El equipo de Íñigo Errejón se empeña en recordar que el ex número dos de Podemos "nunca trabajó para el Gobierno de Hugo Chávez o el de Nicolás Maduro. Trabajó en un centro de estudios". Cierto, pero aquella Fundación CEPS (Centro de Estudios Políticos y Sociales) elaboraba informes para el régimen.

El equipo de la dirección de Podemos, por su parte, en lo que se empeña es en barrer el pasado chavista de Pablo Iglesias, quien se ha quedado solo entre el póquer de líderes nacionales -repóquer si a Casado, Sánchez y Rivera unimos ahora a Abascal- defendiendo la legitimidad del Gobierno de Maduro en Venezuela y negando la de Juan Guaidó.

Y es que la guerra entre los dos viejos amigos ha encontrado campo de batalla en el país caribeño. Es una batalla personal y política por la primacía en el "espacio del cambio", es decir, lo que hay a la izquierda del PSOE. Y se ha acrecentado más ahora,  cuando las voces en los pasillos de la sede de Princesa 2 lamentan el seguidismo de Pedro Sánchez a la derecha "y a Donald Trump" en el conflicto venezolano.

Errejón en el consulado venezolano en 2014: "Chávez vive, la lucha sigue

En estas semanas, por las redes de mensajería del partido ha corrido este vídeo del Íñigo "socialdemócrata de toda la vida" que, con 30 años, daba un discurso sentido en homenaje al fundador del régimen bolivariano. Se rememoraba la figura del fundador del chavismo en la legación diplomática de Venezuela en Barcelona, y Errejón participaba entusiasta con un "¡Chávez vive, la lucha sigue!", puño en alto.

Es más, en la sede del partido existe el convencimiento de que "si ha habido alguien con actitudes chavistas" en su seno ha sido Íñigo Errejón hasta que se ha ido. Así lo expresan fuera de micrófono, con la herida de la espantada "personalista" al lado de Manuela Carmena todavía supurando.

Iglesias

En Podemos señalan el "silencio" culpable de Errejón desde hace meses en este asunto, mientras recuerdan que "a diferencia de Pablo", él y Juan Carlos Monedero "sí que estuvieron mucho en Venezuela". Y alimentaron el régimen con doctrina política y planes económicos.

Todo, a pesar de las "tonterías" que el propio Iglesias dijo en el pasado, como él mismo las calificó en el Senado, durante sus entrevistas como experto politólogo e incipiente político en las emisoras televisivas del régimen bolivariano.

Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, fundadores de Podemos.

"Para que lo entiendas", dice una de las personas cercanas al equipo de dirección, "en Podemos decimos que todas las decisiones se toman desde las bases, ¿no?". Y entonces, en una autocrítica que sólo se hace como confidencia de café, esta fuente explica que en el seno del partido existe la convicción de que los dos fundadores y amigos desde la época universitaria han tenido siempre modos distintos de liderar a la militancia: uno se empeña en someter todo a votación -incluso la compra de su chalet-, poniendo su personalismo siempre por delante para lograr que los inscritos opinen como él quiere; el otro actúa por su cuenta esperando que le sigan, "como al irse con Carmena".

El pasado que mancha

Pero, aunque Iglesias se despidió de sus comparecencias públicas antes de su baja de paternidad con una declaración en el Senado en la que explicó que ya no está de acuerdo con "algunas" de sus afirmaciones "del pasado", quien de verdad se ha desmarcado públicamente del madurismo ha sido Errejón.

El candidato de Más Madrid a la Comunidad ha borrado todos sus tuits al respecto e incluso llegó a desdecirse radicalmente de aquella afirmación reciente de que "en Venezuela se hacen tres comidas al día". Lo evidente es que tardó poco más de un mes en opinar justo lo contrario, de la última semana de octubre a la primera de diciembre, en las páginas de Vanity Fair: "Venezuela es un desastre y es obvio que no quiero ese modelo para mi país".

Íñigo Errejón, durante un desayuno informativo organizado por 'Vanity Fair'. ADP

Lo primero lo había dicho en una extensa entrevista con un semanario chileno, The Clinic. En ella admitía los "graves errores en la conducción económica" del  régimen, pero aseguraba que el proceso chavista era "inequívocamente democrático".

Y es ahí donde ponen la mirada desde las altas instancias de Podemos, aunque esto suponga también una enmienda a la totalidad del acervo histórico del partido. Porque se revuelven ante el papel que ha tomado Errejón en este asunto. Y porque precisamente a ese modelo, dicen, colaboró activamente a través de los informes que elaboraba en CEPS para los Gobiernos de Chávez y Maduro.

El propio Errejón -un estudioso de las tendencias y un analista del discurso político- ya ha explicado en más de una ocasión que su evolución de pensamiento ha tenido que ver con haber "escuchado otras opiniones" y que su rectificación es "cristalina". Su equipo se remite a estas declaraciones aclaratorias y a remarcar que es un pasado incluso "anterior a Podemos".

Pablo Iglesias atiende a la prensa en el patio del Congreso. ADP

Pero la ofensiva de Iglesias promete ser a sangre. Y así, a los teléfonos de quienes trabajan en Princesa ha llegado otro mensajes con el enlace a un artículo en el que el analista Rodrigo Amírola -en el pasado uno de los más estrechos colaboradores del ex número dos del partido- califica expresamente de "dictadura" el régimen venezolano desde el momento en que Maduro "rompe el orden constitucional y la configuración institucional que se deriva de él para perpetuarse en el poder".

Porque, iniciado el camino de separación del partido y su líder de cualquier referencia chavista, Podemos considera que Íñigo Errejón ha sabido beneficiarse de las circunstancias -todo lo relacionado con el conflicto de legitimidades en Caracas- para que Iglesias volviera a aparecer como el último chavista irredento