.

Jordi Pujol

Pedro J. Ramírez: ¿Conocía Aznar la corrupción de Pujol?

Aznar también asegura que, mientras gobernó, no supo nada de la corrupción de Jordi Pujol, su aliado imprescindible en el primer mandato. Reconoce haber escuchado “algunas cosas”, pero reitera que jamás conoció evidencias. “Cada uno tiene que ser responsable de sus actuaciones. Lo juzgo desde un punto de vista político”, despeja.

“Pujol, por aquel entonces, aseguró que Cataluña vivía su mayor momento de prosperidad en trescientos años. ¿Y para qué se lo cargó? ¿Para esto que está ocurriendo hoy? ¡Es un asombro que eso haya ocurrido! Me asombra que todavía haya gente que no lo vea”, apunta.

En Vox, por ejemplo, sitúan el Pacto del Majestic como inicio de las concesiones a los nacionalistas que han cristalizado en el desgobierno actual. Aznar niega la mayor. Habla de un “esfuerzo de integración máximo” y dice que aquel acuerdo fue “bueno para toda España”, y no sólo para Cataluña”. “Si, como usted dice, Pujol se sentía maltratado por mí en la segunda legislatura, todas las acusaciones que se me hacen son absurdas (…) A él nada le parecía suficiente, pero yo sabía que habíamos llegado a un punto que no podíamos traspasar”.

“En el año 2000 ya dije que habíamos alcanzado el límite de desarrollo del Estado Autonómico. ¿Por qué le invité al gobierno si tenía mayoría absoluta? Para evitar lo que pasó. Tenía que elegir entre eso o ser parte de un proceso de radicalización en Cataluña. Es lo que está pasando. Se podía haber evitado (…) Decidió no respaldar los pactos constitucionales y le rebasaron los radicales. Por eso digo que el Pacto del Majestic fue bueno para España”.

Sobre ETA

Aznar: "Una parte de ETA es socia del Gobierno"

Aznar afirma que ETA, en 2004, ya estaba “derrotada operativamente, económicamente, judicialmente e internacionalmente”. Dice que lo que vino tras él no se correspondió con sus expectativas: “No creemos en la teoría del empate infinito entre el Estado y ETA, hoy tan predominante”.

Tampoco reconoce haber negociado con la banda terrorista. Explica que mandó a su jefe de gabinete y al número 2 de Interior para “enterarse, no para negociar”: “Volvieron y me dijeron que aquello no era serio”.

Lo que hoy queda -insiste Aznar- es un movimiento independentista que “justifica el terrorismo y no se priva de decir que quizá un día haya que volver a utilizarlo”: “Su líder, por cierto, es un conocido terrorista. Esos son los socios del Gobierno. Se está intentando legitimar todo ese mundo etarra sobre la deslegitimación de las víctimas y de la democracia”.

-¿Cree que la generación de la que formamos parte deja una España mejor de la que recibió?

-Creo que dejé una España mejor de la que recibí. Y creo que así contribuí a que el mundo fuera mejor. ¿A quién vamos a dejar el mundo? Eso es otra pregunta que me inquieta. ¿Qué mundo vamos a dejar y a quién? Las respuestas están todas abiertas. Por eso el momento de hoy es tan apasionante. Los dirigentes políticos deberían ser conscientes de ello. Probablemente, el mundo nunca había progresado tanto, pero jamás habían estado en riesgo tantas cosas. El mundo de las ideas será imperfecto, pero el mundo del algoritmo que elimina la vida privada y lo controla todo no me parece mejor. Tengo la esperanza de que lo podamos corregir.

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