El 13 de mayo de 2015, Manuela Carmena y Pablo Iglesias compartieron escenario en el Parque de la Cornisa de Madrid, junto a Las Vistillas. El cartel pintaba verde y morado, los colores de Ahora Madrid y Podemos. Faltaban menos de dos semanas para las elecciones municipales y el líder de la formación de los círculos abrazaba a la jueza en el escenario: "Necesitamos que sea nuestra alcaldesa".

Casi dos años después, aquella estampa, la de Iglesias y Carmena juntos dando palmas y entonando el "sí se puede", es un imposible. Tras aquel matrimonio de conveniencia que derrocó al PP de Esperanza Aguirre, la ahora alcaldesa de Madrid, a pesar de integrar en su Gobierno varios ediles de Podemos, ha consumado su divorcio con Iglesias. "No tengo casi contacto", ha reconocido con Vistalegre 2 todavía en el retrovisor.

"Carmena no es de nadie"

Iglesias recurre a Carmena para alejar fantasmas y colocar sobre la mesa su proyecto de Gobierno. "No sólo podemos ganar, sino gobernar y hacerlo mejor", ha dicho en un boletín municipal de su partido con la vista puesta en el Palacio de Cibeles. Unas palabras que incomodan a la regidora, "que no es de nadie".

En el seno de su Ejecutivo -formado por varias familias, entre ellas Podemos- los distintos grupos ya ni siquiera tratan de arrojarse más cercanía a la alcaldesa. "De verdad, no es de nadie". Tampoco de Iglesias, al que no ha apoyado en ninguna de las campañas para las elecciones generales y al que tampoco ha invitado a celebrar los "hitos" de su gestión, como por ejemplo las consultas ciudadanas.

Sin ir más lejos, la gran mayoría de la oposición y parte de su Gobierno la sitúan más cerca del PSOE que de las familias que engrosan Ahora Madrid: Podemos, Ganemos, IU, Equo...

"Amigos como Pablo"

Aquella tarde de mayo de 2015, con el bolso al hombro y confesa enemiga del mitin, Carmena enarboló algunos de los mantras de Podemos. Habló de "conseguir el cambio", de que "los pueblos pueden gobernarse a sí mismos" y centró su discurso en "la lucha contra la corrupción". Incluso apostó por "una campaña de sentimiento". Al terminar agradeció la presencia de "amigos como Pablo que vienen a ayudar".

Sus últimas intervenciones, en cambio, revisten frialdad, lejanía. No ha querido opinar acerca de Vistalegre 2, aunque ha dejado caer que prefiere huir de la verticalidad y mantener la diversidad en los partidos para hacerlos más fuertes.

El 'amor' de Iglesias, vistos los desplantes de la alcaldesa, no ha sido incondicional. Quizá harto, recordó a Carmena que su victoria fue posible "gracias a la flexibilidad de Podemos". Aunque estas palabras no hicieron mella en la exjueza, que ha seguido sin acercarse al secretario general.

"Me iré a casa"

Desde un primer momento, tanto estética como políticamente, Carmena no encajó en el puzle de Podemos. Y esta razón, tan simple como no compartir los postulados del partido de los círculos, más allá de la revitalización y remunicipalización de la política, explica el desmarque de la alcaldesa respecto a Iglesias.

También influye su papel de directora de orquesta en el Ayuntamiento, donde debe conciliar las voluntades enfrentadas de Ganemos y Podemos. Cualquier acercamiento a Iglesias podría suscitar los 'celos' de los concejales no adscritos a la formación morada. Sin ir más lejos, ni siquiera la portavoz del Consistorio, Rita Maestre, reconocido miembro de Podemos, aborda asuntos de partido en sus ruedas de prensa semanales.

Manuela Carmena ha reiterado que se "irá a casa" al término de su mandato. Abierto el debate de la sucesión, apuesta por otra candidatura ciudadana, como la suya, que prolongue el Gobierno "de la gente" en Madrid.

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