Daniel Montero Alejandro Requeijo

Miguel López fue consciente desde primera hora de que todas las sospechas por el asesinato de su suegra estaban puestas en él. La viuda de Vicente Sala, el expresidente de la CAM había muerto en su concesionario, sola, y él había sido la última persona en verla con vida. "Me estoy haciendo drogadicto a la vejez", reconocía cuatro días después del suceso a un amigo personal. "Yo que jamás en mi vida he tomado nada", explicaba el yerno de la víctima. 

Sus palabras hacen referencia a los tranquilizantes (trankimacines) que desde el día nueve de diciembre, fecha del asesinato, tomaba Miguel López para intentar conciliar el sueño. El primero se lo dieron los paramédicos que atendieron a su suegra con dos disparos en el cuerpo. "Se me salía el corazón del cuerpo. Se me salía", recuerda de aquel momento.

Según los informes policiales, el yerno de María del Carmen Martínez manifestó ya en el tanatorio de su suegra su miedo a ser detenido como autor del suceso. Desde entonces, reconoce en las llamadas haber perdido "tres kilos. Tres kilos en tres días. Desde el viernes que pasó he estado sin comer. Es que no me entra la comida. Tres kilos y encima sin dormir. Que no consigo conciliar el sueño", reconoce a su amigo. 

"Mi suegra es muy desconfiada"

Las sospechas de López estaban bien fundadas según el sumario del caso, al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL. Los documentos policiales muestran como los agentes se centran desde el primer momento en identificar un detalle clave: la persona que colocó el coche en el lavadero donde la víctima fue asesinada. En ese momento, seis personas se encontraban en el concesionario. Y ninguna de ellas reconocía haber trasladado el coche a la zona de lavado.

El detalle es de vital importancia para los investigadores, ya que según el testimonio de los empleados, el coche se lavó en realidad a las 11.30 de la mañana , y se dejó secar en la zona de aparcamiento del concesionario hasta que llegaron las 18.30 de la tarde, hora en la que la víctima pasaría a recogerlo. Pero en lugar de sacarlo del parking, que sería más sencillo, tuvo que ir a recogerlo a la zona del lavadero. Fue allí donde recibió los dos disparos.

El sumario del caso refleja un precedente anterior de un coche lavado y colocado después en esa zona para que fuera recogido por Carmen Martínez. Fue el lunes de esa misma semana y con el vehículo que ella normalmente conducía, un Honda CVR. El coche fue colocado en el lavadero por orden de Miguel López, con el argumento de que su suegra "como es muy desconfiada, no se cree que los coches se los lleva limpios".

"A un drogadicto se le ha ido la mano"

Cuatro días después del suceso y mientras los agentes escuchan al otro lado, López reconoce que la presión está a punto de romperle: "Necesito centrarme. Necesito centrarme porque no tengo la cabeza en el sitio [...] Necesito descansar. Estoy descentrado porque se me va la cabeza. Me he ido esta mañana a Jávea. Iba por la autopista y ha habido un momento que iba a velocidad... Mira si estaba mal que ha habido un momento que iba a velocidad legal y un segundo... Que se me saltan las lágrimas. Iba pasando y me ponía a llorar".

Tras sincerarse con su amigo, Miguel comenzó a aportar teorías sobre el suceso. "Como allí nos han robado tantas veces coches y ha pasado de todo, estaba convencido, pero convencido de que esto era un atraco. Digo algún gilipollas de los drogadictos que tenemos aquí se le ha ido la mano".

Sin embargo su principal teoría, tal y como adelantó este diario, pasa por la contratación de un sicario tras los negocios del clan familiar en latinoamérica. "Lo que pasa es que este sabes que es actor profesional. Tú lo conoces y sabes que es... Vamos, que le van a dar el Oscar. Este es actor profesional y yo no se qué hijoputada ha hecho", explica el detenido en la misma conversación, en referencia al primogénito de la familia, Vicente Sala Martínez.

Esta misma tesis se dibuja en otra decena de llamadas en la causa, donde López siembra constantemente la duda sobre el comportamiento en los negocios de su cuñado, "Está intentando meter el muerto a sus hermanas a ver si así las inhabilitan y queda como el administrador de los bienes".  La tesis policial mantiene que López perpetró el crimen, precisamente para evitar que el patrimonio cayera en sus manos.

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