La noche del 10-N habría obrado el milagro de moderar las posiciones de Podemos respecto a la "autodeterminación de Cataluña" y su empeño en llamar "presos políticos" a los líderes del procés; también habría diluido su insistencia en "formar dos gobiernos en uno"; habría otorgado una repentina "experiencia de gestión" a sus cuadros y posibles ministros en un eventual gobierno de coalición, y finalmente, habría calmado las taquicardias insomnes de Pedro Sánchez "y del 95% de los españoles" por tener a Pablo Iglesias sentado a su derecha en el Consejo de Ministros.

Estas cuatro contradicciones han sobrevolado la comparecencia del presidente en funciones este martes 12 de noviembre con el candidato de Unidas Podemos en el Congreso, para ponerle una firma pública al preacuerdo. Lo han hecho junto a los equipos negociadores en una reunión ya oficial después de otra secreta este lunes por la tarde entre ambos. Iglesias y Sánchez se han abrazado en la sala Comedor de gala de la planta 4 del Congreso de los Diputados, en el edificio de primera ampliación del Congreso de los Diputados.

Según fuentes oficiales de la formación morada, ambos llevan negociando desde este mismo lunes y han alcanzado un pacto para la formación de un Ejecutivo de coalición, que se han apresurado a anunciar en cumplimiento del compromiso que adquirió el mismo Sánchez en la noche electoral: "Formar esta vez sí o sí un Gobierno lo antes posible".

La solemnidad dada a este primer encuentro público entre ambos pretende mostrar la seriedad que ambas partes le quieren dar al preacuerdo alcanzado este mismo lunes por la tarde entre los dos líderes.

Sánchez e Iglesias se reunieron en secreto y acordaron retomar las negociaciones tal como se dejaron en julio. Lo que supondría una sexta enmienda a la totalidad a las posiciones socialistas tras la votación fallida de investidura del 25 de julio. Recordemos que el PSOE regresó de las vacaciones de agosto asegurando que "aquella oferta ya decayó, fue Podemos el que descartó la coalición, y ahora toca hablar de fórmulas distintas".

En la noche del 10-N, Sánchez trató de acallar a sus simpatizantes cuando cantaban "con Iglesias sí, con Casado no", apelando a "la responsabilidad y generosidad" de todos los partidos, "para desbloquear la situación política" en España. Incluso, el secretario de Organización socialista, José Luis Ábalos, y la vicepresidenta, Carmen Calvo, han llegado a dejar la puerta abierta a entenderse con el PP de Pablo Casado.

Dos frases por explicar

Pedro Sánchez dijo dos cosas en dos momentos clave de las negociaciones de las que hoy se desdice completamente. Las dos en sendas entrevistas en televisión. La primera -el séptimo "sapo" que ya anticipó el líder morado que acabaría tragando Sánchez este martes- que "el principal escollo" era "la presencia de Pablo Iglesias en el Consejo de Ministros". Y la segunda, una vez que éste se retiró y le dejó sin argumentos, explicó las razones por las que el PSOE regresaba del veraneo cerrando la puerta a los morados en Moncloa: que "no podría dormir con ministros de Podemos" junto a él.

Por esa "falta de experiencia" en la gestión, por sus "diferencias insalvables respecto a Cataluña" y porque a lo que aspiraba Iglesias era a controlar "la inmensa mayoría del presupuesto" en una suerte de "dos gobiernos en uno". Salieron Adriana Lastra, Carmen Calvo y la ministra María Jesús Montero a apuntalar ese argumento afirmando que "en Podemos no entienden que el Ejecutivo es un órgano colegiado, y que todo se decide entre todos bajo las indicaciones del jefe del Gobierno, Pedro Sánchez".

El presidente en funciones prometió en la noche electoral hablar con todos los líderes políticos "menos los que se autoexcluyen de la convivencia y siembran el discurso de odio", en referencia a Vox. Pero parece que la primera habría ido la vencida, y tras sentarse con Iglesias, ya habría fumata blanca en un decálogo de puntos.

Guiños a Podemos en el preacuerdo

Según el contenido del preacuerdo hecho público, ambas partes están "avanzando conjuntamente en una negociación encaminada a completar la estructura y funcionamiento" del nuevo gobierno, y que éste "se regirá por los principios de cohesión, lealtad y solidaridad gubernamental", así como por el de "idoneidad en el desempeño de las funciones". Es decir, que el PSOE se echa atrás por quinta vez en lo que ha pregonado incluso en esta campaña electoral: que los morados "sólo quieren sillones".

El contenido del documento es muy vago, pero curiosamente sí que contiene guiños a los morados entrando en detalles en lo que son algunas de las principales reivindicaciones de Podemos: la revalorización de las pensiones "conforme al coste de la vida", el "impulso a las escuelas infantiles de cero a tres años" y el control de "la extensión de las casas de apuestas".

Y lo cierto es que Iglesias demuestra con este texto que ambos líderes asumen que era cierto que desde la primera semana posterior a las elecciones del 28-A su formación ya había renunciado -vía mensaje telefónico- a poner como elemento negociador su posición sobre un "asunto de Estado" como Cataluña, tal como informó este periódico en primicia. Y es que el texto deja claro que "se fomentará el diálogo en Cataluña, buscando fórmulas de entendimiento y encuentro, siempre dentro de la Constitución".

O lo que es lo mismo, que queda absolutamente sin efecto todo lo que aparece en el programa electoral de En Comú Podem, que defiende -dedicándole una cuarta parte del documento- la reforma del Código Penal para liberar a los presos y una "Constitución catalana".

Hay otros puntos que se concretan, y son, por un lado, el reconocimiento de nuevos derechos, como "la dignidad de las personas como el derecho a una muerte digna, a la eutanasia", compartido en los programas de ambos partidos. Y por otro, el "establecimiento de permisos de paternidad y maternidad iguales e intransferibles".

En ese apartado de políticas de igualdad, por cierto, no aparece uno de los puntos que ha causado más polémica en esta campaña electoral: el de que "sólo sí es sí",. La desaparición de este aspecto, la reforma del Código Penal para que se considere agresión sexual cualquier relación sin un consentimiento explícito, con el que Irene Montero acosó a Cayetana Álvarez de Toledo en los debates supone la octava contradicción... esta vez compartida por ambas partes.

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