La madre de todas las batallas. La guerra del puño y la rosa. La hora del ser o no ser. Sólo puede ganar uno. Se han hecho (y escrito) tantos símiles grandilocuentes que, cuando llega la hora de la verdad, las primarias por el liderazgo del PSOE pueden parecer hasta poca cosa. Pero no lo son en cuanto a lo que pueden significar políticamente. La cita del próximo 21 de mayo es trascendente en el PSOE, el partido que más años ha gobernado en España desde la muerte de Francisco Franco (21 frente a los 13 que lleva el PP), y en las demás formaciones políticas, que escudriñan el proceso pensando en cómo aprobar los Presupuestos o una moción de censura. 

El PSOE está hoy roto en dos. Lo ha denunciado el tercer candidato, Patxi López, que asegura que nunca había visto "el nivel de agresividad y de descalificaciones" semejante en su partido. Él se afilió a las Juventudes Socialistas en 1975. Esta guía explica el proceso y el porqué.

1. Qué es un congreso del PSOE

El 21 de mayo, los 187.949 militantes del PSOE están llamados a las urnas para elegir a su próximo líder. En esa cifra se incluyen todos los militantes del PSOE y del PSC y los de las organizaciones juveniles de ambos partidos que estén al corriente del pago de sus cuotas. La votación se hace de manera similar a unas elecciones generales. Hay mesas de votación por toda España, con interventores de cada candidato y voto secreto en urna, sin que pueda hacerse por internet. Es el único partido que lo hace así. El PP no tiene primarias y los otros dos grandes partidos, Podemos y Ciudadanos, votan por internet. En el caso de la formación de Pablo Iglesias, participan inscritos: personas que dieron sus datos en una web, pero que pueden no estar comprometidos con el partido.

El 21 de mayo es el día D. Ahí se elegirá al nuevo secretario general del PSOE. Pero las primarias forman parte de un proceso más amplio: el congreso. Y esa etapa se cierra definitivamente el 17 y 18 de junio. En ese fin de semana se renovarán todos los órganos: la Ejecutiva que acompaña al líder, el Comité Federal, una especie de sanedrín con más poderes, otras comisiones del partido (Garantías, Censo, etc) y se aprueban los documentos del partido, desde los estatutos hasta la línea política. Hasta 2014, todo ocurría en el mismo fin de semana. Un millar de delegados del partido se daban cita y elegían al líder y los órganos. Pedro Sánchez ya fue elegido por primarias: un militante, un voto, por lo que el congreso que se celebra semanas después sigue siendo importante, pero tiene menos tensión. 

2. Los candidatos

Son Susana Díaz, considerada la favorita por el gran apoyo que tiene entre las estructuras del partido; Pedro Sánchez, que aspira a ganar a la primera presentándose como el candidato de las bases; y Patxi López, que ha hecho de la capacidad de unir al partido su bandera electoral. 

Se presentaron en orden inverso. Primero López, el 15 de enero, en un movimiento sorpresa para muchos. Que Díaz quería ser líder del PSOE nadie lo dudaba, por lo que la presentación del diputado vasco y exlehendakari podría haber significado una batalla a dos. Eso pretendía López, que al hacer su anuncio pidió el apoyo de Pedro Sánchez. Pero el efecto fue el contrario y Sánchez dio el paso dos semanas después, el 28 de enero, en un acto en Dos Hermanas (Sevilla). Díaz apuró los plazos e hizo su presentación oficial el 26 de marzo, aunque los preparativos del acto despejaron las dudas días antes. 

Las líneas argumentales de los candidatos son claras. Díaz propone revitalizar el PSOE de siempre, "volver a ser lo que fuimos", como dice parafraseando el himno de Andalucía. Se mira en Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, se aparta de Podemos y se centra en prometer la victoria ante el PP con la receta tradicional del partido. Pedro Sánchez hace una enmienda a la continuidad del PSOE del siglo XX, cuya fórmula ya no cree válida para el siglo XXI, a pesar de que Zapatero ganó en este siglo dos veces las elecciones. Propone una modernización del partido para dar más poder a la militancia que, según él, ha sido traicionada por la "dirigencia" a través de la abstención ante Mariano Rajoy. También plantea una recuperación del izquierdismo del partido que cree perdido en favor de la connivencia con la derecha. Patxi López rechaza la polarización entre los dos primeros. Se presenta como un militante "100% PSOE" (ese es el lema de Díaz), pero también como el líder de la "izquierda exigente" que no se confunde con la derecha. Su propuesta es la del "día después": la unidad una vez se abran las urnas. 

3. Los avales

En el PSOE no vale con presentarse y ser votado en las urnas. Antes del 21 de mayo hay una criba previa que algunos candidatos, como López, proponen eliminar para el futuro. Todo aquel aspirante que quiera ser secretario general tiene que recoger las firmas del 5% de la militancia: 9.368 afiliados. Sin esas firmas, los aspirantes, considerados formalmente precandidatos, no adquieren la condición de candidato con papeleta en la mesa electoral. 

Este jueves 4 de mayo, los candidatos tendrán que haber entregado en la sede del PSOE sus firmas. Una vez validadas despejan el camino para la recta final. Hay muchas maneras de ver los avales: hay quien los considera una primera vuelta que aclara los apoyos de unos y otros. No en vano, los candidatos no se conforman con superar el trámite con las firmas necesarias sino que ponen toda la carne en el asador para tratar de apabullar con el volumen. Se espera que Susana Díaz acabe en cabeza, por delante de Sánchez y, sobre todo, de López, que ha renunciado a juntar muchos más de los necesarios. 

Pero los avales, a diferencia del voto, son públicos, por lo que los distintos sectores y estructuras del partido acaban sabiendo a quién ha avalado cada militante que haya participado. Eso hace que existan presiones para que los afiliados se signifiquen a la vista de todos y, también, abre la puerta al voto oculto: avalar a un candidato para acabar votando secretamente al preferido. 

4. Una larga campaña, un único debate 

Ni se sabe el tiempo que el PSOE lleva instalado en la lucha interna y en un ambiente de precampaña electoral. En los últimos años han convivido la crisis del liderazgo y la división con las ansias de poder. Según Sánchez, Díaz lleva moviéndole la silla casi desde que fue elegido líder, en julio de 2014. Según Díaz, es la situación del partido y la gestión de Sánchez, con quien se han cosechado los dos peores resultados de la historia, las que le llevan a dar el paso en un momento de urgencia. 

En juego están muchos elementos: desde la ubicación ideológica, motivo de debate desde la gestión de la crisis de Zapatero hasta los pactos con Ciudadanos o la abstención ante Rajoy, hasta el modelo de partido (más colegiado, más basado en la democracia directa). 

Pese a que hay muchos asuntos en el debate interno, Sánchez y Díaz están de acuerdo en que no hace falta más que un debate para confrontar posturas, a diferencia de López, que pide más contraste. La esperada cita se celebrará en la sede de Ferraz en la última semana de campaña. No se emitirá en un gran plató y en horario de máxima audiencia, sino que se concibe como un acto más del partido. Las reglas y el moderador están por aclarar.

5. El final o el inicio de nuevas luchas

El resultado y, sobre todo, la disposición de unos y otros determinará si el PSOE supera su crisis o cava su tumba. Muchos en el partido, también los aspirantes, las ven como una encrucijada histórica. 

Quien gane tendrá que calibrar cómo hace su Ejecutiva y como comienza a poner los puntos a la herida para que cicatrice. En palabras de Díaz, el ganador tendrá que "coser el partido" hecho jirones en los últimos años. Un resultado muy ajustado podría complicar las cosas si el candidato que pierda no asume su derrota. 

Las normas del partido hacen que la renovación de todas las estructuras comience por el congreso federal. A él le siguen los autonómicos, provinciales y locales, en ese orden. Se eligen líderes y direcciones en todos los ámbitos. De cómo acabe el congreso federal dependerá que haya o no revanchas en los demás congresos, algo que podría fracturar más aún el partido. 

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