El presidente del PP, Pablo Casado, no se ha querido conformar durante la convención que prometía “el rearme ideológico” con volver a ilusionar a sus votantes. No, el líder de los populares ha cerrado tres jornadas con un discurso de hora y media -leído en un prónter, pero con cosecha propia- como colofón final. Poniendo los puntos sobre las íes: este es su PP, desgranado, y, paradójicamente, ha resultado ser el que siempre fue. Con un salto temporal de veinte años.

Pablo Casado rearma a su PP sin complejos

Los populares pretendían celebrar las honras fúnebres del marianismo, con el propio Mariano Rajoy de cuerpo presente, para abrazar el liberalismo conservador, la derecha pura, de la que siempre hicieron gala. El programa estaba diseñado para ello: el viernes, intervención de Rajoy; el sábado, vuelta a los orígenes de Aznar; y, este domingo, el decálogo de propuestas a modo de programa de Gobierno que ha lanzado Pablo Casado.

“No hay alternativa a lo que representamos. Porque no basta con ponerse el disfraz del PP ni versionar en un karaoke los temas populares”, aducía Casado. Pero lo cierto es que el nuevo PP ha dado por asumido gran parte de los valores que ahora defiende su escisión por la derecha, Vox, y se piensa lanzar a conquistar al votante de centro liberal que ahora mismo se decanta por Ciudadanos.

"La casa del centro derecha reformista"

Los puntos en común con los de Santiago Abascal eran evidentes: la defensa a ultranza de la nación, para empezar, es algo de lo que Casado ha hecho gala durante este fin de semana. Pero no sólo eso: con unas medidas palabras acerca de la familia. Sin mencionar el aborto, pero dejando el discurso libre a la interpretación, el presidente popular ha afirmado que hay que actuar "siempre a favor de la vida". "Resolver dudas a favor de la vida, poner recursos a favor de la vida, equivocarse a favor de la vida".

Además, aunque le ha marcado el terreno a Vox en cuanto al Estado de las autonomías, sí que le ha hecho un guiño a sus votantes manteniendo el lenguaje ambiguo con la violencia de género -reduciéndola a “violencia contra las mujeres”- e intercalándolo con la violencia doméstica.

Aunque no se ha quedado ahí. El PP de Casado aspira a revalidar las mayorías absolutas que parecen imposibles en el tablero político actual. "Somos la casa común del centro derecha reformista y liberal al servicio de España. Somos un partido con proyecto, con alma, con raíces". La mira para conseguirlo vuelve a ser el centro. Y Casado lo sabe, pero sin moverse de las nuevas líneas que han establecido."No tenemos que movernos de sitio, sino mantener esas raíces de nuestros valores, fortalecer el tronco de nuestros principios y ampliar las ramas de nuestras ideas para cobijar a más gente debajo". 

Pero todo el PP en los pasillos, la misma terminología utilizada en el encuentro de tres días en Madrid y, por supuesto, el discurso del líder sobre el escenario, jugó con la palabra "centro": como concepto, como verbo, como adjetivo, como sinónimo de núcleo, como recuerdo del expresidente Aznar. El abrazo de la "casa común" es eso: las raíces firmes para dar sombra "a todo lo que está a la izquierda del PSOE".