La semana que viene comienzan las reuniones para negociar los Presupuestos Generales del Estado. Los representantes de Gobierno, uno del PSOE y otro de Unidas Podemos, comenzarán a reunirse con los grupos parlamentarios. Y las citas comenzarán por uno éstos: Bildu, ERC o PNV. Después de los socios preferentes del Ejecutivo, para una segunda ronda, queda Ciudadanos.

Pablo Iglesias está ultimando un trabajo político de largo alcance comenzado a la vuelta de verano, según ha podido confirmar este periódico. Urdiendo una trama de acciones con esmero y paciencia cuyo objetivo es lograr que "las izquierdas nacionalistas" pasen a formar un bloque de gobierno con el que desarrollar "la dirección de Estado".

Junto a ellos -Bildu y ERC, además del PNV, que viene del lado socialista- se forma una mayoría de 180 escaños incontestable y que no necesita a Ciudadanos para nada. Con los 25 votos favorables de estas tres formaciones bastaría para aprobar los Presupuestos. Pero la realidad es que alguno de ellos se sentiría más cómodo en la abstención. Y para eso hay votos suplentes, como los de Más País, Compromís, Teruel Existe, PRC, BNG... 

Pablo Iglesias y Mertxe Aizpurua (Bildu), en el despacho del vicepresidente segundo. Dani Gago

Junto a ellos -y bajo el auspicio de Iglesias y Jaume Asens-, el PSOE ha firmado un par de manifiestos en el último mes, contra el PP el primero y contra Vox el segundo... pero en los dos, marginando a Ciudadanos. El partido de Inés Arrimadas, aspirante a "despodemizar" las cuentas públicas, y dispuesto a negociarlas "porque van a salir sí o sí, de modo que mejor que lo hagan con líneas naranjas dentro", es el objetivo número uno de los morados: hay que sacarlo de la foto.

El mar de fondo

El PSOE y Unidas Podemos estuvieron casi dos meses negociando el borrador de Presupuestos. De hecho, para ser exactos, habría que decir que las conversaciones han sido entre la parte socialista de la coalición y la morada. Un regateo duro, con semanas en las que María Jesús Montero ni llamaba a Nacho Álvarez, jugando a enfriar los calentones del brazo económico de Pablo Iglesias. Porque el vicepresidente siempre presionaba más "para evitar la tendencia a la derecha del PSOE".

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y el secretario de Estado de Derechos Sociales, Nacho Álvarez. Europa Press

Las cuentas públicas de 2021 eran muy importantes, las primeras para Sánchez con verdadera posibilidad de ser aprobadas. El estreno del partido del 15-M en las responsabilidades de gobierno...

Pero Iglesias no sólo estaba al juego en corto de los Presupuestos, ya manejaba un mar de fondo desde la vuelta de verano para crear un "bloque de gobierno". Una estrategia para lograr que su labor como "emisario" entre Pedro Sánchez y la llamada "mayoría de la investidura" dejara de ser usada como recurso puntual y convirtiera a ERC y Bildu en socios tan preferentes como lo es el PNV.

Y, según ha podido saber este periódico de fuentes conocedoras del trabajo realizado por el vicepresidente segundo del Gobierno, Iglesias siente que ya ha logrado que el Gobierno asuma que las formaciones que sellaron con sus apoyos o abstenciones la coalición se conviertan en "el bloque prioritario de negociación". Ahora trata de ultimar que gocen de hilo directo, puedan proponer iniciativas a los Ministerios y sean informados de las líneas maestras de legislación.

Contrapeso en Moncloa

Desde el seno de Moncloa admiten que se han activado fuerzas de contrapeso a esta labor del líder de Unidas Podemos. El equipo más cercano a Sánchez no ha soltado la presa de Ciudadanos desde que Arrimadas mostró su disposición a rediseñar la táctica de Albert Rivera, allá por los finales del confinamiento y la desescalada, cuando los liberales ensayaron una mayoría alternativa para el presidente.

Pablo Iglesias, rodeado de Pablo Casado (PP), Iván Espinosa de los Monetros (Vox) e Inés Arrimadas (Cs), durante un acto de la ONU. Efe

A Sánchez le conviene mantener a Cs como socio ocasional. Y mientras pueda, permanecerá en ese doble juego, que le abarata los compromisos a uno y otro lado. Si tiene dos barajas, y tan enfrentadas -una de izquierda separatista y otra de centro constitucionalista-, es más fácil jugar cartas ganadoras en cualquier negociación.

Y de ahí que Iglesias sepa que ahora le hace falta culminar la jugada. Conseguido el compromiso personal del presidente, tal como explican desde el equipo de Iglesias, de que el "plan A" para aprobar las cuentas de 2021 son el PNV, Esquerra y Bildu, ahora se trata de que Ciudadanos caiga como fruta madura.

Los morados no quieren a Arrimadas en la foto de los Presupuestos porque Iglesias vive obsesionado con que los partidos del acuerdo marcarán quién manda en España los próximos 10 años. Y si Sánchez quiere tener a Arrimadas cerca y alimentarla es para tener donde elegir no sólo ahora, sino tras las próximas elecciones. Y eso Iglesias no lo quiere ni imaginar.

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