La creación de un banco público ha sido siempre una de los planteamientos estrella de Podemos, pero tras su entrada en el Ejecutivo muchas de sus recetas económicas y políticas no se podrán desplegar de la forma que inicialmente tenían previstas.

El PSOE controla las carteras con más peso económico, y Pablo Iglesias, consciente de ello, ha matizado alguna de sus propuestas que aparecían en su programa electoral, como era la de que no se contuniara con la privatización paulatina de Bankia y, en lugar de eso, se convirtiera en un auténtico “banco público”.

Ahora la formación morada ya no menciona a la entidad madrileña intervenida durante la crisis financiera para que ejerza como banca pública, pero los de Iglesias tratan de hacer equilibrios ante sus votantes para blindarse de las críticas por haber renunciado a una de sus banderas.

El líder morado aboga ahora por convertir el Instituto de Crédito Oficial, el ICO, en una suerte de banco público. Una reconversión que desde el PSOE ha sorprendido, porque el partido ya diseñó en la Agenda del Cambio del 8 de febrero de 2019 una reestructuración del organismo que poco tiene que ver con las aspiraciones de sus socios de Gobierno.

El Ministerio de Economía prevé reorientar la actividad del ICO para “reforzar la inversión pública”, pero en ningún caso se prevé dotar a la agencia de crédito de depósitos para que pueda desempeñar un papel de banco público.

La hoja de ruta para mejorar la administración pública fijada por el Departamento que lidera Nadia Calviño se ciñe en reforzar la arquitectura financiera a través del ICO, reduciendo costes y haciéndola más eficiente.

Esto pasa por unificar en una sola agencia todas las funciones financieras que ahora hace el Estado a través de diferentes agencias.

De este modo, la idea es que el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI), la Empresa Nacional de Innovación (Enisa) o el Instituto para la Diversificación y ahorro de la Energía (IDAE) se integren en el ICO.

Las fuentes consultadas aseguran de que se trata de una reestructuración compleja, porque cada uno de estos organismos concede créditos en ámbitos muy específicos. Sin embargo, aseguran que el objetivo es “unificar la financiación”, pero en ningún caso convertirse en una banca pública, como ha dejado entrever Podemos.

“El ICO debe tener dos funciones: una es contracíclica, para estimular la inversión en periodos con menor expansión económica, y la otra es financiar aquellos segmentos, como las pymes, que tienen más problemas para encontrar inversión porque el sector privado no financia”, abundan.

Unos planteamientos que van en la línea con lo que anunció la vicepresidenta Calviño el pasado jueves en la comisión del ramo en el Congreso, cuando aseguró que hay que “movilizar la inversión” en retos como la transición ecológica, la digitalización, la ciencia o el I+D+i.

Según la Agenda del Cambio, esta reestructuración del ICO también contempla la eventual creación de una Central Única de Riesgos, que serviría “para mejorar el control de los riesgos asumidos por cuenta del Estado con otros países y organismos financieros, así como el aumento de la eficiencia e impacto de los distintos instrumentos financieros de apoyo a la internacionalización y de ayuda al desarrollo”.

El futuro de Bankia

La titular de Economía también apeló a la “prudencia” con respecto a Bankia, pero lo que parece claro es que tampoco se mantendrá como la entidad pública, como reclamaban desde Podemos.

La estrategia del Gobierno es culminar el proceso de privatización de la entidad presidida por José Ignacio Goirigolzarri en el momento más óptimo para recuperar la mayor parte de los 22.000 millones de euros que se le inyectaron y, así, intentar rentabilizar sus pérdidas.

Con todo, la propuesta electoral de Unidas Podemos de impedir la privatización de Bankia y de que el presidente del banco nacionalizado se elija en el Congreso de los Diputados no tiene recorrido en este Ejecutivo.

El propio Iglesias lo ha admitido en el caso de Bankia, aunque no renuncia a hablar de banca pública. Todo apunta, sin embargo, a que tampoco el ICO obrará como tal.

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