Fue cuestión del azar: corría el año 2016 cuando, tras el arranque de la última legislatura, coincidieron, sillón con sillón, Pablo Casado, Teodoro García Egea y Javier Maroto. Los tres jóvenes populares, que en aquel momento no tenían demasiada relevancia en el partido, desconocían que estaban llamados a ser la nueva cara del PP tras la caída de Mariano Rajoy. Presidente, secretario general, vicesecretario de Organización. Uno, dos, tres.

Mucho ha llovido desde entonces. Hoy, mientras Casado pilota el partido, García Egea y Maroto son su brazo ejecutor. Ambos se recorren las delegaciones del PP, hacen y deshacen, designan candidatos, promocionan a unos y apartan a otros. Son los  "negociators" —una máquina de negociar—, así les bautizó el flamante presidente de Andalucía, Juanma Moreno, en la reciente Convención ideológica del PP.

García Egea y Maroto ya configuraron el equipo negociador para la formación del Gobierno andaluz, junto con el entonces aún candidato a presidir la Junta y la secretaria general del PP-A, Loles López. Ellos fueron quienes se sentaron con Ciudadanos y con Vox para conseguir los acuerdos, el de gobierno y el de investidura.

A la mayoría de diputados populares les caen bien: “Teo es un crack y Maroto es divertidísimo. Teodoro es la cabeza pensante, el que hace las tablas de Excel. Maroto engancha más a la gente, tiene ese don, será por su época de alcalde”, comentan desde la bancada popuklar del Congreso.

Cara y cruz de la misma moneda

García Egea es el número dos de la organización, pero, según reconoce el propio Maroto a este periódico “nunca te hace sentir subordinado, sino compañero”. Ambos son hombres de partido, pero políticos más hechos a la calle que a las instituciones.

Durante la elaboración de las listas para las elecciones andaluzas, por ejemplo, los dos se propusieron que no hubiese nadie en ellas a quien no les pusiesen cara. El resultado fue un viaje por toda Andalucía para conocer a los integrantes de las listas.

Fuentes cercanas a García Egea subrayan la diferencia de carácter entre los dos: “Teodoro es de Murcia, más mediterráneo, más espontáneo, más cercano y jovial. Maroto es de Vitoria, con un carácter más del norte. Afable pero quizás un punto más mesurado y reflexivo. La diferencia de caracteres hace que se complementen muy bien en las negociaciones”.

El equipo negociador del Partido Popular formado por Loles López, Juanma Moreno, Teodoro García Egea, Javier Maroto y Elías Bendodo a su llegada a una reunión. EFE

En el círculo de Maroto corroboran esta impresión. “Desde que coincidieron en el Congreso, se dieron cuenta de que compartían lenguaje, además de ideas. Cuando están en una negociación, con una simple mirada ambos saben cuál es el siguiente paso a seguir”. Esto implica que, coyunturalmente, se reparten los papeles de poli bueno y poli malo, pero quien suele ser la cara amable, habitualmente, es García Egea. “Siempre destensa el ambiente en una reunión, llegado el momento, con una anécdota o un chiste. Sabe empatizar, con él es difícil que se tuerza una negociación”.

"Sobran los demás"

“Con ellos tres [los negociators y Pablo Casado], sobran los demás”, opina una diputada. Tal y como reconocen fuentes del PP, el objetivo es que haya una voz única de la dirección nacional, la de Casado, y que ésta sea transmitida al partido sin que se produzcan distorsiones.

Ahora bien, esta manera de proceder ha levantado cierta polvareda en algunos sectores. García Egea y Maroto han sido quienes se han dirigido a los candidatos de las elecciones municipales y autonómicas, y también a los descartados, prometiendo recompensas con la que para tratar de contentar a todos. Algunos ya temen que esas promesas no se puedan materializar, sobre todo, dado el horizonte electoral

Además, en varias organizaciones regionales se impuso el criterio de la dirección nacional sobre el autonómico, lo que ha abierto grietas. Es el caso del PP cántabro, con la pasión y muerte de Ruth Beitia como cabeza de cartel, o de Segovia —un candidato escogido apenas unas horas antes del acto de presentación ya programado— o de Logroño, con Cuca Gamarra optando a la alcaldía cuando se daba por hecho que sería otra persona la cabeza de cartel.

Pero los negociators continúan a su labor. Cada semana, al inicio, se reparten los temas relativos a la estructura del partido para saber quién va a dedicarse más a cada asunto. Quieren conocerse cada rincón al dedillo.