Pablo Casado tiene dos objetivos para la vuelta del verano: un congreso nacional para rearmar ideológicamente el PP y nombrar a los compañeros del partido que serán cabezas de cartel en las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2019. El presidente prometió integración cuando ganó el congreso a Soraya Sáenz de Santamaría, pero aquellos barones que apoyaron sin complejos la candidatura de la exvicepresidenta temen que ahora la nueva dirección tome represalias contra ellos y los aparte en beneficio de otros que trabajaron para el triunfo de Casado.

La primera autonomía que Casado pisó ya como líder del PP fue Andalucía. El andaluz Juanma Moreno fue el barón que defendió con más determinación a Santamaría. De hecho, la exvicepresidenta se convirtió en la candidata más votada en la primera vuelta gracias al respaldo unánime de los militantes andaluces.

Una vez que Pablo Casado derrotó a su rival en segunda vuelta, el aparato andaluz se puso a disposición de la nueva dirección, a la que no le ha quedado más remedio que revalidar a Moreno y a los candidatos a las capitales de provincia. Mariano Rajoy dejó designados los candidatos andaluces, y Casado aprovecha esa circunstancia para escenificar la unidad que el expresidente pidió en su despedida.

Entrevista a Pablo Casado Carmen Suárez

1, Alfonso Alonso

Otro sorayista convencido es Alfonso Alonso. El presidente del PP vasco fue uno de los pilares de la candidatura de Santamaría, un territorio donde venció a sus cinco rivales con el 55% de los votos. Alonso, que depende de Casado para ser de nuevo candidato a lehendakari, lamentó tras el congreso la falta de "integración" del nuevo equipo y en el primer Comité Ejecutivo Nacional que se celebró en Barcelona se atrevió a dejar plantado al presidente.

2, 3 y 4, Antona, Vivas e Imbroda

También un 55% de votos obtuvo Santamaría en Canarias, donde Asier Antona puso a su disposición todo su poder. Su permanencia también está en manos de la actual dirección, que tiene la última palabra para designar a los candidatos municipales y autonómicos. En una situación similar está el ceutí Juan Vivas y el melillense Juan José Imbroda.

5 y 6, Fernández y Sáenz de Buruaga

Asturias y Cantabria fueron otros dos bastiones de Santamaría para hacerse con el control del PP gracias a los apoyos de Mercedes Fernández y María José Sáenz de Buruaga. El exministro y exalcalde de Santander, Íñigo de la Serna, que apostó por la ex vicepresidenta, rechazó la oferta de integración y, tras la victoria de Casado, optó por dejar la política.

7 y 8, Bonig y Garrido

Los feudos que más quebraderos de cabeza pueden darle al presidente del PP son Valencia y Madrid. En la Comunidad Valenciana, Isabel Bonig trabajó cerca de Santamaría en la primera vuelta. En la segunda, pidió una lista de unidad o, si no era posible, respetar la palabra de las bases. En otras palabras, que ganara Santamaría.

En un caso similar se encuentra Ángel Garrido, que llegó a la presidencia de la Comunidad de Madrid tras la caída estrepitosa de Cristina Cifuentes. Apostó en la primera vuelta por María Dolores de Cospedal y, después, jugó más cerca de Santamaría que de Casado, a pesar de que el exvicesecretario de Comunicación arrasó entre las bases madrileñas en la votación del día 5 de julio.

Los asegurados

La actual dirección nacional es consciente de que estos ocho barones preferían que los mandos los tomara Santamaría, y por eso ahora necesitan reorientar esos feudos intentando encajar las piezas de un puzzle complicado. Y es que los militantes y cargos intermedios que se atrevieron a desobedecer la directriz de sus superiores regionales y apostaron sin titubeos por Casado piden ahora su recompensa.

Mucho más tranquilo respiran aquellos barones que decidieron colocarse en esta carrera al lado del nuevo presidente del PP. Son el riojano José Ignacio Ceniceros, el murciano Fernando López Miras, el extremeño José Antonio Monago y el gallego Alberto Núñez Feijóo.

Pablo Casado, increpado en Vitoria