Pedro Sánchez se ha sometido este miércoles a una entrevista en directo en televisión. Pero en realidad lo que ha hecho ha sido someter él a la oposición a un examen en ausencia. Y suspenderla con muy deficiente en todas las asignaturas: institucionalidad, compromiso, democracia, empatía... sobre todo esta última materia, que es la que más estudiada tiene el presidente "en los casi ya mil días que han pasado" desde que llegó a Moncloa.

No era esa efeméride la excusa de su comparecencia en Telecinco, si bien la citó en al menos dos ocasiones. Tampoco se adujo un motivo claro y en contra del que fue su mensaje explícito -"últimamente, se habla más de cosas lunáticas de la oposición que de lo que le interesa a la población"-, pareció que los principales problemas de España son "la Monarquía constitucional" y "una oposición que no acepta su derrota" en lugar de las crisis económica y migratoria en Canarias.

Entre otras cosas, porque hasta la última pregunta no llegó el turno de hablar sobre las más de 19.000 personas llegadas en cayucos y pateras desde Marruecos a las costas de Canarias. Y porque el presidente elaboró un discurso muy alambicado para defender los traslados clandestinos de inmigrantes desde las islas a la Península: "Hay que empatizar con Canarias", dijo, "porque no sólo hay que estar comprometidos, sino ser solidarios".

Sánchez justifica el envío opaco de inmigrantes a la Península

¿Y qué quería decir eso? Sánchez quiso elevar la respuesta al ámbito europeo, a menos de una semana de un Consejo definitivo. La semana que viene, en Bruselas, se reunirá con los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete con los temas más cruciales sobre la mesa: el brexit, el Presupuesto plurianual, la inmigración, las ayudas para la reconstrucción y el veto de Hungría y Polonia.

Como estos dos países llevan años bajo gobiernos populistas de derecha extrema, le servían de ejemplo perfecto... salvo que Sánchez se equivocó al acusar a húngaros y polacos de no tener fronteras exteriores, como España.

"Este sí es uno de los debates claves de la sociedad", apuntó el presidente. "La semana que viene tenemos un Consejo Europeo clave. Y nosotros estamos exigiendo en Europa responsabilidad en el control de fronteras, pero también solidaridad". Para apuntalar el primero de los argumentos, Sánchez presumió de que con él en Moncloa "se han bajado un 50% los flujos de migración respecto a cuando gobernaba el PP". La cifra era cierta en 2019, respecto a 2018... pero no lo es en 2020.

Pero para sostener la segunda razón eligió un mal argumento: "También pedimos solidaridad de los países que no tienen frontera exterior. Y por ejemplo, Hungría y Polonia son de esos países a los que les cuesta mucho expresar esa solidaridad". Serbia y Ucrania limitan con el país que gobierna el ultraderechista Viktor Orbán; Ucrania, Rusia y Bielorrusia tienen frontera con la Polonia de Mateusz Morawiecki.

Las cuentas de Juan Carlos

Pero la entrevista de Pedro Piqueras había comenzado con un repaso urgente a la rabiosa actualidad de pocas horas antes: el anuncio de que el Rey Emérito había regularizado sus cuentas con Hacienda pagando 678.000 euros por el uso de fondos opacos con tarjetas black. Sánchez afirmó que "todas las instituciones están trabajando sin interferencias" de su Gobierno.

Entre ellas, la Comunidad de Madrid, gobierno autonómico al que la ministra portavoz había señalado a mediodía como responsable de esta regularización. De hecho, huyendo de cualquier responsabilidad, María Jesús Montero, a la sazón ministra de Hacienda, aclaraba en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros que "el impuesto de donaciones está transferido a las Comunidades Autónomas".

Y Sánchez también escapaba de tomar postura: "Es la Casa Real la que debe opinar sobre si es buena una eventual vuelta del rey Juan Carlos" en Navidad. Donde sí fue firme el presidente fue en que "Lo primero, es que hay que reconocerle su trabajo" al padre del rey Felipe VI; "lo segundo, hay que recordar que siempre se ha puesto a disposición de la Justicia", a pesar de haber salido del país; y "lo tercero, debemos aclarar que aquí se juzgan personas y no instituciones".

Y para ilustrar esa posición tan monárquica de un líder socialista, recordó cómo el PSOE "defendió la república en la ponencia constitucional", pero que al perder la enmienda "nos comprometimos con la Constitución en su conjunto". Y hoy, como entonces, "el PSOE defiende la Monarquía parlamentaria".

Tortas a Casado

Es más, Sánchez llegó a ser categórico: "No. No está en peligro la monarquía en España. Así de rotundo se lo digo". Y cuando parecía que éste era un mensaje a su vicepresidente, por quien le había preguntado Piqueras, el presidente dio una larga cambiada: "Es que últimamente escuchamos cosas que no tienen nada que ver con las preocupaciones de los ciudadanos... ¿No dice la oposición que va a defender las libertades de los ciudadanos como hace la oposición en Venezuela? Oiga, aquí no va a venir una dictadura bolivariana-soviética, ni volveremos a la dictadura franquista como quieren otros".

El informativo pasó entonces a emitir el discurso de Angela Merkel este miércoles en el Bundestag, en el que la canciller alemana afirmaba que "si el precio son más de 500 muertes al día, es mejor que la Navidad no sea como querríamos". Sánchez no sólo se sumó a sus palabras, sino que las aprovechó parea volver a golpear a Pablo Casado... precisamente, socio europeo de la mandataria germana.

"Hay que empatizar con la gente que lo pasa mal, como la canciller", dijo. "Mientras, a nosotros, nos llaman gobierno socialcomunista y dictadura bolivariana soviética... llevo casi mil días gobernando y España no se ha roto", recordaba Sánchez, mientras preparaba la traca contra el líder de la oposición. "Centrémonos en los temas reales, el desempleo, la desigualdad, los jóvenes, la carestía de la vivienda... Y por eso no entiendo que la oposición haya rechazado estos Presupuestos, que es como dejar un barco sin motor ni timón en medio de la peor tormenta del último siglo".

En ese punto, Sánchez ha presumido a la vez de que no necesitaba a Bildu, y de que ha contado con ellos para las cuentas públicas de 2021; ha afirmado al mismo tiempo que deberían pedir perdón por los crímenes de ETA y les ha recordardo que eso denota que "la derecha no ha aceptado sus cinco derrotas electorales en 2019". Y ha insistido en que los Presupuestos son el producto del trabajo de un Gobierno que quiere "recuperar los 87 millones de turistas que crean trabajo cada año en España".

La ultraderecha

De vuelta a la trinchera, el presidente ha querido distinguir entre "los militares de la operación Balmis y de las misiones de paz" de esos "retirados que no representan a nuestro Ejército... pero sí a algunos golpistas del 23-F".

Se refería Sánchez a los autores de la carta al Rey en la que se defendían posturas de extrema derecha y se criticaba al Gobierno: "El problema no es la carta ni el chat, sino la justificación de esas posiciones en tribunas políticas y mediáticas de la derecha", apuntó.

Y puso un ejemplo inmediato, para que el espectador no tardara en relacionar una cosa con la otra: "Yo he escuchado a la señora Díaz Ayuso", la presidenta de la Comunidad de Madrid, "decir que suscribe palabra por palabra esos mensajes, y eso me parece gravísimo, porque demuestra hasta que punto se están legitimando esos discursos".

Porque, aunque "es irreal", dijo, "la gente se asusta si escucha determinados discursos, como que aquí va a haber un régimen régimen chavista soviético. Este gobierno defiende la Constitución, de norte a sur y de este a oeste"... no como la derecha, apuntó a continuación. 

"Pablo Casado se dice constitucionalista por la mañana, pero por la tarde no quiere acordar la renovación de las instituciones", insistía Sánchez. "El artículo 122 de la Carta Magna es claro, y dice que cada cinco años hay que renovar el CGPJ". Según el presidente, "llevamos los dos años de Casado como líder del PP esperando a que lo quiera hacer".

El líder del PP, por su parte, se ha quejado públicamente del desprecio del presidente, de que no le ha devuelto una llamada desde hace ya 100 días. Sánchez no lo desmintió, pero hizo un quite: "Yo nunca le he insultado, pero él sí a mí". Según el presidente, el PP quiere esperar a después de las elecciones catalanas para renovar el CGPJ, el Constitucional, el Defensor del Pueblo y RTVE porque tiene un complejo con la ultraderecha y por eso teme al electorado conservador. Dijo el socialista que las derechas "viven unas primarias permanentes con la ultraderecha".

Y para terminar, el entrevistador logró pillar los dedos del presidente con un compromiso: "Sí, llamaré sin duda a Casado", se vio forzado a decir Sánchez. Eso sí, de inmediato matizó: "Él siempre ha tenido mi teléfono abierto para mandarme un SMS, pero con las cosas que ha dicho sobre mi persona, el respeto y el decoro han brillado por su ausencia".