Tras la dimisión de Albert Rivera, algunos críticos levantaron la voz. Esgrimieron sus diferencias con el rumbo estratégico marcado por el difunto candidato. Sus opiniones cobraron grosor porque la marcha del presidente de Ciudadanos suponía también la extinción de la Ejecutiva. No había nadie que acuñara o decidiera la postura de la formación liberal. Hasta este lunes. Inés Arrimadas, con una entrevista en prime time, se postuló como nueva líder y reconoció ostentar "un apoyo casi unánime" entre los dirigentes naranjas.

El matiz es importante: según los estatutos del partido, la marcha de Rivera desencadenaba de manera automática el descabezamiento del proyecto. Hasta que se constituya la gestora -será el sábado 30 de noviembre-, los miembros de la Ejecutiva continúan en sus puestos para favorecer la transición, pero no operan como antaño. De ahí que cualquier crítico encontrara libertad para confrontar... y no ser respondido.

En ese clima, se produjeron las declaraciones de Paco Igea, vicepresidente de Castilla y León, ahora uno de los cargos institucionales más importantes de Ciudadanos. En los pasillos del parlamento, llegó a ofrecer al PSOE una renegociación de los pactos autonómicos a cambio de buscar una solución nacional que blindara al gobierno de los separatistas.

Días más tarde, en una entrevista con La Sexta, Juan Marín deslizó que fue un "error" no haber facilitado la investidura de Pedro Sánchez tras las elecciones del 28 de abril. Aquellas palabras suponían una enmienda a la totalidad del camino trazado por Rivera.

La única voz de respuesta hasta este lunes era la de José Manuel Villegas, secretario general en funciones. Alguien cuyo futuro se desconoce. Él mismo, preguntado al respecto, prefiere no desvelar el enigma.

Ante el riesgo de que Ciudadanos fuera incapaz de emitir un mensaje sólido, Inés Arrimadas reapareció este lunes tras una semana alejada de los focos. Ni una sola entrevista, ni una sola palabra desde la dimisión de Albert Rivera. "Debemos hacerlo con mucho cuidado, no debe quemarse. Nos jugamos mucho", explica a este periódico uno de sus colaboradores más estrechos.

Su presencia también supone una clara respuesta a los sibilinos intentos del Partido Popular enfocados a "fusionar" ambos proyectos de cara a las próximas elecciones catalanas. "Eso no está ni estará en la cabeza de Inés", responden en su entorno.

Arrimadas, según las fuentes consultadas, asumió desde el primer momento ese "paso al frente" confirmado en este arranque de semana. "Es muy perfeccionista, muy crítica consigo misma. Muy segura. Por eso está midiendo cada paso", relata otra dirigente que formará parte de su war cabinet una vez se consume el desembarco.

Con el postulamiento de Arrimadas -más allá del amago de Aguado no se le conoce opositor-, la cúpula admite internamente su liderazgo, aunque estatutariamente no puedan celebrarse las primarias hasta dentro de cuatro meses. Existe, además, una excusa orgánica para que sea ella quien lidere ya al partido: es la portavoz del grupo parlamentario en el Congreso de los Diputados.

"Creo que tengo un apoyo absolutamente mayoritario. Me encuentro fuerte y valiente. Estaré a la altura de las circunstancias", aseveró en su entrevista con Espejo Público. Un gesto con el que ponía fin al vacío de poder vivido durante esta semana.

Por otro lado, y en un ejercicio de continuismo, Arrimadas arguyó: "Ha sido Sánchez quien ha elegido a los populistas como sus socios preferentes". O dicho de otra forma: "Rivera tenía razón". No obstante, la portavoz de los liberales en la Cámara si trazó algunos matices: admitió haber "desorientado a sus votantes" y prometió "cambios" en la estructura organizativa.

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