M. comenzó a trabajar con las Fuerzas Armadas a principios de la pasada década en Afganistán. Su labor era la de intérprete de un hospital situado en una ubicación cuyo nombre omitiremos para preservar su identidad en un momento tan delicado para su integridad física como es el actual. En gran medida, debido a que buena parte de su familia todavía continúa en el país ahora sometido al control de los talibanes.  

Quiere rescatarles del país. Su miedo, que los talibán les detecten antes de que estén a salvo fuera de las fronteras del nuevo emirato. Por el momento, a lo largo de la semana, cuando S. se pone en contacto con EL ESPAÑOL, sus sensaciones son del todo menos halagüeñas.

Vive desde hace días en una carrera contrarreloj mientras los suyos se guarecen lejos de la mirada de los fundamentalistas que controlan ya el territorio. "Los míos tienen mucho miedo. No quieren ser asesinados por los talibanes. Conozco otra familia en esa misma situación. No estamos seguros de cuántos días más pueden esconderse. Si los encuentran los matarán".

Tras escuchar los casos de este y otros dos afganos que han colaborado durante muchos años con España, algunos de ellos durante más de una década, EL ESPAÑOL decide publicar sus testimonios, pero omitiendo sus nombres, sus edades, circunstancias personales, su lugar de nacimiento, sus profesiones exactas, el lugar en el que se encuentran, cuánta familia se quedó atrás, el sitio en el que estas personas se esconden y cuánto tiempo llevan en esa situación.

Si quienes han asaltado el poder en Afganistán se enterasen su situación se vería altamente comprometida. "Me marcarán a mi y a mi familia como no musulmanes y estoy seguro de que nos matan". 

Desde Defensa confirman a este periódico que los tres traductores fueron, realmente, colaboradores suyos durante años. "En Afganistán hemos ayudado a mucha gente que necesitaba ayuda médica, trabajo mayormente humanitario. Fue un placer para mí poder ayudar a otras personas", dice M. Durante años desempeñó labores de logística, así como distintas tareas humanitarias en colaboración con las Fuerzas Armadas. 

M. era también bueno en idiomas. Dominaba el inglés, el persa y el pashtun, una de las lenguas maternas que se hablan en Afganistán y Paquistán. "Pensé que podía ser de ayuda para mi gente que necesitaba ayuda. Me sirvió para sostener económicamente a mi familia".

Ahora mismo S. se encuentra fuera del país, pero su familia no logró abandonar Afganistán en los aviones que el Ejército español fletó desde Zaragoza hasta Dubái durante las últimas semanas del pasado mes de agosto.

1. Ayuda de Defensa

Tras muchos años de colaboración con España implora ayuda al Ministerio de Defensa, al de Exteriores y a quien sea que pueda prestarles ayuda. "No les va muy bien en este momento; temen que si los talibanes se enteran de cuál es mi trabajo, puede que acaben con ellos".

El aeropuerto de Kabul, atestado de personas tratando de huir del país. Policía Nacional

Su familia, como muchos otros, se encontraba en el aeropuerto de Kabul. Acudieron a la llamada española una vez el gobierno afgano claudicó. No lograron, pese a todo, subirse en los aviones españoles. "Había demasiada gente y no pudieron entrar con los niños. Después del atentado y la explosión de las bombas pensaron que era mejor esperar, pero para entonces los españoles ya se habían marchado".

Por el momento permanecen escondidos en Kabul, mientras él intenta encontrar el modo de sacarlos del país. Hasta el momento no ha tenido suerte. "No lo he logrado, no he tenido la oportunidad. No sé hasta cuándo deberían esconderse".

Aunque el operativo finalizó el 27 de agosto, actualmente el Gobierno español continúa su esfuerzo para evacuar al resto de colaboradores –tanto del Ministerio de Defensa como del de Asuntos Exteriores- y a sus familiares. Fuentes del Estado Mayor de la Defensa confirman a EL ESPAÑOL que, para ello, se está tomando como base un listado conjunto que se actualiza cada día.

Para la identificación de los colaboradores a evacuar, el Ministerio de Defensa hizo un listado que se unió al listado del Ministerio de Asuntos Exteriores, encargado de ponerse en contacto con dichos colaboradores a través de la Embajada en Afganistán.

España rescató en diez días, del 18 al 27 de agosto, a 2.206 afganos. La ma­yoría (1.677) eran personas que trabajaron para las Fuerzas Armadas y la cooperación española durante los dos últimos decenios, con sus familiares. También había 333 antiguos empleados de la UE, 131 de Estados Unidos, 50 de la OTAN y 21 de Portugal.

Tal y como reveló este periódico, en Afganistán permanece un nutrido grupo de históricos colaboradores (o familiares de estos) pertenecientes a la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), que canalizaba la ayuda humanitaria de nuestro país hacia la ya caída república islámica, ahora convertida en emirato.

2. "Van a matar a mi familia"

El segundo de los traductores que se han puesto en contacto con EL ESPAÑOL implorando ayuda se llama R. También teme que los talibanes detecten el lugar en el que permanece oculta su familia.

"Mi familia no está muy bien en este momento, porque teme que si los talibanes se enteran de mi trabajo acaben matándoles.

Durante el pasado mes de agosto, desde que se supo con certeza que el país había sido sometido por los talibanes con fulgurante rapidez, la familia de R. acudió raudo al aeropuerto de Kabul. Tampoco ellos lograron traspasar la primera barrera ante la marabunta de gente que se les puso por delante. 

"No funcionó. Había demasiada gente y no podían entrar con los niños al aeropuerto", lamenta R. Tras los atentados, y las explosiones de los suicidas, pensaron que era mejor esperar. Cuando quisieron intentarlo ya era tarde. Había pasado la fecha límite del 27 de agosto y no había más fuerzas españolas desplegadas allí.

En total, 130 militares estuvieron desplegados durante la operación en el aeropuerto de Kabul y en Dubái, base intermedia del puente aéreo establecido para la evacuación. El ma­yor peso recayó en el Ejército del Aire, con 17 rotaciones del avión de transporte A-400M (Dubái-Kabul- Dubái) y 11 vuelos Dubái-Torrejón, de ellos diez de Air Europa fletados por De­fensa y uno primero del A-400M.

También intervinieron diversas unidades del Ejército de Tierra. El Mando de Operacio­nes trabajó 24/7 y reforzó su Estado Mayor por las circunstancias cambiantes en la capital afgana. Los Grupos Especiales de Operaciones (GEO) y las Unidades de Intervención Policial (UIP) de la Policía Nacional cumplieron también un crucial trabajo en esas labores de rescate. El objetivo de esta operación conjunta de las Fuerzas Armadas era salvar la vida del máximo de afganos que han colaborado con España y otros países y organizaciones internacionales.

3. "Corremos peligro"

Dice T. que tanto ella como los suyos tenían su nombre en las listas de vuelo el día que ocurrió el atentado del 26 de agosto en el aeropuerto de Kabul. Que estuvieron muy cerca del estallido y que todavía sufren a día de hoy las consecuencias. Aquel ataque, explica, les impidió volar para estar en un lugar a salvo. "Desafortunadamente, el día que teníamos que volar se produjo el atentado en el aeropuerto de Kabul. Aquello lo paró todo".

El Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo (EADA), en el aeropuerto de Kabul esta semana. Ejército del Aire

T. y su familia busca información sobre cómo ella y dos miembros de su familia pueden lograr abandonar el país. "Estamos bajo la amenaza directa de los talibanes. Están alistando a chicos jóvenes para la guerra. Están buscando de puerta en puerta a las familias y nosotros nos vamos escondiendo de un sitio a otro. Nuestra vida corre peligro de muerte".

Este colaborador asegura que el ataque suicida que presenciaron a poca distancia en el aeropuerto todavía no se le va de la cabeza. "Desde entonces todos le damos muchas vueltas a lo que ocurrió. Mientras, los talibanes están provocando que la situación vaya a peor conforme pasan los días. No muestran misericordia ni piedad por nadie. Las fronteras terrestres están cerradas. Seguimos encerrados en este infierno".

Tras el operativo de evacuación de hace unas semanas, el Ministerio de Defensa y el Gobierno sopesan con extrema cautela las distintas posibilidades que tienen en su mano para evacuar al resto de colaboradores que se han quedado atrás en el país, ahora bajo el control de las fuerzas talibanes.

Distintas fuentes expertas en la materia consultadas por EL ESPAÑOL apuntaron que el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) contaría aún con colaboradores sobre el terreno trabajando en la materia.

Hasta el momento el ministerio que depende de Margarita Robles y el de Exteriores guardan silencio sobre las otras posibles vías para llevar a buen puerto esta segunda parte de la operación.

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