En el PP, los datos del CIS ya no los toman en serio. Al menos de puertas afuera. El propio Pablo Casado se lo ha tomado a broma —“A uno ya le da la risa”, aseguraba pocos minutos después de conocerse los resultados—, pero el retrato que dibuja el macrosondeo deja al partido en los huesos: una bajada de 80 escaños, incluidos sus grandes feudos; comunidades en las que desaparece —el número 3 del partido, Javier Maroto, no conseguiría asiento por Álava— y un PP que sólo logra apoyos en la "España interior" -como la llamó la portavoz del PSOE en el Congreso, Adriana Alastra- en oposición a unos socialistas con representación en "toda la España plurinacional" (sic).

Con Cataluña como ejemplo del batacazo periférico de Casado, los populares reducirían su presencia, según el CIS, a tan sólo el escaño de Cayetana Álvarez de Toledo, número uno por Barcelona. En las anteriores elecciones consiguieron 6 asientos. Fuentes del PP catalán restan importancia a la predicción de Tezanos: esperan 3 diputados por Barcelona y 1 por Tarragona.

Pero no es el único territorio en que el retroceso que se vislumbra es similar. En las Islas Baleares, rascan un único diputado por los 3 que tenían. Y apenas consiguen presencia en Navarra -la coalición con Ciudadanos y UPN suma 1 o 2 representantes, en el mejor de los casos-, y se quedan sin escaños por el País Vasco.

Así las cosas, incluso en sus regiones más fieles, como la Comunidad Valenciana, Madrid, Andalucía y Galicia, la presencia que del PP adelanta la estimación del CIS es considerablemente menor a la de 2016.  En tierras valencianas obtiene 7 escaños de los 32 en juego: 3 por Alicante, 1 por Castellón y 3 por Valencia. En 2016 consiguieron 13 diputados. En Castilla y León, 11 sillones por los 18 que tenían; en Castilla-La Mancha, 5 por los 12; en Aragón, 4 por los 6.

"El triunfalismo del PSOE dura lo que tarden en abrir las urnas"

“No le damos ninguna credibilidad. Exactamente la misma que le dio Susana Díaz la noche de las elecciones andaluzas”, comentan fuentes de la dirección nacional del partido a este periódico. “Es el primer CIS cuyo director es más titular que la propia encuesta. Se hace un uso partidista para crear un estado de opinión favorable al triunfalismo del PSOE, pero dura lo que se abran las urnas”.

Lo cierto es que la pinza a la que les está sometiendo tanto Vox como Ciudadanos por la hegemonía del bloque del centroderecha se refleja en las cifras del CIS. Sobre todo porque se pierden diputados por la fragmentación de la oferta.

Los datos que manejan en Génova no se parecen, ni de lejos, a los que muestra el macrobarómetro. "Es irresponsable regalar al PSOE escaños en circunscripciones muy del PP con pocas opciones para Cs y Vox", mantienen desde el entorno de Pablo Casado. Los populares son tajantes: hay entre 15 y 20 escaños en juego y la batalla la darán los pequeños municipios. 

Un 40% del voto aún por decidir

Por eso, la estrategia es clara. “Sigue siendo importante optimizar el voto en las provincias que reparten menos escaños para asegurar que los votos del centro derecho sí sirven realmente para frenar a Sánchez”, apuntan desde la dirección nacional. “Todo dependerá de la capacidad que tengamos de optimizar el voto del centro derecha uniéndolo en nuestras siglas”.

Desde Génova blanden el mensaje del voto útil, de la alerta contra un Gobierno de Sánchez con los independentistas catalanes, aunque las encuestas apuntan a esta posibilidad como cada vez más lejana. Y el recuerdo de que no se volverá a votar nada en nuestro país hasta dentro de cuatro años, por la coincidencia de todos los comicios, a excepción de las catalanas, vascas y gallegas.

Cuando aún queda el 41’6% por decidir su voto —también según las cifras que aporta el CIS—, la batalla que queda para la campaña es apasionante. Hay mucho por hacer y muchos a los que tratar de convencer.