País Vasco y Galicia han activado la maquinaria para celebrar las elecciones autonómicas que tenían previstas para el 5 de abril. El lehendakari Iñigo Urkullu acordó con el Gobierno empezar a pensar ya en una nueva fecha para la cita electoral y este miércoles ha sido el presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, el que ha anunciado que se reunirá con los grupos de la oposición -como así acordaron cuando la desconvocaron- para celebrar "cuanto antes" esta convocatoria electoral. La fecha que encaja en las dos comunidades es el 12 de julio.

El ministro de Sanidad, Salvador Illa, ha rebajado las expectativas de los presidentes autonómicos y condicionó la celebración electoral a la evolución de la pandemia. En todo caso, ha pedido actuar "siempre con prudencia". Los dos presidentes autonómicos alegan que hay que renovar el Parlamento cuanto antes para tenerlo plenamente operativo en otoño, por si hubiera un rebrote de la enfermedad. 

La cita electoral va a tener una trascendencia histórica a nivel nacional, ya que la pandemia ha diluido todas las estrategias electorales que había trazadas antes de su existencia.

El 14 de marzo Sánchez tomó el mando único en España y dirige el país con plena autonomía, un hecho histórico en democracia que los ciudadanos vascos y gallegos evaluarán por primera vez. Este control absoluto del poder para controlar la enfermedad ha provocado que Sánchez fuera perdiendo poco a poco apoyos de aquellos socios que le apuntalaron hasta Moncloa en la moción de censura: ERC, JxCat o Bildu votaron en contra de la última prórroga del estado de alarma, junto con Vox. 

Inesperadamente, en este camino plagado de incertidumbre y pocas certezas el Gobierno ha encontrado algunos socios impensables hace un año como Ciudadanos, situando a Sánchez más en el centro del tablero de juego que antes de la llegada de la Covid. Antes de la pandemia, el partido de Inés Arrimadas cerró una alianza electoral con el Partido Popular para ir juntos a las elecciones vascas. Feijóo frenó en seco las aspiraciones del partido naranja y se desvinculó por completo de ese acuerdo. 

Alianza

Sánchez, que verá en cita electoral cómo se traduce en votos el efecto del mando único y el confinamiento, sacará más rédito político en las elecciones vascas que de las gallegas. Todos los sondeos garantizan que el PNV alcanzaría la mayoría absoluta gracias al ascenso del Partido Socialista de Euskadi. Además, los nacionalistas vascos han apoyado reiteradamente al Gobierno central en la extensión en la prórroga del estado de alarma. Si el PSE mantiene esa tendencia, el Gobierno central siempre podrá presumir de que el mando único, además de servir para doblegar la curva, ha sido avalado en las urnas por los ciudadanos.

El Gobierno vasco consiguió que Moncloa le diera más poderes que al resto de autonomías para ejecutar a su manera la desescalada, sin cumplir todas las restricciones que el mando único pone a los presidentes autonómicos. Esta alianza, esta "cogobernanza" coordinada entre las dos fuerzas políticas, puede beneficiarles en detrimento del Partido Popular, que se presenta a esas elecciones en coalición con Ciudadanos y con unos datos electorales cada vez más escuálidos.  

Génova tuvo que sofocar en unos días el incendio que provocó el que era candidato, Alfonso Alonso, por negarse a aceptar las condiciones pactadas entre la dirección nacional del PP e Inés Arrimadas para presentarse juntos a las elecciones. Casado apostó por el histórico Carlos Iturgáiz, que en los años noventa cosechó los mejores resultados electorales para los conservadores. 

La pandemia ha resituado en el tablero de juego a Arrimadas, que ha apostado por ser útil y apoyar puntualmente a Sánchez a cambio de arrancarle acuerdos, aunque mantiene inquebrantable su proyecto con el PP en País Vasco.

Los conservadores y los naranjas mantienen intactos sus gobiernos de coalición y Casado no ha entrado a valorar el giro en el guion naranja, pero fuentes del partido consideran que esta estrategia naranja les beneficia: "Somos los únicos que podemos presentarnos con un proyecto frente a Sánchez". 

Mayoría absoluta

Casado tiene todas sus esperanzas puestas en este primer partido electoral en Galicia, donde el PP se juega mantener o perder la única plaza en la que tiene mayoría absoluta. Si Feijóo consigue retener la mayoría absoluta en Galicia, Casado utilizaría este triunfo como pasaporte para disputar la Moncloa a Sánchez e Iglesias.

Antes de congelar la convocatoria, las encuestas pronosticaban que los conservadores podían perder por la mínima la mayoría absoluta en Galicia. Feijóo, sin embargo, ha desarrollado un papel muy activo en esta crisis sanitaria y, a estas alturas, ve más segura la mayoría absoluta que hace dos meses. 

La crisis sanitaria en la que está inmersa España perjudica a Sánchez y beneficia la candidatura de Pablo Casado, que hoy cuenta con 89 escaños en el Congreso de los Diputados. En abril, cuando los españoles llevaban ya un mes confinados en sus casas, la encuesta de SocioMétrica aventuraba que Pablo Casado obtendría 107 escaños, nueve menos que los 116 que obtendría el PSOE. 

La curva continuó ascendente para el PP, que ha presentado su propio plan de desescalada para acallar las voces que les señalan por no tener un plan alternativo. Hace apenas unos días, Gad 3 ya pronostica que si se celebraran elecciones generales hoy, el PP llegaría a los 115 escaños: son solo cinco sillones menos que el PSOE. 

Un plan B

Casado apoyó las tres primeras prórrogas del estado de alarma "para salvar vidas", se abstuvo en la cuarta y votará en contra en la que el Gobierno solicitará formalmente en el Parlamento la semana que viene. Con estas encuestas encima de la mesa, el líder de la oposición ha decidido pasar de dar la mano al Ejecutivo durante las primeras semanas de la pandemia a situarse frontalmente en frente. 

El presidente del PP se presenta ya como la única alternativa al Gobierno de Sánchez y Pablo Iglesias y ya los vincula a los "brotes verdes" de José Luis Rodríguez Zapatero durante la crisis de 2008. Casado ha optado por diseñar un programa propio de Gobierno para mostrar que sí hay alternativa a Sánchez e Iglesias.

Para que desde todos los rincones de España lo vean como presidenciable, ha elegido un gabinete de crisis avalado por una gran experiencia de gestión en las áreas más afectadas por esta pandemia: la exministra de Sanidad, Ana Pastor y la exministra de Medio Ambiente, Elvira Rodríguez, son sus dos puntales. El presidente del PP también ha acompañado en varias visitas durante esta pandemia al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, el político mejor valorado por cómo ha gestionado la crisis de la ciudad más afectada por la pandemia. 

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