El Gobierno decidirá el futuro de la Cruz del Valle de los Caídos tras exhumar a Francisco Franco. El desentierro del dictador está previsto para final de año. Una vez sellada esta etapa, Pedro Sánchez pondrá fecha al nuevo debate. Podemos ya ha trasladado al Ejecutivo su intención: demoler la escultura de 150 metros de largo.

Hasta el momento, hay dos puntos claros en torno al mausoleo. El traslado del general y la "contextualización" del conjunto. Según ha sabido este periódico de fuentes gubernamentales, Moncloa "estudiará qué hacer con la Cruz en concreto" cuando culmine la exhumación.

Un dirigente de Podemos cuenta a este diario que deslindarán la Memoria Histórica del resto de las negociaciones: "Hemos acordado una reunión para la semana que viene". En ese encuentro, los de Iglesias transmitirán al PSOE hasta dónde estarán dispuestos a llegar, cuáles serán las piezas afectadas por este tira y afloja.

Franco saldrá del Valle de los Caídos

La dirección general para la Memoria Histórica, encuadrada en el ministerio de Justicia y dirigida por Fernando Martínez, prepara una "intervención limitada" en Cuelgamuros. Se aportará "el significado suficiente" para que el monumento "no siga conmemorando la victoria de una mitad sobre la otra".

En su gira latinoamericana, Pedro Sánchez confesó que "el gran museo de la Memoria" no se ubicará en el Valle de los Caídos, tal y como concibió el consejo de sabios alumbrado por Zapatero. A partir de ahí: exhumación, carteles explicativos y... ¿qué ocurrirá con la Cruz?

Estos dos factores influirán -en un sentido o en otro- en la decisión: la Cruz es el mayor símbolo en homenaje al nacionalcatolicismo, pero la resignificación del Valle podría "limpiarla" y dejarla en mero símbolo religioso. Por otro lado, su estado estructural no es bueno. O lo que es lo mismo: la decisión no será simplemente política o ideológica.

Tal y como ha confirmado este periódico, el Gobierno está abierto a debatirlo. En ese momento, Podemos jugará un papel importante. Los de Pablo Iglesias presentaron este viernes un plan integral para el monumento. Apuestan por "quitar la sangre y respetar el esqueleto". Una metáfora que coincide con la pretensión de Pedro Sánchez: mantener la estructura, pero contextualizar su origen, el qué y el cómo.

No obstante, Podemos va más allá: quiere demoler la Cruz y construir con sus escombros parte del gran cementerio civil que acogerá el lugar. También desean desacralizar la Basílica y echar a los benedictinos. Un extremo que el Gobierno no aceptará, a pesar de que vaya a razonar el futuro de la gran escultura.

Esta opción, además, entrañaría nuevas dificultades, entre ellas la inclusión de un nuevo actor en la negociación: la Iglesia. A pesar de que los terrenos de Cuelgamuros pertenecen a Patrimonio Nacional, el interior de la Básilica -gestión y culto- corresponde a la orden de San Benito, que quizá no se oponga al desentierro del dictador, pero sí impugnaría la expulsión de los monjes.

PSOE y Podemos, más allá de los matices, han logrado ir de la mano en lo que se refiere a la Memoria Histórica. Sánchez satisfizo la reivindicación morada de detectar y exhumar las fosas comunes. No obstante, este plan ya lo había fabricado el Gobierno a través de Fernando Martínez, que mostró su eficacia y conocimiento con un proyecto similar en Andalucía.

Según las fuentes consultadas por este diario, la dirección general para la Memoria "todavía se encuentra en fase de creación". El PSOE tratará de empujarla a través de los presupuestos con una partida específica que sufrague la reforma integral socialista: excavaciones, banco de ADN, censo de víctimas, oficina de atención a pie de calle...

Uno y otro partido, socios retroalimentados, han mostrado voluntad para lograr el consenso en este ámbito. La única discrepancia, a priori gruesa, fue solventada sin crispación. Podemos -Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero a la cabeza- criticó con dureza el vídeo oficial del 40º aniversario de la Constitución. Aparecen dos ancianos, enfrentados en la Batalla del Ebro hace ochenta años. La formación morada lo consideró equidistancia y tachó de fascista al hombre que engrosó las tropas de Franco. El PSOE lamentó esta conducta, pero no la empleó a modo de bumerán.

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