La presidenta del Congreso, Ana Pastor, adelantó a comienzos de 2017 la hora de inicio del pleno para evitar que las sesiones parlamentarias terminaran bien entrada la noche. La propuesta llegó como una manera de intentar conciliar la vida laboral con la familiar, ya que había plenos que se alargaban hasta la medianoche. A partir de entonces, los debates entre los grupos parlamentarios empezaron los martes a las 15.00 horas.

El artículo 15 del reglamento del Congreso indica que "los diputados tendrán el deber de asistir a las sesiones del pleno del Congreso y de las comisiones de que formen parte". Una obligación que la gran mayoría se salta a la torera. Este martes, cuando la alarma sonaba a todo volumen para anunciar que la sesión estaba a punto de comenzar, había más diputados en la cafetería del Parlamento que en el hemiciclo, donde apenas se concentraban 50 parlamentarios de los 350 (el 14%) que cobran una nómina pública.

Tras casi dos meses de vacaciones de Navidad, esta semana se celebraba el segundo pleno de 2018. La bancada azul que pertenece al Gobierno estuvo representada -solo durante la primera hora- por el ministro de Justicia, Rafael Catalá. No llegó un solo miembro más del gabinete de Mariano Rajoy hasta la hora de la votación, cuatro horas y media después de que empezara la sesión.

La mayoría de los parlamentarios terminaron de comer sin ninguna prisa y fueron ocupando sus escaños con toda tranquilidad. A las 16.30 horas, EL ESPAÑOL contó 84 diputados en sus asientos: apenas el 24% del total. La tónica fue similar durante la sesión: un diputado habla desde la tribuna y todos los demás se dedican a contestar whatsapps o correos electrónicos, hablar con el compañero de escaño o directamente volver a salir a tomar un café. En ningún momento hay silencio absoluto. La presidenta tuvo que llamar al orden en al menos dos ocasiones porque el hemiciclo se confundía con una tertulia de bar.

Por no estar, no estaban ni los líderes de los partidos de la oposición: Albert Rivera (Ciudadanos) y Pablo Iglesias (Unidos Podemos) llegaron con una hora de retraso. Una vez sentados en sus puestos, el dirigente catalán no se movió de su escaño hasta dos horas después, cuando volvió a salir del Parlamento. Por su parte, el líder de la formación morada salió y entró al menos en cuatro ocasiones durante el tiempo que duró el pleno. Rajoy fue uno de los ocho diputados que ni siquiera fueron a votar.

Instantánea del pleno de este martes. E. E.

Los parlamentarios más ejemplares son los miembros de la Mesa. La propia Ana Pastor estuvo en la Presidencia hasta pasadas las 18.00 horas, cuando se debatía la última parte del pleno: las mociones consecuencia de interpelaciones. Ahí pidió el relevo al vicepresidente de la Cámara, Ignacio Prendes, que ocupó la Presidencia durante hora y media. De los nueve miembros del órgano rector de la Cámara, solo faltó durante la mayor parte de la sesión el secretario tercero, Marcelo Expósito (Unidos Podemos).

Los portavoces parlamentarios de la nueva política forman parte de la escasa lista de diputados puntuales. Irene Montero (Unidos Podemos) y Juan Carlos Girauta fueron los primeros en llegar y no se movieron de sus asientos hasta que transcurrió la mitad del pleno. La portavoz socialista, Margarita Robles, llegó 20 minutos tarde y se volvió a ir 40 minutos después, dejando en su asiento unas hojas que hacían pensar que volvería. Entró de nuevo a las 18.00 horas.

Los vicesecretarios, ausentes

La bancada popular, compuesta por 137 diputados, apenas consiguió que 40 de sus diputados estuvieran sentados al mismo tiempo durante la primera mitad de la sesión. Destacó la presencia de Marimar Blanco, que llegó unos minutos tarde pero no se ausentó en  todo el pleno. Ningún vicesecretario del PP (Pablo Casado, Javier Maroto) llegó hasta la hora de la votación, casi a las 20.00 horas. Tampoco el nuevo director de gabinete de Rajoy, José Ayllón.

El coordinador general del PP, Fernando Martínez-Maillo, se dejó caer por el hemiciclo pasadas las 18.00 y apenas permaneció diez minutos sentado en su escaño. Abandonó el pleno y no se le volvió a ver hasta casi la hora de la votación, ya caída la noche.

Entre los socialistas, fue la vicepresidenta del partido, Adriana Lastra, quien no se perdió ni un punto del orden del día. También Patxi López, José María Barreda y Rafael Simancas pasaron la mayor parte de la sesión sentados en sus escaños.

Ciudadanos estuvo representado casi todo el tiempo por su plana mayor: Melisa Rodríguez, José Manuel Villegas, Miguel Gutiérrez, Toni Cantó, Marta Rivera y Marta Martín, que apenas se ausentaron unos minutos de un pleno, que se prolongó durante casi cinco horas.

Cañamero, uno de los más aplicados

En el caso de Unidos Podemos, Montero, que ese día cumplía 30 años, estuvo acompañada prácticamente durante todo el tiempo de su portavoz adjunta, Ione Belarra. Alberto Garzón, que llegó más de una hora tarde, estuvo apenas 60 minutos. Íñigo Errejón, que se encontraba en el Congreso una hora antes de comenzar la sesión, no se sentó en su escaño hasta que la alarma volvió a sonar, cinco horas después, para votar. Los parlamentarios más aplicados de la bancada morada fueron el andaluz Diego Cañamero y el canario Alberto Rodríguez, que no se saltaron ni un punto del orden del día.

Los partidos independentistas no pueden ponerse como ejemplo de trabajo. El portavoz adjunto de ERC, Gabriel Rufián, no llegó al Parlamento hasta pasadas las 17.00, justo antes de que le tocara subir a la tribuna. Su portavoz, Joan Tardá, apareció mucho más tarde. Ninguno de los dos llegó a tiempo para aplaudir a Miriam Noguera, la diputada independentista que gritó libertad para los presos y a la que solo le aplaudió un compañero.

Quedaban 20 minutos para que dieran las seis de la tarde cuando se contaban 119 diputados dentro: apenas un tercio. Era el momento en el que se presentaba la proposición no de ley del día: Ciudadanos pedía abrir una comisión de investigación sobre los atentados yihadistas perpetrados en Cataluña en verano. Como establece el Reglamento, Pastor llamó al diputado que defendía la proposición, Juan Carlos Girauta, que en ese momento no estaba siguiendo el pleno y estaba fuera del mismo. Hubo que esperar unos segundos a que el diputado volviera.



A las 19.00 horas ya había 133 diputados de la sala, casi todos los que se sientan en la última fila. A la hora a la que estaba planificada la votación, las 19.30, el griterío en la sala apenas permitía escuchar con atención al orador. Ahora ya eran 172 los parlamentarios que ocupaban sus escaños. Pocos eran los que guardaban silencio y solo las taquígrafas -hay dos presentes en todo momento- seguían al detalle el discurso del orador de turno.

Faltaron seis ministros

Los invitados que seguían el pleno fueron los que mostraron más interés por el pleno. Eran una treintena de chavales de unos 20 años que venían con su profesor de universidad a ver una sesión plenaria. Los diputados no pueden verlos porque la tribuna de invitados se sitúa en la parte superior del hemiciclo, pero los muchachos fueron mucho más educados que sus señorías y durante el tiempo que estuvieron solo comentaban algo que les había llamado la atención. Pocos sacaron sus teléfonos del bolsillo.

La sesión se paró a las 19.47 para iniciar la votación. Fue el único momento en el que el Parlamento estuvo prácticamente lleno. A esa hora ya llegaron siete ministros: Juan Ignacio Zoido (Interior), Cristóbal Montoro (Hacienda), Fátima Báñez (Empleo), Soraya Sáenz de Santamaría (Vicepresidencia), Dolors Montserrat (Sanidad), Isabel García Tejerina (Agricultura) y Catalá, el único que estuvo al inicio y al final del pleno.

Ana Pastor volvía a ocupar la Presidencia en ese mismo momento. Votaron 341 diputados presentes y uno de forma telemática. Sesenta de ellos se saltaron toda la sesión y llegaron únicamente para darle al botón. A las 20.05 no quedaban ya dentro del hemiciclo ni los ujieres que custodian diariamente al Parlamento.