Por mucho que algunos aparenten indiferencia política hacia el asunto, por lamentable que haya sido la ausencia del discurso medioambiental en sus debates, los principales partidos lo mencionan en su programa electoral. La gran cuestión del momento ha sido ineludible, sus insistencias reales han trascendido distinciones ideológicas. La lucha contra el cambio climático se abalanza sobre nosotros y ninguna formación ha evadido sus responsabilidades.

En cierta manera es reconfortante encontrar propuestas ecologistas en los programas electorales del PSOE, PP, Vox, Podemos y Ciudadanos. Aunque esencialmente lo que esto augura es la gravedad de la situación, cuyas consecuencias no se pueden ignorar más (incluso por parte de aquellos que han estado tradicionalmente tan convencidos de poder hacerlo). La realidad del cambio climático se ha convertido en algo indiscutible tanto para la izquierda como para la derecha: todos se han sumado a la caravana de ciudadanía verde y sus posibilidades de redención.

Algunos lo han hecho con más convicción y seriedad que otros. Aquí encontraréis un pequeño resumen de las medidas medioambientales de cada partido:

El New Deal verde del PSOE

El PSOE habla de un “Green New Deal” focalizado en la máxima eficiencia en el uso de los recursos naturales y la creación de empleo verde. Apuesta por la eliminación del “impuesto al sol” para que los ciudadanos puedan producir su propia energía solar, y por una reforma del mercado eléctrico que reduciría el coste de las energías renovables en general.

Opta por la fiscalidad medioambiental y una estrategia ambiciosa de reducción de emisiones de gases invernadero (reduciendo un 20% en 2020 y hasta un 90% en 2050). Promete aumentar el uso de energías renovables hasta un 35% en 2030 y hasta el 100% en 2050, y cerrar gradual -pero decisivamente- las centrales térmicas y nucleares en España. A la vez reconoce la necesidad de ayudar a la minería y a aquellos más vulnerables durante esta transición energética.

El PSOE también da protagonismo a la lucha contra la pérdida de la biodiversidad (algo que aparece en todos los programas) y propone soluciones a través de su Plan Forestal y la aplicación de la Estrategia Europea de Bioeconomía. Habla de la economía circular, particularmente de los plásticos, y fija sus perspectivas en un modelo de “residuo cero” para 2050. Habla de pesca sostenible, de un Plan de Aguas formulado a través de un Libro Verde, de un Plan de Recogida de Basura en el Mar, de un Área de Control de Emisiones en el Mediterráneo, del reconocimiento legal de animales como seres sintientes… Y de la descarbonización del sector de transporte.

Un PP contra la “ruptura del mercado”

El PP, mientras tanto, insiste en defender un “mix energético”, por mucho que reconozca la necesidad de innovaciones en materia de contaminación, clima y energía. Evitar “la ruptura del mercado” es su prioridad. Admite la importancia de la investigación y desarrollo de coches eléctricos, pero no está dispuesto a imponer o aceptar prohibiciones a los vehículos de combustión. Proclama su interés en la transición hacia una economía verde, pero también tiene intención de revisar y debilitar algunas normativas europeas que ya han sido impuestas en el ámbito medioambiental y energético. Al igual que el PSOE, se preocupa por aquellos más vulnerables a la transición energética.

El Programa por la Sostenibilidad y el Futuro de la Agricultura y la Alimentación que propone el Partido Popular contiene los principios de la economía circular y estrategias de mitigación del cambio climático. En otras ocasiones declara sus intenciones de mejorar los sistemas de reciclaje, de garantizar la sostenibilidad de los recursos pesqueros, de combatir el avance de la desertificación y de prepararse contra el riesgo de inundaciones.

Se suma a la lucha contra el abandono y maltrato animal, mientras asegura la búsqueda de una energía “barata, sostenible y segura”. También se decanta por una movilidad sostenible en las grandes ciudades, impulsando el desarrollo de coches autónomos y vehículos sostenibles, aparcamientos gratuitos disuasorios y estacionamiento de bicicletas. Aunque parece estar algo confundido con estas promesas de mejora hacia una movilidad sostenible, ya que incluye la contradicción de que a la vez apostarán por “los servicios de proximidad para el ciudadano”. Quieren ser verdes pero no acaban de permitírselo.

También Vox: “Quien contamina paga”

Vox, por otro lado, para sorpresa de muchos, también se compromete a buscar “un plan energético más sostenible”. Mientras subraya la importancia del desarrollo de energías renovables, apuesta por un mix energético y la supresión de “primas, subvenciones, ayudas y recargos a las nuevas instalaciones que ya distorsionan el mercado”.

Espera que la transición energética ocurra de manera espontánea. Aunque también invoca la aplicación de fiscalidad medioambiental, aludiendo a ella con el concepto de que “quien contamina paga”. No puede evitar mencionar la conversión de cuencas de carbón en cuencas de energías renovables, ni los caudales ecológicos en la gestión de agua, ni la degradación de los espacios naturales españoles.

Incluye un Programa Nacional de la Conservación de la Biodiversidad, un Plan de la Gestión del Mar para preservar el ecosistema marino, un Plan de Acción de Reducción de Generación de Residuos y un impuesto sobre las bolsas de plástico.

Podemos, el más ambicioso y rotundo

Podemos es más agresivo con su “Horizonte Verde y Nuevo Modelo Industrial”, prometiendo una reducción de emisiones de CO2 a la mitad en una década y a un 90% en 2040, y el alcance de un 100% de producción energética de fuentes renovables en 2040. Habla de los 600.000 empleos que creará a través de iniciativas verdes, de impuestos por contaminación y de “poner en orden el oligopolio energético”, para que sea más barato utilizar energías renovables. Habla de rehabilitar viviendas para promover la eficiencia energética, de estrategias de reindustrialización verde, de economía circular, de objetivos de “residuos cero”, de extender el modelo de Madrid Central a otras ciudades contaminadas, de mejorar las infraestructuras ferroviarias y de llegar al objetivo de 100% coches eléctricos en 2040.

Propone acabar con el fracking, frenar el avance de la desertificación, gestionar públicamente las centrales hidroeléctricas, proteger los stocks pesqueros, controlar los microplásticos, fomentar el turismo sostenible, prohibir los plásticos de un solo uso y reconocer a los animales en el código civil. Todo esto lo consolidaría a través de una nueva Vicepresidencia de Transición Ecológica y Nuevo Modelo Industrial.

Cs, contra los “recortes arbitrarios”

Ciudadanos también muestra su preocupación por “luchar contra el cambio climático y cuidar nuestros recursos naturales”. De hecho propone una Ley de Cambio Climático y Transición Energética en la que augura conseguir cero emisiones de carbono para 2050. Habla de justicia energética y de los “recortes arbitrarios” que sufrieron las energías renovables bajo los gobiernos del PSOE y PP.

Habla de la importancia de la conservación, de los parques nacionales, de las zonas de protección subacuáticas, de sus intenciones de plantar 10 arboles por cada español al final de su legislatura. Se compromete a impulsar la descarbonización del transporte y a un transporte público 100% sostenible. Promete prohibir el empleo de plásticos de un solo uso y también reformar el código civil para que reconozca a los animales como seres sensibles.

Entre Al Gore y Ana Botín

Todas estas no dejan de ser promesas políticas que, al fin y al cabo, sabemos cómo suelen acabar. Pero lo que está claro es que las preocupaciones medioambientales están por encima de los juegos políticos de la izquierda y de la derecha. Si Ana Botín ha ido asumiendo gran parte de la sensibilidad ecologista es porque ha percibido que alguna importancia debe tener el asunto de la supervivencia de la especie humana sobre el planeta tierra.

“Ha sido un error durante todos estos años que los poderes económicos hayan estado en contra” de aceptar las consecuencias del cambio climático, asegura Ángel Cano, responsable de comunicación en España del Climate Reality Project, promovido por Al Gore. Durante muchos años los ‘negacionistas’ con intereses encubiertos en la quema de combustibles fósiles han intentado confundir el debate.

Según esta tesis, tildar de “económicamente indeseable” el optar por medidas ecológicas ha sido un lastre. Porque justo “sucede todo lo contrario” explica Cano, citando los puestos de trabajo, la innovación y la justicia social que muchos partidos han invocado en la lucha ecologista.

España es un país particularmente vulnerable a los efectos del cambio climático y a la subida de temperaturas (con incrementos previstos de 3 a 4 grados en nuestra península para 2080). Pero también es un país de grandes oportunidades para empresas de energías renovables. Cada vez más los inversores, los bancos, las aseguradoras, la gente de la calle, exigen medidas de responsabilidad corporativa a las empresas. La preocupación por el medioambiente es quizás la más importante por su urgencia y realidad empírica. El próximo gobierno, sea el que sea, deberá afrontar esta emergencia pública sin precedentes.

Aún estamos a tiempo para encontrar soluciones al problema más importante del momento. Debemos apostar por ellas antes de que se nos vayan reduciendo las opciones.

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