Brais Cedeira David G. Maciejewski

La masa se pone nerviosa en Ferraz si a las 10 de la noche los agentes no inician la carga policial. "¡Son las diez, gaseadnos otra vez!", gritan. Hay un murmullo, un runrún y una sensación de extrañeza en los violentos, al ver que sus insultos y agresiones no tienen respuesta.

Este jueves los agentes de las Unidades de Intervención Policial (UIP)  aguantaron una hora más de lo normal el lanzamiento de bengalas, petardos, cristales y pirotecnia. Cuando se decidieron a intervenir lo hicieron en tromba, desde cuatro frentes a la vez, completando las mayores cargas que se han visto en dos semanas con un saldo de 10 detenidos y 5 heridos ante la sede del PSOE.

Fue uno de los más duros avances de la Policía Nacional en las protestas contra la Ley de Amnistía. Era la decimocuarta noche ante la sede del PSOE. Por la mañana, Pedro Sánchez había sido investido como presidente del Gobierno. Muchos no terminaban de asumir el pacto con el que líder socialista borra los delitos del separatismo a cambio de ungirle como el que podría ser el segundo presidente más longevo de la democracia. El ambiente, por tanto, era de alto voltaje.

Si el primer día de la sesión de investidura se alcanzó la descomunal cifra de 2.000 personas, el jueves muchos decidieron doblar la apuesta. 4.000 integrantes de la protesta, según la delegación del Gobierno, se acercaron hasta el cruce con Marqués de Urquijo para condenar la Ley de Amnistía concedida a cambio del poder apenas unas horas atrás.

Uno de ellos era Javier Ortega-Smith, secretario general de Vox. Ortega-Smith llegó con chaqueta de color marrón, un cámara y varios acompañantes para supervisar el desarrollo de la protesta desde la barrera (tal y como él aseguró). Desde la labor de los agentes de la Policía Nacional hasta el comportamiento de miles de ciudadanos.

El ambiente entre los manifestantes de Ferraz rezumaba recelo y revanchismo. "A este habría que echarle a palos, como a la zorra de Yolanda Díaz", espetaba un hombre de unos 60 años. Trataba de llamar la atención de otro que golpeaba una olla metálica con una cuchara. "Cadena perpetua", replicaba el segundo.

La protesta

A la izquierda, un joven con gafas de apenas 18 años se subió sobre una valla. Luego empezó a insultar a los policías. "Venid, cabrones, si tenéis cojones", vociferaba, desgañitándose. "¡Gaseadnos si os atrevéis!". 

Esta vez los agentes de las UIP aguardaron pacientes hasta las once y media. La agresividad de la parte central de la protesta alcanzó un nivel visto pocos días en la última quincena. 

[Así fue detenido y acusado en falso un periodista de El Español cuando informaba de las protestas en Ferraz]

Antes de las 11 de la noche la aglomeración era mucho mayor que en otras jornadas. Quizás por eso decidieron aguantar algo más. Si hubieran cargado a las 10 habría producido una estampida de dimensiones estratosféricas.

Sentados en la escalera de la iglesia siete chicos y tres chicas criticaban a Felipe VI. "La culpa de todo esto la tiene el rey, que es un cobarde", comentaba uno de ellos. "¿Sabes qué haría con Sánchez?", preguntaba  un segundo. "Mandarlo fuera de España. Deportado. Y el rey... otro masón". 

Los manifestantes queman un contenedor en la esquina con Alberto Aguilera. Joan Gálvez

Un hombre llegado desde Valencia sólo para participar en esta manifestación le susurró a una mujer que lo mejor que podría pasar esta noche era ver arder la sede del PSOE. "Deberíamos quemar Ferraz como las fallas".

Las consignas se sucedían: "Otegui, etarra, tu madre es una guarra". "Sánchez, no eres presidente, eres un delincuente". "No es una sede, es un puticlub". Pronto, los agentes de la Policía Nacional que defendían Ferraz de la furibunda multitud se convirtieron en la diana de las burlas: "Con los moros no tenéis cojones". "Los Mossos cobran más que vosotros".

La mayoría de los asistentes no superaba los 30 años. La tensión no paraba de crecer, y hacia las 22:00 comenzaron a volar latas de cerveza y botellas de cristal en dirección a los agentes; después, petardos y algunas bengalas. Aparecieron los brazos en alto, haciendo el saludo fascista. Entre la multitud los encapuchados levantaban banderas preconstitucionales.

Luego se coreó Primavera de la División Azul y, después el Cara al sol. Hacia las 23:00, cuando gran parte de los manifestantes se ha marchado, un grupo de radicales comenzó a saltar la barrera de vallas azules que separaba a la turba del dispositivo policial. Las zarandearon primero, las tumbaron después y finalmente las lanzaron contra los policías.

Había miles de personas todavía cuando se escuchaba el himno de la Falange. Centenares de ultras aguardaban una noche más la ocasión de la pelea. Entonces que todo estalló.

Cargas e incendios

De repente, cuando ya parecía que todo el mundo quería marcharse a su casa, los agente decidieron actuar. Irrumpieron por los cuatro frentes, coordinados como nunca hasta entonces. Los manifestantes echaron a correr formando una gigantesca marabunta de la que muchos no lograron escapar.

Un grupo de gente fue arrollada en el atrio del santuario del Inmaculado Corazón de María por quienes estaban en las primeras filas. La actuación se produjo de forma simultánea. Los antidisturbios embolsaron a un grupo de unas 50 personas junto a un edificio en Marqués de Urquijo. Más arriba otros grupos de la Policía Nacional cargaban en las esquinas de las calles más cercanas.

Luego subieron a Princesa, donde el caos se apoderó de la situación en la entrada del Corte Inglés. Varias personas incendiaban un contenedor en una esquina. En el cruce,  20 furgones de la Policía daban vueltas hasta encontrar una buena posición.

Al mismo tiempo, un joven toreaba a los antidisturbios con una bandera de España. Otros, cubiertos con pasamontañas, se ponían de acuerdo para sortear la defensa de los UIP. Los agentes controlaron muy rápido la situación, como una misión relámpago, corta pero intensa, con centenares de efectivos policiales. Hubo momentos al final en los que daba la sensación de haber más policías que otra manifestantes, custodiando la sede del Partido Socialista. Así finalizaba una nueva noche en Ferraz.