El discurso "renovador" de Pablo Casado se impuso a la propuesta de Soraya Sáenz de Santamaría de ensalzar la figura de Rajoy y heredar su legado para retomarlo cuando el PP consiguiera echar a Pedro Sánchez de La Moncloa. El presidente saliente se negó a decir públicamente quién era su favorito. Pero no hizo falta que lo hiciera: todos en el partido sabían que tenía una candidatura clara y no era precisamente la vencedora.

Rajoy se dirigió por última vez el viernes al Partido Popular y pretendía que su discurso sirviera para que aquellos compromisarios que aún estaban indecisos respaldaran su propuesta. Reivindicó su legado y, por ende, el de Sáenz de Santamaría, que ha sido su colaboradora más estrecha durante los seis años que ha estado en la Moncloa.

Al Rajoy no le gustó el tono que utilizó su entonces vicesecretario de Comunicación para criticar algunas políticas de su Gobierno, como la llevada a cabo en Cataluña al hilo del procés. "Pablo Casado estuvo en el Comité de Dirección y no se quejó nunca, lo pudo haber hecho allí", le afeaban estos días desde el equipo de Santamaría, empeñados en defender el marianismo sin descalificar al rival.

Díscurso íntegro de Pablo Casado ante el Congreso Extraordinario del PP E.E.

Victoria aplastante

La hora de la verdad llegó este sábado y la candidata a presidenta se atrevió a cuestionar ante los compromisarios este sistema de doble vuelta que el PP puso en marcha para elegir a su líder. Les repitió hasta la saciedad que era la preferida por las bases. Pero lo cierto es que decantaron la balanza por Casado con una diferencia de 450 papeletas. Una victoria clara frente a una derrota histórica.

Los datos se filtraron tan rápido que cuando el presidente Rajoy entró en el plenario junto con María Dolores de Cospedal y Fernando Martínez-Maillo ya se sabía el resultado. La secretaria general exhibía una sonrisa de oreja a oreja. La venganza se sirve en plato frío "y sabe mejor", reconocían compromisarios de Castilla-La Mancha. 

Tras Rajoy y su equipo entró la gran derrotada, Soraya Sáenz de Santamaría y, minutos después, Casado junto a su mujer Isabel Torres entre aplausos y gritos de "¡presidente!", aun cuando el auditorio no sabía muy bien si debía aplaudir o esperar a su proclamación oficial.

Casado se abrazó entonces a Rajoy como el niño que le pide al padre que le proteja. El expresidente del Gobierno le dejó un escueto "mucha suerte", como si fuera el hijo que se va de casa por primera vez. Pero no le acompañó al escenario para escenificar el traspaso de poderes, de presidente a presidente. El gesto no gustó a gran parte del plenario, que ovacionó al líder recién elegido.

Resurge el aznarismo

Con el triunfo de Casado y la derrota histórica de Sáenz de Santamaría, el presidente saliente sabe que su legado ha muerto y que las esencias del aznarismo resurgen, por mucho que él se empeñara en evitar hasta mencionar a su mentor en el discurso de despedida. Sin embargo, Casado sí dijo ante los compromisarios que "no puede aspirar a liderar el partido alguien que no está orgulloso de su partido. Yo lo estoy de José María Aznar, de Manuel Fraga y de Mariano Rajoy".

También defendió "sin complejos" políticas conservadoras sobre la familia y la vida, y adelantó que se opondría a la "ley de la eutanasia de Pedro Sánchez". Todo lo contrario que su rival, que aparcó el ideario del PP y reivindicó el voto argumentando que las encuestas le dan clara favorita y porque además ya ha estado en el Gobierno seis años.

Durante todo este proceso, Pablo Casado solo ha hablado en dos ocasiones con Mariano Rajoy: cuando decidió presentarse al congreso, el día que superó la primera vuelta y cuando coincidió con él en el funeral del presidente gallego Gerardo Fernández Allbor. Los dos quedaron en verse en Santa Pola.

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