Enrique Ruiz Escudero (Madrid, 1967) está reunido con su equipo. El estado de alarma ha sido decretado hace veinticuatro horas. Suena el teléfono. Es un amigo que tiene síntomas. Entonces, deja de ser Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid y vuelve a ejercer como médico. Lanza una batería de preguntas: ¿fiebre? ¿tos seca? ¿dolor de articulaciones? "No hace falta que vayas a urgencias, quédate en casa, no salgas", concluye antes de colgar.

El consejero llega a su cuartel general de la calle de la Aduana, a orillas de la Gran Vía, a las ocho de la mañana. Se va a eso de las once de la noche. "Desayuna, come y cena aquí", apunta un miembro de su gabinete de crisis. Cuando sólo había cuarenta infectados en la región, se reunió con la oposición y logró un frente común contra lo que todavía no era una pandemia. También fue rápido a la hora de crear un mando único -hospitales públicos y privados- que hiciera frente a lo que estaba por venir.

Algo tiene Ruiz Escudero que ha sobrevivido a cinco líderes distintos del PP madrileño: Esperanza Aguirre, Ignacio González, Cristina Cifuentes, Ángel Garrido e Isabel Díaz Ayuso. Todos ellos lo han querido en su equipo. Ninguno se lo ha cobrado como víctima en esta década ominosa de luchas intestinas.

Margallo suele decir que el "cuerpo a tierra que vienen los nuestros" de UCD se ajusta perfectamente a las tuberías de Génova. Y al ahora consejero ninguno lo ha apartado. Incluso en el Consejo de Ministros de PSOE y Podemos se le tiene en buena estima. A lomos de la crisis del coronavirus, se ha destapado como un pactista en tiempos de la crispación. "Es una joya, un tipo sensato", desgranan en el núcleo duro socialista.

Casado y con dos hijos, Enrique Ruiz Escudero se licenció en Medicina en la Universidad Complutense de Madrid. Ejerció durante algo más de diez años, pero pronto le picó el aguijón de la política. Su padre, el ginecólogo Carlos Ruiz Soto, fue un peso pesado de Alianza Popular. Su primer mentor.

El giro al centro de lo que iba a ser el PP empujó a Ruiz Soto a fundar otro partido, lo que granjeó a su hijo Enrique las primeras armas políticas. En 1996, el Partido Demócrata Español (PADE) pretendió aunar a los conservadores descontentos con el "centrismo" que proponía Aznar. El entonces joven médico concurrió bajo estas siglas a la alcaldía de Pozuelo y al Parlamento Europeo. No obtuvo representación.

Enrique Ruiz Escudero, durante una visita a un centro hospitalario. Comunidad de Madrid

Pozuelo es, en términos de imagen, el "talón de Aquiles" de Ruiz Escudero. Así lo definen hasta dos de sus compañeros en conversación con este diario. Aunque ahora es el presidente del PP en esta localidad, un cisma interno le situó a la mitad de ese aparato en contra. "Cosas de la política, creo que hoy no tiene demasiada importancia", señala otro integrante de Génova.

En 2007, Esperanza Aguirre lo metió en sus listas de la Asamblea de Madrid y lo recuperó para el PP. Se convirtió en diputado regional. Un puesto que mantuvo hasta 2015. Antes de alcanzar su actual puesto, fue viceconsejero de Medio Ambiente y viceconsejero de Justicia.

Su llegada a la consejería no fue sencilla. Relevaba a Jesús Sánchez Martos, médico y tertuliano que puso de uñas al sector. Llegó a ser reprobado por la Cámara madrileña. "En cuanto llegó, Enrique se prodigó mucho por centros y hospitales. Mostró preocupación por los problemas de los profesionales y tranquilizó bastante al sector", señala un médico que ha tenido que lidiar con él.

En los hospitales, gusta que no sea un hombre obsesionado con los focos. "Llega, hace una intervención que suele ser leída, y se va sin hacer ruido. Es templado e incluso anodino, algo que puede ser una virtud", señala esta fuente.

¿Defectos? "Toda una vida en política", apunta otro asesor del PP. "Es de esos que busca no regresar a la empresa privada. Lleva en esto mucho tiempo, se nota que le gusta y hace lo posible por permanecer en algún puesto".

Contra el "estado de guerra"

Ahora, esa "templanza" -cuenta un compañero de la consejería- ha sido el vehículo para fraguar una "perfecta relación" con el Gobierno central: "Habla mucho con el ministro Illa. Aunque no estuvo de acuerdo en la lentitud de estas medidas, no hizo política con eso. Es consciente de la importancia de remar todos juntos".

A las órdenes de Ruiz Escudero, la Comunidad de Madrid ha duplicado el número de operarios en la atención telefónica, ha convertido hoteles y residencias de ancianos en hospitales y se ha suspendido la cirugía programada para aliviar el colapso.

La mayor inquietud del consejero, según traslució en una entrevista con Alsina, es evitar la perversa dicotomía que asola Italia: la obligación de algunos médicos de elegir entre dos vidas. ¿El joven o el anciano? ¿El que se desangra tras un accidente de tráfico o el que está grave por el coronavirus? "Hacemos todo lo posible para no llegar a ese estado de guerra. Madrid tiene uno de los sistemas sanitarios más fuertes del mundo", aseveró Ruiz Escudero.

La primera reunión

Cuando apenas había cuarenta afectados en Madrid, Ruiz Escudero reunió en la consejería a los portavoces de todos los partidos políticos con representación. "Nos dijo que iban a llegar tiempos duros, que debíamos anticiparnos y sumar fuerzas para aplicar medidas contundentes. También nos llamó a no hacer gresca política con el coronavirus", desvela a este diario uno de ellos.

Un importante dirigente del PSOE completa: "Ojalá tuviera todo el poder que necesita. Es un hombre muy educado y con capacidad de escuchar. Claro que hay aspectos que no me gustan de lo que hace, pero en este momento sólo puedo hablar maravillas de alguien que está al frente de la mayor crisis sanitaria que hemos vivido".

A Ruiz Escudero sólo le lanzan dardos en Pozuelo, donde comenzó su carrera política. Quienes engrosan el bando opuesto a su gestión le llaman "traidor", incluso cuentan que fue expulsado del PP antes de integrarse en el PADE de su padre.

Actualmente, percibe una retribución anual de unos 100.000 euros. Tiene dos pisos a medias, uno en Madrid y otro en Sevilla. También posee un par de coches: un Chrysler Voyager y un Minicar.

"Es verdad que en esa época de sus inicios debió de ser muy conservador, pero ahora le veo en el centro. Moderado, alejado de las posiciones bruscas. De hecho, su principal virtud es el aplomo que transmite en las reuniones. Algo que, en días como estos, supone un valor enorme", concluye un adversario político.

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