Los acontecimientos han demostrado que en contra de lo que hubiera podido aventurarse hace tan sólo unos años el sentimiento independentista está más arraigado en Cataluña que en el País Vasco. Si nos fiamos en el termómetro de las encuestas la medición es posible. Los últimos datos de prospección sociológica, aportados este miércoles por el Gobierno vasco, permiten concluir en comparación con los de la Generalitat del pasado marzo que los habitantes del País Vasco son en la coyuntura actual la mitad de independentistas que los de Cataluña.

Sólo el 23% de los vascos se pronuncia ahora a favor de la independencia, frente al 43,5% de los catalanes que hace cuatro meses respondió afirmativamente a la pregunta de si quería que Cataluña se convirtiera en un Estado independiente.

El 45,5% contestó de forma negativa, por lo que en la comunidad catalana existe un empate técnico entre los detractores y partidarios de la independencia.

Según la primera oleada de 2016 del barómetro del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat, el porcentaje de independentistas catalanes desciende en casi 7 puntos cuando se le interpela en concreto por el encaje territorial de Cataluña. El 38,5% abogó por un Estado propio, mientras el resto se dividía prácticamente entre los partidarios de un Estado dentro de una España federal (26,3%) y los defensores de mantener la situación de comunidad autónoma actual (25,1%).

En el País Vasco, donde no se ha preguntado por el modelo institucional, el 36% se muestra en desacuerdo con la independencia y el 27% opina que se posicionaría a favor o en contra “según las circunstancias”.

La encuesta del Gobierno vasco se ha realizado sobre una muestra de 2.310 entrevistas efectuadas entre el 23 de mayo y el 2 de junio; la de la Generalitat tuvo lugar entre el 22 de febrero y el 8 de marzo y fueron 1.500 los catalanes consultados.

EVOLUCIÓN EN CATALUÑA Y PAÍS VASCO

Las series de ambos sondeos demuestran los cambios que sacuden a las poblaciones catalana y vasca. El sentimiento independentista experimenta en la autonomía gobernada por Puigdemont un ligero retroceso, de poco más de un punto, respecto a los valores alcanzados a finales de 2015 aunque resulta mayor si lo comparamos con la etapa de exaltación nacionalista que presidió Artur Mas . Coincidiendo con la consulta promovida el 9-N de 2014, el porcentaje de encuestados que creía que Cataluña tendría que ser independiente se elevaba al 48,5%, diez puntos más que los del actual registro.

En el País Vasco, donde el lehendakari Iñigo Urkullu ha cuidado hasta el extremo el distanciamiento de su Gobierno con los pasos de desconexión con España dados por la Generalitat, la gráfica del independentismo empezó a situarse en mínimos históricos a finales del año pasado. En noviembre de 2015 el porcentaje de independentistas cayó al 21% y en febrero de 2016 descendió al 19%, por lo que el último registro, del 23%, implica cierta recuperación.

Según la serie del Sociómetro Vasco el número de independentistas vascos no ha llegado nunca en su cómputo anual a ser siquiera un tercio de la población. En los años claves de aprobación por el Parlamento Vasco (2004) y rechazo por las Cortes (2005) del Plan Ibarretxe se mantuvo en el 26% y 25%.

El porcentaje más alto , del 30% , se obtuvo en 2014, coincidiendo paradójicamente con uno de los mayores grados de desacuerdo con la independencia (32%), que alcanzó en febrero de este año, con un 38% su cota más alta.

SIMILAR SENTIMIENTO DE PERTENENCIA

Los independentistas vascos han retrocedido también en las urnas, aunque será las próximas elecciones autónomicas, previstas para octubre, las que den la medida de su desgaste, dada la diferencia que experimenta el voto entre unos comicios y otros. En la última convocatoria a urnas, las generales del 26-J, la coalición abertzale EH Bildu, que había recuperado a su líder Arnaldo Otegi, perdió más de 31.400 votos, un porcentaje del 1,73% del total de los sufragios.

En lo que sí se igualan vascos y catalanes, según las dos encuestas comparadas, es en el sentimiento de pertenencia compartido con España. El 33% de los encuestados por el Sociómetro se consideran tanto vascos como españoles.

Los porcentajes se distancian hasta más de seis puntos cuando la pregunta marca la diferencia con la nacionalidad que exhibe el DNI. Así, el 24,2% se cree más catalán que español, mientras sólo en el 18% de los vascos el eje vasco-español se inclina del lado de la comunidad autónoma.

En el resto de las opciones, minoritarias, donde las preferencias caen del otro lado, las distancias no son tan grandes. El 4% de los vascos se siente únicamente español, frente al 5,1% de los catalanes; y los porcentajes son muy parecidos, del 4% y el 5,7%, cuando hay que definirse como más español que vasco o catalán.

En resumen, y en una escala del 0 al 10, en el que los extremos representan el españolismo y el nacionalismo respectivamente, la media vasca es de un 4,5 y la catalana de un 6,18.

APRUEBAN A URKULLU, SUSPENDEN A RAJOY

El Sociómetro vasco, al igual que la encuesta del CEO, analiza las preocupaciones de la población y su valoración de la situación política y la gestión de los gobiernos y sus dirigentes, así como los retos de futuro que encara la comunidad autónoma.

La ciudadanía vasca otorga al Ejecutivo de Urkullu un aprobado raspado (5,5, en una escala de O a 10) y suspende al Gobierno del PP en funciones con un contundente 2,4. Su grado de confianza hacia ambos difiere enormemente: el 74% tiende a confiar en el poder autonómico, frente al 19% que mantiene su credibilidad en el poder central.

Los encuestados profundizan en el suspenso a la persona de Mariano Rajoy (1,6) y no aprueban a ninguno de los líderes nacionales del resto de partidos: Pablo Iglesias (3,7), Pedro Sánchez (3) y Albert Rivera (2,6). El lehendakari tampoco llega, aunque por muy poco, al 5 (4,8) y es el dirigente vasco mejor valorado, por delante de Andoni Ortuzar (4,1), Nagua Alba (3,6), Arnaldo Otegi (3,5), Idoia Mendia (3,3), Gorka Maneiro (1,8) y Alfonso Alonso (1,7).

El análisis de la coyuntura política y económica arroja grandes diferencias según se enjuicie la vasca o la española. Un 90% define la situación política española como mala o muy mala, frente al 47% que aporta los mismos calificativos a la vasca.

Lo mismo ocurre en el ámbito económico. Un 90% juzga como mala o muy mala la evolución de España, mientras el porcentaje desciende al 55% en el caso vasco.

PREOCUPADOS POR EL PARO, NO POR LOS PRESOS

Las preocupaciones de la ciudadanía vasca se centran en los problemas vinculados al mercado laboral. El 80% los menciona como prioritarios, mientras el 21% alude a las dificultades económicas en general. Sólo el 12% se acuerda de la situación o el conflicto político y únicamente el 2% menciona el tema de los presos o el proceso de paz. La corrupción o el fraude inquieta al 7% de la población, frente al 47% de los españoles que inciden en ambos aspectos según datos del CIS.

Finalmente, Euskadi, con una de las tasas de natalidad más bajas de España, muestra su inquietud por el envejecimiento de la población. El 37% de los vascos lo menciona como uno de los retos de futuro, frente al 16% de los españoles, aunque para una gran mayoría, el 64%, el principal objetivo sigue siendo acabar con el desempleo.

El gran paraguas asistencial de la comunidad autónoma vasca – invierte en rentas mínimas de inserción el 42% del total del Estado- disminuye la preocupación por las desigualdades sociales. Acabar con ellas está en la mente de uno de cada cuatro vascos (26%), mientras que constituye una prioridad para el 40% del conjunto de los españoles. 

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