Una decena de radicales acampaba esta mañana en el Parlament de Cataluña para repartir panfletos con propaganda separatista. Desempeñaban esta labor con relativa tranquilidad en las inmediaciones de la Cámara hasta que han visto llegar a los trabajadores de Ciudadanos. Entonces, han entrado en cólera: "¡Fuera de Cataluña!".

La víctima inicial del hostigamiento ha sido una mujer perteneciente al equipo de Carlos Carrizosa. El candidato a la Generalitat por el partido liberal ha denunciado lo sucedido en su cuenta personal de Twitter: "Se están dedicando a señalar y a acosar a trabajadores de Cs".

Lo que ha sucedido es que ese "grupúsculo de separatistas totalitarios" a los que alude Carrizosa han identificado a una de sus colaboradoras por la carpeta que portaba bajo sus brazos. El corazón tribandera característico del partido la delataba. "¡Fuera de Cataluña!", han increpado los violentos, que han arrojado monedas de chocolate a la trabajadora de Cs.

Así lo atestigua el diputado catalán Nacho Martín Blanco, uno de los presentes. "Ha sido todo muy desagradable, una muestra de odio y sectarismo a la que, por desgracia, cada vez estamos más acostumbrados", relata a EL ESPAÑOL. Lo más ignominioso, señala, ha sido cómo "se han ensañado con una mujer que ni siquiera ostenta un cargo público".

La mujer, visiblemente compungida, ha compartido el desagradable suceso con sus compañeros, que en un primer momento han dudado de si avisar o no a los Mossos d'Esquadra.

Finalmente, Martín Blanco y Carrizosa se han presentado ante el grupo (de "unas diez-quince personas", según relata el diputado liberal) para pedir explicaciones por su conducta violenta. Lejos de cesar su actitud, han amenazado a los diputados. Concretamente, al jefe de la oposición: "¿Qué prefieres, que te las tire todas a ti?".

El diputado liberal atribuye lo sucedido al "clima ideológico" que se ha generado en Cataluña gracias al "amparo" de estas actitudes violentas por parte de las instituciones catalanas. Y es que a este ataque se suman las recientes pintadas en un pizzería de Barcelona por atender en castellano o el acoso a la periodista Anna Grau por defender que la Generalitat espía a los niños en el recreo para cerciorarse de que hablan catalán.

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