Dice Pablo Iglesias que Podemos está en el Gobierno "con menos fuerza" de la que a él le gustaría, "de una manera modesta", pero que en mes y medio ha demostrado que "se pueden hacer las cosas que se prometen en campaña". Las que más le gusta contar cuando hace de vicepresidente son las de los derechos sociales. Pero este domingo la cosa iba de presentar su propia candidatura a la III Asamblea Ciudadana de los morados, y en ese ambiente lo que toca es señalar a los enemigos.

"Nuestra democracia será mejor cuando los responsables políticos, los policiales y los mediáticos de las cloacas estén en la cárcel, que es donde tienen que estar", lanzó Iglesias a modo de sentencia. La cosa sólo se puede entender como advertencia, como amenaza. Porque su alocución había comenzado con un guiño jocoso: "Queridos amigos de las cloacas, no lo habéis logrado, estamos en el Gobierno".

Dice Pablo Iglesias que le gustaría tener más poder dentro de Moncloa. Y lo ha explicado de la siguiente manera: cree el líder de Podemos que a los periodistas que publicaron informaciones -"falsas", dice él, aunque aún no se ha sustanciado judicialmente- sobre la presunta financiación ilegal de su partido deben ir a prisión. Opina que los responsables policiales que elaboraron los informes en los que se basaban esas noticias, han de estar entre rejas. Y asegura que unos y otros eran la segunda y la tercera pata de un sistema de poder controlado desde el Gobierno del PP.

"Quizás ocultan algo"

Y de ahí que vincule su propia presencia en la comisión que controla los secretos de estado del CNI con la "lucha contra las cloacas". Lo hizo citando "un refrán latino, ése que dice Excusatio non petita, acusatio manifesta". Sugiere el vicepresidente que le tienen miedo, y que hacen bien en ello.

A los periodistas que se sientan aludidos por sus palabras les dijo que "la deontología profesional y la libertad de expresión hacen del periodismo un instrumento para publicar cosas que incomoden al Gobierno, no para lamer las hemorroides del poder".

A los policías, "se llamen Villarejo, Pino o Fuentes Gago", los acusó de "humillar la calidad de la democracia y el trabajo de miles y miles de agentes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad "que no merecen que se les vincule a esa morralla y basura procedente del franquismo".

Y a quienes gobernaban cuando "se fabricaron esos informes contra nosotros, para evitar que llegáramos al Gobierno", es decir, en la etapa de Mariano Rajoy en Moncloa y Jorge Fernández en el Ministerio del Interior, los acusó de "quejarse de que haya controles democráticos", es decir, de que él tenga acceso a secretos de espías, "porque quizás es que tengan algo que esconder".

Iglesias llegó a sugerir que el incendio del edificio Windsor, hace ahora 15 años, fue para "hacer desaparecer no sé qué papeles" y alguien "hizo la vista gorda". Claro, que ahí no incidió mucho más... y es que en 2005 gobernaba José Luis Rodríguez Zapatero, quien sirvió de enlace entre Iglesias y Pedro Sánchez para fraguar la coalición y hoy media con regímenes latinoamericanos con los que los fundadores de Podemos mantuvieron, presuntamente, buenas relaciones en el pasado.

"Es un orgullo formar parte de un gobierno que va a hacer para que se cumpla la ley", prosiguió advirtiendo el secretario general morado. Y emplazó a los suyos, ya que se trataba de un acto ni siquiera de partido, sino de su lista para ganar el congreso que se celebra entres semanas, a reforzar los círculos de Podemos.

La lucha de clases en Moncloa

"Hay que hacer de este partido un aliado del contrapoder, Podemos debe acompañar a los colectivos sociales y construir trincheras", ha dicho. Iglesias asegura que "eso es lo que corresponde a un partido que cree en la lucha de clases y en que unas no tienen los mismos intereses que las otras". Quiere Iglesias que "los estudiantes, los médicos, los pensionistaslos desahuciados, los trabajadores, los inquilinos... se organicen y presionen al Ejecutivo", del que él forma parte, "porque los poderosos ya lo hacen".

Y ha puesto de ejemplo a Yolanda Díaz, "la ministra de trabajo que ha demostrado que se puede gobernar dialogando con todos, pero sin olvidar que ella representa a los trabajadores", y no a otros. Un planteamiento de clases llevado hasta las entrañas mismas de Moncloa: "No debemos olvidarnos de para quién gobernamos, porque los multimillonarios no necesitan ni gobiernos ni instituciones, los de abajo, sí".

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