Las mujeres iban pasando por aquel piso de la localidad barcelonesa de Sabadell donde eran sistemáticamente prostituidas. Utilizando el miedo y la extorsión, los proxenetas las obligaban a vender sus cuerpos en aquel lugar, y cuando se hartaban de ellas las cambiaban y llevaban a otras.

En la última fase de la investigación policial, después de constatar cómo explotaban de ese modo a decenas de chicas, los investigadores detectaron que mantenían a cuatro víctimas en esa situación. 

Esa era una parte de la cara b de las sórdidas y delictivas actividades de los miembros más violentos de los Boixos Nois, la cúpula de la formación ultra del Fútbol Club Barcelona.

Era la primera vez, apuntan a EL ESPAÑOL fuentes de la investigación, que detectaban esas actividades en el seno de un grupo de estas características, siempre ligado a las peleas callejeras con las bandas de otros equipos españoles y europeos. Incluso al tráfico de drogas. Pero nunca habían llegado a tanto. "No lo habíamos visto todavía. Nunca habíamos detectado esta actividad en operaciones anteriores".

Es uno de los resultados de la operación 'Gol Sur', llevada a cabo a lo largo del último año y medio por la Policía Nacional. Los réditos que sacaban de prostituir a esas mujeres se convertían en la base de financiación de sus actividades, principalmente relacionadas con la asistencia a eventos musicales y deportivos para la difusión de odio, hostilidad y violencia hacia otros colectivos vulnerables o antagónicos.

Así cayó la cúpula de los Boixos Nois: la operación de la Policía Nacional

La investigación ha culminado con la detención de 14 personas y un total de 18 registros. Gracias a las indagaciones han constatado no solo cómo se dedicaban a la prostitución, sino también al tráfico de drogas. Se han intervenido diez armas de fuego, numerosas armas blancas, un kilo de cocaína, más de 5.000 plantas de marihuana, hachís, cocaína rosa y numeroso material de carácter supremacista relativo a este grupo ultra radical y a la banda motera "Hells Angels", a la cual pertenecía uno de sus cabecillas.

Los arrestados lideraban presuntamente una organización criminal extremadamente violenta con un marcado carácter polidelictivo. Se habían especializado presuntamente en el tráfico de drogas, la prostitución coactiva o la importación de medicamentos ilegales.

Es gente, advierten los investigadores, que siempre va al límite. "Tíos de dos metros que les da igual matar a un policía, o que le pegan una paliza a un mosso y lo dejan moribundo, se comen varios años de cárcel y no les importa. La gente les tiene miedo".

Las pesquisas han corrido a cargo de la Comisaría General de Información (CGI), de la Brigada Provincial de Información (BPI) de Barcelona, de la Unidad Central de Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales (UCRIF) de Barcelona y de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV Central) de la Comisaría General de Policía Judicial.

A los arrestados se les imputan presuntos delitos graves contra la salud pública, explotación para la prostitución de mujeres, tenencia ilícita de armas y blanqueo de capitales, entre otros. Todo coordinado bajo la dirección del Juzgado número 1 de Sabadell (Barcelona), cuyo magistrado ha decretado que siete de ellos ingresen en prisión.

El renacer de Boixos Nois

Tal y como reveló EL ESPAÑOL, a principios del 2020 los Boixos Nois estaban de vuelta. En distintos foros ultra se detectó la vuelta a la trifulca y a las actividades presuntamente delictivas de esta formación ultra, nacida en el fondo sur del Camp Nou en 1981, con el boom hoolligan exportado por los británicos a toda Europa. 

Más de una década después de haber sido expulsados de la grada del estadio blaugrana, después de la encarcelación de la anterior cúpula, un nuevo grupo se había hecho con el poder en el seno de los Boixos.

Tal y como apuntan los investigadores, muchos de estos nuevos hombres fuertes procedían de Hooligans Vallés, el grupo ultra del CE Sabadell, en el área metropolitana de la Ciudad Condal. Un club en horas bajas en lo deportivo, pero con un grupo de radicales temido desde principios de este siglo, conformado por un buen número de elementos neonazis de la zona.

Los nuevos caudillos procedían de ese lugar. Es la cara b del mundo del fútbol. "Los grupos ultra en el deporte, las peleas pactadas, los viajes para pegarse con ultras de otras ciudades o de otros países... Parece un poco lejano este tema, parece algo ochentero o noventero, pero está todavía ahí", asegura un inspector jefe a cargo de la investigación.

En esta nueva era de predominio en Barcelona y su área metropolitana, los agentes se encontraban a los detenidos metidos en todas las salsas. "Continuaron el negocio del tráfico de drogas. Okupaban viviendas para crear laboratorios de droga. Para mover sustancias. Para instalar también plantaciones".

Componían un núcleo cerrado, jerarquizado y con la actividad compartimentada. En cada área contaban con especialistas de una determinada actividad delictiva. Los fichaban para la organización. Llegaban a reunirse con otras organizaciones a nivel internacional. Con mafias de Europa del Este. 

Así han conseguido rellenar el vacío que dejó la anterior cúpula cuando fue desmantelada. "Vuelcos, tráfico de drogas, secuestros. La noche catalana era suya. Una vez se les detiene dejan un vacío de poder. Esta gente que hemos detenido ahora son los que han heredado todo el negociado". 

"Estaban curtidos en el tema. Tenían asumido que podría haber una investigación sobre ellos", continúa el inspector jefe. Por eso trataban de mover poco material durante la semana. Nunca mantenían la droga durante demasiado tiempo en el mismo sitio. La tocaban poco o nada. El menor contacto posible. Preferían tener más contactos y reunirse cara a cara con los proveedores cada semana e ir obteniendo las sustancias poco a poco que acumularla toda a la vez en alguna guardería.

El botín incautado a los Boixos Nois junto al material de carácter supremacista. Policía Nacional

Los análisis de las más de 20 cuentas bancarias intervenidas por los investigadores confirman que preferían mover el dinero en efectivo. Para así dejar el menor rastro posible.

Máxima cautela

Los cabecillas les decían a los suyos que actuasen dando por hecho que en cualquier momento alguien les podía estar vigilando. Monitorizaban todos los desplazamientos. Por eso la mayor dificultad en esta investigación residía en los seguimientos diarios de los ahora detenidos.

"Tomaban muchas medidas de seguridad. Verdaderos delincuentes del crimen organizado", prosiguen los investigadores. Si era necesario, daban siete vueltas a una rotonda para despistar a alguno de los coches de incógnito de los agentes. Aceleraban a 200 por hora para luego frenar en seco.

Grababan todos sus recorridos para quedarse con las matrículas de los coches que les podían estar persiguiendo. Casi todo se gestionaba en persona. Hablaban lo menos posible entre ellos, nunca en público. Como mucho, a través de Telegram y WhatsApp. Revisaban los coches de forma meticulosa. "Auténticos profesionales del crimen". 

Bengalas durante un corteo de los Boixos

Las pesquisas empezaron en marzo de 2020. Durante el desarrollo de la investigación se determinó que presuntamente para su financiación, esta facción ultra estaría cometiendo una amplia gama de delitos. Distribuían casi cualquier clase de droga, se apoyaban en una amplia red de proveedores. Tampoco con ellos mantenían contacto.

Incluso se constató que se dedicaban a importar medicamentos ilegales desde el extranjero, principalmente anabólicos. De algunos de los cuales se desconoce el origen y todos ellos estaban prohibidos por la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios.

El grupo ultra Boixos Nois fue fundado en 1981. Desde entonces, algunos de sus miembros han participado en numerosas agresiones a colectivos ultras ideológicamente antagónicos y han sido objeto de diferentes operaciones como lo actual. No es algo nuevo para ellos.

Uno de los momentos más negros de la historia de este grupo radical fue en 1991, cuando cinco de sus miembros asesinaron a puñaladas a un joven de 20 años seguidor del RCD Espanyol de Barcelona en los alrededores del antiguo Estadio Sarriá, convirtiéndose así en la primera muerte ultra en España.

Su última acción violenta más conocida tuvo lugar el pasado 25 de enero 2020 en Valencia, cuando protagonizaron unos graves enfrentamientos contra el grupo ultra Yomus, en los aledaños del estadio valenciano de Mestalla. En esta pelea participaron los principales cabecillas que ahora han sido detenidos en esta operación de la Policía Nacional. En el año 2003, les fue negada la entrada a estadios de fútbol alegando su violencia y peligrosidad.

Noticias relacionadas