Inma León Daniel Ramírez

No es habitual en una política tan polarizada que el principal valedor de un candidato se encuentre en un partido que no es el suyo. Sucede, por ejemplo, en Andalucía. Y de manera muy pronunciada. Juan Marín, vicepresidente de la Junta en nombre de Ciudadanos, mantiene una relación tirante con Inés Arrimadas, pero conecta a la perfección con el jefe del Ejecutivo autonómico, Juanma Moreno (PP).

Este miércoles, en su visita a Sevilla, la presidenta de los liberales evitó respaldar al vicepresidente andaluz como candidato de Cs para los próximos comicios regionales. Se remitió a las primarias entre militantes. Un proceso para el que Marín ya ha confirmado su presencia.

Esto, de puertas hacia fuera, podría parecer un formalismo, incluso un síntoma del funcionamiento democrático del partido. Sin embargo, la dirección nacional de Cs viene apoyando, en la sombra, a un candidato en todos y cada uno de los procesos. Y ese apoyo no se está produciendo con Marín.

Poco a poco, la nueva dirección nacional intenta tomar el control de la filial andaluza. Arrimadas prepara cambios estratégicos que, a la larga, podrían suponer un cambio de rostros.

El vicepresidente no estuvo presente siquiera en la reunión que Arrimadas mantuvo con Moreno. Se adujo una cuestión de "protocolo". Sin embargo, a tenor de las fuentes consultadas por este periódico -tanto en la filial andaluza como a nivel nacional-, Marín y la presidenta de Cs vienen escenificando sus desempates desde hace meses.

"Juan va por libre", relatan varios miembros de la Ejecutiva del partido. Hasta el punto de que llegó a lanzar el globo sonda de una coalición electoral con el PP para las próximas elecciones andaluzas. Un extremo que fue inmediatamente rectificado por Arrimadas.

Ahí entra en juego -según explican a este periódico desde el PP andaluz- la segunda derivada: Moreno ha congeniado con Marín. Representan un proyecto moderado y de gestión. Los conservadores saben que -escaño arriba o abajo- necesitarán volver a pactar con Ciudadanos para mantener el Gobierno.

Si el negociador es Marín, el acuerdo estará garantizado. Moreno, tal y como ha demostrado en su presidencia, prefiere mirar a Ciudadanos que a Vox. Para ello necesita a un Juan Marín fuerte, lo suficientemente consolidado para que Arrimadas no pueda dar un golpe de mano y apartarlo de su puesto.

De ahí que, a diferencia de lo que ocurre en las coaliciones de Murcia o Madrid, Moreno Bonilla no intente continuamente robar el foco a Marín. Los éxitos se comunican de manera compartida. Las tensiones de Ayuso y Aguado no forman parte de la dinámica andaluza.

En la última encuesta del Barómetro Andaluz de Opinión Pública, pese a la caída de los naranjas a nivel nacional, Ciudadanos Andalucía crece y podría volver a gobernar con el PP -y el apoyo externo de Vox-. También mejora la valoración de Marín como líder.

En clave interna

Para Arrimadas, la situación es complicada. A día de hoy, los vicepresidentes autonómicos son quienes más poder ejecutivo ostentan en Ciudadanos. La jerezana necesita que el proyecto sea monolítico y que, pese a los matices autonómicos, comparta una unidad de destino.

En las últimas ejecutivas de Ciudadanos, Marín se destapó como uno de los críticos. Y así es percibido en la organización. "Son los periodistas los que quieren ver una guerra", detallan las fuentes oficiales de los naranjas en Andalucía y en Madrid, sin embargo los desempates son evidentes.

El último y más notorio se produjo en el segundo aniversario del "cambio" en Andalucía. Pablo Casado viajó a Sevilla para celebrarlo con Moreno, pero Arrimadas no hizo lo propio.

Marín, a cambio, organizó un desayuno informativo con Albert Rivera, que acababa de soliviantar a Arrimadas con unas declaraciones en las que dejaba entrever una enmienda a la totalidad a la negociación de Ciudadanos con el Gobierno de Pedro Sánchez.

El encuentro dejó boquiabiertos a varios dirigentes nacionales del partido, que no lo esperaban. Para más inri, la coalición electoral con el PP que aireó Marín se produjo aquel día, junto a Rivera.

Algunos diputados del Parlamento andaluz reseñan a este diario que el liderazgo de Marín, a su vez, está puesto en cuestión en Sevilla. Rocío Ruiz, consejera de Igualdad, encabeza una corriente crítica. Ya ha anunciado que no desea controlar el partido a nivel orgánico, pero no descarta postularse como candidata a las elecciones. Esa opción inquieta a los de Juanma Moreno, que no quieren saber nada de la alternativa.

No conviene perder de vista un tercer grupo de poder: el encabezado por Fran Hervías -ex secretario de Organización dimitido tras los resultados de las generales- y su mujer, Virginia Millán Salmerón -exdiputada-.

Pese a no contar para Arrimadas a nivel nacional, siguen queriendo mantener su cuota de poder en Andalucía. Hervías, en la etapa anterior, era el encargado de controlar lo que sucedía en las delegaciones autonómicas. Por eso todavía ostenta ascendencia entre los afiliados andaluces.

Noticias relacionadas