Pertrechados con banderas nacionales y europeas, los dirigentes de Ciudadanos hablaron de "victoria" tras el escrutinio del 26-M. Para argumentarlo se agarraron a los resultados capitalinos: habían derrotado tanto a Gabilondo como a Carmena en Madrid. Los liberales se comprometieron a sumar con PP y Vox para desactivar al "populismo". Doce horas más tarde, anunciaron la creación de un Comité de Pactos... que no habla de veto al PSOE en el resto de Comunidades y municipios.

De cristalizar algún Ejecutivo inspirado en el Abrazo de 2016 entre Sánchez y Rivera, Ciudadanos podría seguir defendiendo su carácter centrista. Si no prospera ninguna negociación con Ferraz, los liberales se habrán convertido en una bisagra que sólo funciona a derecha -con un papel clave de la extrema derecha- pero nunca a izquierda.

Santiago Abascal ya ha remarcado que esta vez, al contrario de lo sucedido en Andalucía, exigirá sentarse a la mesa también con Ciudadanos. Por tanto, Rivera tendría que transigir para cumplir sus compromisos con el electorado madrileño. ¿Cómo explicar entonces que el cordón afecta al extremo, pero no al PSOE? Una cuestión que inquieta a los dirigentes más centristas del partido.

Uno de ellos, en conversación con este diario, menciona motivos "conceptuales" y "de poder" para levantar el veto a su izquierda: "Eso respaldaría nuestra definición de 'centro' y, además, nos permitiría gobernar en más sitios".

Esta facción guardó silencio tras comprobar el gran éxito electoral que les reportó el veto al PSOE en las generales, pero ha resucitado con la vista puesta en los pactos autonómicos y municipales. Tres importantes miembros de la Ejecutiva, según ha testado este diario, se inclinan por explorar acuerdos con el socialismo en lugares como Aragón y Castilla y León.

Javier Lambán, presidente en funciones de los aragoneses, censuró los posibles pactos del Gobierno con el independentismo y tachó de "pusilánime" al Ejecutivo de Sánchez tras la cumbre mantenida con Quim Torra. El centrismo naranja lo enmarca dentro de esa "disidencia" que exige Rivera como requisito para un acuerdo.

Luis Tudanca, líder del PSOE en Castilla y León, no se ha desmarcado de Pedro Sánchez en los últimos meses. No obstante, sus escaños sumarían mayoría absoluta con los de Ciudadanos. Por primera vez desde 1987 podría darse un Gobierno de signo distinto al PP. Este supuesto, insiste un dirigente centrista de Ciudadanos, "tendría sentido y encajaría con el mensaje de regeneración".

Luis Garicano, de marcado carácter de centro, tal y como quedó reflejado en su última entrevista con EL ESPAÑOL, ha protagonizado, con su proyecto europeo, uno de los mayores crecimientos del partido. Engrosará el grupo ALDE -los liberales-, donde no está bien visto el coqueteo con Vox.

Manuel Valls, desde Barcelona, amenaza con romper si Ciudadanos traza cualquier tipo de pacto con Abascal. Rivera, precisamente, viaja este martes a Bruselas, donde probablemente sea preguntado al respecto por sus compañeros de ALDE. Hasta ahora, ha asegurado que el liberalismo continental aceptó la fórmula a la andaluza porque fue el PP quien se sentó con Vox. Pero, ¿qué ocurrirá si son los naranjas quienes se sientan a la mesa?

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