No hubo espacio para el acuerdo. Carmen Calvo y Cayetana Álvarez de Toledo no se tomarán un café juntas "como dos mujeres normales y corrientes", en palabras de la vicepresidenta. Tampoco habrá un debate público entre ambas. Calvo considera que la oferta de Álvarez de Toledo es "un circo". La portavoz popular acusa a Calvo de reducir un debate democrático a "un espectáculo de payasos". 

Quizá ni siquiera la misma Carmen Calvo imaginaba el pasado 10 de junio que su invitación a la portavoz del PP iba a convertirse en uno de los culebrones de la semana. "Tómese un café conmigo, con un par de horas por delante", dijo la vicepresidenta en respuesta a una pregunta de la popular que consideró demasiado "enciclopédica y filosófica" como para ser respondida a vuelapluma en el Congreso de los Diputados. 

Cayetana Álvarez de Toledo respondió a la oferta de Carmen Calvo 24 horas después. Lo hizo con una contraoferta punzante en un terreno que le favorece. "Yo quiero celebrar un café-debate con la vicepresidenta del Gobierno para hablar de la verdad, la libertad, la igualdad y la incompetencia".

Álvarez de Toledo reiteró su contraoferta con una carta a la vicepresidenta en la que mencionaba como posibles escenarios de ese café-debate "público" las dependencias del Congreso de los Diputados e incluso el Palacio de la Moncloa. La portavoz popular devolvía de esta manera la pelota al tejado de Calvo.

El culebrón finalizó este miércoles durante la sesión plenaria en el Congreso. Álvarez de Toledo reclamó a Carmen Calvo una respuesta a su contraoferta y esta respondió acusándola de escenificar un circo. "Le invité a un café como dos mujeres normales y corrientes, yo lo soy. Usted me ofreció un circo. Yo los debates los tengo aquí, con cámaras, taquígrafos y mirándonos toda España".

¿Puente o farol?

Si la oferta inicial de Carmen Calvo era una oferta sincera o más bien un ardid retórico para dejar en evidencia la hipotética falta de voluntad de diálogo de la portavoz popular sólo lo sabe la propia vicepresidenta del Gobierno.

Quizá esa oferta en boca de otros portavoces socialistas no habría dejado espacio para la duda. Sí lo deja en el caso de Calvo, en cuyo tono actual se refleja ese "miedo" que dijo haber pasado tras enfermar por el Covid-19. "La experiencia [de la enfermedad] te obliga a ordenar lo que es importante y lo que no lo es. Ojalá fuera una gran lección para todos, empezando por nosotros, los políticos". 

Sea cual fuera la intención real de Calvo, lo que parece evidente es que Álvarez de Toledo reaccionó tal y como lo haría alguien que hubiera interpretado la oferta de la vicepresidenta como un truco propagandístico más de los estrategas de Moncloa: elevando la apuesta.

Desconfianza mutua

El cruce de ofertas y contraofertas entre Carmen Calvo y Cayetana Álvarez de Toledo evidencia uno de los mayores problemas políticos de esta legislatura: la radical desconfianza existente entre PSOE y PP

Una desconfianza justificada en muchos casos y a la luz de la experiencia, pero que también ha dinamitado cualquier vía de entendimiento entre dos partidos cuya única alternativa a su gran rival son los populistas y los nacionalistas

Desde la moción de censura contra Mariano Rajoy en 2018, pero sobre todo tras el pacto en noviembre del año pasado entre PSOE y Podemos para un gobierno de coalición apoyado por los nacionalistas, todas las acciones del rival político han sido consideradas una trampa. Todas sus declaraciones, un ataque. Todas sus ofertas, un farol.

Las relaciones entre PP y PSOE ya son sólo estrategia, tuits y polarización. La política de pactos es la que marcan hoy Podemos y los nacionalistas, por un lado, y Vox, por el otro: al enemigo, ni agua. Los bloques se han tornado graníticos. El menor movimiento fuera del marco adjudicado se considera prueba de cargo de traición. Y el Ciudadanos de Inés Arrimadas es la prueba de ello. 

Contradicciones

El café que no pudo ser entre Cayetana Álvarez de Toledo y Carmen Calvo deja dos evidencias. La primera de ellas son las contradicciones en el discurso de ambas.

La vicepresidenta rechazó este miércoles la contraoferta de Álvarez de Toledo con el argumento de que el Parlamento es el escenario en el que deben desarrollarse los debates políticos. Lo hizo tras confirmar que el Gobierno retomará en breve la mesa de diálogo con los nacionalistas. Es decir, del diálogo al margen del Parlamento, sin cámaras y sin taquígrafos

Por su parte, la portavoz del PP ofreció a Carmen Calvo una batalla dialéctica extraparlamentaria, más parecida a un debate electoral que a un debate parlamentario, en la misma sede de la soberanía nacional que ella misma defiende como único escenario legítimo para la discusión de temas que afectan a todos los españoles.

En la práctica, Álvarez de Toledo añadió a las tres posibles categorías de diálogo entre políticos –la privada del café a solas, la institucional de las sesiones en el Parlamento y la electoral de los debates preelectorales– una cuarta categoría a medio camino de todas ellas: el café-debate televisado pero extraoficial en sede legislativa o ejecutiva.  

La segunda evidencia es que el pacto de la Transición, en un momento en que las desconfianzas entre derecha e izquierda eran mucho mayores y con argumentos de mucho mayor peso que los de hoy, no habría sido posible con el PP y el PSOE actuales.

Sin acuerdo entre derechas e izquierdas en 1978, los inmediatos beneficiados habrían sido los partidos radicales y los nacionalistas. España sería muy diferente hoy. Con toda seguridad, peor. La lección parece haber sido olvidada.  

Noticias relacionadas